Un "Hiatus" prehistórico en las estaciones arqueológicas de altura, levantinas
Nicolau Primitiu Gómez Serrano
[page-n-113]
ISSN 1989-508
NICOLÁS PR IMITIVO GóMEZ
Un "Hiatu5" prehi5tórico
EN LAS ESTACIQNES ARQUEOLÓGICAS DE ALTURA, LEVANTINAS
LOS QUE TRABAJAN
La Región de Levante, sobre todo la pa rte valenciana, no se distinguió, hasta ahora, por la abundosa aportación al esclarecimiento de
la Prehistoria española; antes puede decirse, que era poco menos que
campo yermo, en el que s610 acá y allá, destacaban algunas pequeñas
parcelas que, hombres entusiastas, de una manera esporádica, desbrozaban y cultivaban, a veces con superesfuerzo, y, casi siempre, sin
encontrar eco que les animase a persistir en su tarea.
En el último tercio del siglo XIX, di6 ánimo e impulso a a lgunas excavaciones, nuestro Vilanova y Piera, recorriendo la Región. visitando
bastantes yacimientos y excavando, estudiando o simplemente refiriendo , algunos de ellos (1); mas aquel fuego se extinguió, sin casi dejar
(1) Creemos que no se ha hecho a nuestro Vilanova la justicia que merece su
memoria. El y Casiano del Prado, principalmente, fueron los introductores de los
estudios prehistóricos en España, y sobre todo Vilanova, esplritu emprendedor,
propagandista y un pooa trashumante, como buen geólogo, que acudió a casi todos
los Congresos de Prehistoria de su época, defendiendo sus tesis, sobre todo la de
las famosas pinturas rupestres de Altamira, tan combatidas por lo que podemos
llamar Escuela Francesa,
Jiménez de Cisneros - testigo presencial de 10 que él llama .borrascosa sesIón ••
en que fué fmpugnada la existencia de dicho arte cuaternario -, echaba de menos
que Morgan no hubiese citado a Vilanova en su obra _La Humanidad Prehistórica. (1)
Hemos de citar, en honor a la justicia. la sesión solemne que se dedicó a honrar
la memoria de Vilanova y Piera, con motivo de la ExposIción de Arte Rupestre,
celebrada en Madrid por flos Amigos del Arte •.
(1)
¡1m, 'lid. p. S,
no ta.
-113 -
[page-n-114]
2
NICOLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
rescoldo, y la Región levantina, que pareció por un momento que iba
a entrar en el concierto del estudio de la Prehistoria, quedó en la semi·
obscuridad, y sólo algunos, con más voluntad que medios, continuaron
dando, alguna que otra vez, señales de vida.
No es nuestro ánimo historiar los trabajos hechos en la Región, y
no vamos, por tanto, a hacer una reseña de sus prehistoriadores;
pero antes de entrar en materia, y como inicio a esta labor de cooperación, nos creemos en el deber de hacer referencia a algunos de los que,
en plena actividad hoy, todavía se esfuerzan en mantener el fuego
sagrado; para que les sirva de cariñoso saludo, a fin de darles alientos
con que persistir en su labor y contribuir a una obra de relación que
nos lleve a efectuar un trabajo de conjunto que evite , de una vez, la
acción solitaria y aislada, perdida casi siempre, que-se suele realizar,
generalmente, en Levante.
Entre todos, podemos decir que descuella el patriarca de la arqueología regional, D. Pedro ¡barra y Ruiz, cuyos crecidos cuarenta años
de trabajos de rebusca en el campo de la prehistórica lIIici, le han permitido archivar, en meritísimas publicaciones (1), numerosos datos y
atinadas observaciones, muy dignas de tenerse en cuenta; también el
veterano D. Daniel J iménez de Cisneros, que, desde el campo de la
geologfa, ha podido investigar bastantes estaciones prehistóricas en
las regiones de Murcia y de Alicante (2); y el infatigable Senent Ibáñez (3), que hermana sus deberes pedagógicos con sus aficiones prehistóricas, hoy en Alicante, como ayer en Castellón y Valencia; y en
Alcoy y sus contornos, la pléyade de los Vicedo (R.) (4), Visedo (C.) (5),
Ponsell (6), Moltó, Gisbert, Reig y Botella (7); y en Torremansanes, Belda Domínguez (8); y Martínez y Martínezen Altea y sus alrededores y en
[os confines de Valencia y Cuenca (9); y en Pego y sus alrededores el
venerable D. Bernardino Sastre; y BaJlester Tormo , que tan buenos
trabajos de investigación tiene hechos en el valle de Albaida (10) y otras
(1) I barra Elche; lbarra His. No pretendemos consignar la completa blbliografia
publicada por estos señores que citamos; muchos de sus trabajos andan perdidos en
revistas locales o en monograflas agotadas y no han llegado a nuestras manos.
(2) jim. Alg.; jim. Afi.; lim. Calf; limo Exc.; limo G,o.; limo Ind.; jim.
Mont.; limo NIg.; limo Peña; }fm. Res/os; limo Sima; flm. S. ySW.; fim. Tabe-
yan; fim. Yacim.; fim. ZalZa.
(3) Bosch. Sel/en/.; Senent. Bar.; Senen/. Es/.; Se/lltnt. Mor.
(4) VicS. Alcoy; VicS. Guia.
(5) VisM. Breu: VisM. Fre.,. VisM.St7Tcfo.
(6)
POIIUI/.
Botella.
Belda.
MM. Castra.; MM. l/cm.
(10) 8allo!ster. Cer.; Balles/er. Par.
(7)
(S)
(9)
-
114 -
[page-n-115]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
3
comarcas de Albacete y Valencia; y Jornel Perales, que contribuye
afanoso al esclarecimiento de la prehistoria del dicho valle albaidense;
y Viñes Masip a la de Játiva (1) y el P. Amado Burguera a la de Sueca
(2) y Valiente Izquierdo (3) y Grau Bono a la de Tabernes de Valldig+
na (4), y Vriela la de Liria (5), y Corbín Carb6 a la de Siete-Aguas (6) ,
ya la de Náquera L1uch Arna! (J) y Seytre, y G6mez Nadal a la de Serra;
y el Dr. Beltrán Bigorra (8), que desde el estadio de las Ciencias Naturales ha donado también su 6bolo a la Prehistoria; yel veterano D. Pascual Meneu en Bechí (9); y GuiHén Benages y RlvelIes Guillem en Viver;
y los Sres. Baynat (JO), Nebot y Tuixans (J I ) en Villarreal; y los Peris
Fuentes (J.) (12) Y (M.) (13) en Burriana y distintos puntos de la provincia -de Casle1l6n, así como igualmente los Parear y Esteve; y Monzó
Nogués en Ludiente y Torrechiva; y el conocidísimo investigador Cabré
(14) , en la Valltorla y distintas parles de Teruel; y, en varios puntos
de esta misma provincia, el cronista de Calaceite D. Santiago Vidiella(15)
y los Pérez Temperado ([6), Pallarés y Ejérique, y finalmente, Zuazo
y Palacios, que en los confines de Albacele y Valencia, especialmente
Meca y el Cerro de los Santos, ha efectuado investigaciones apreciables,
de todos conocidas (17).
También algunas entidades se esfuerzan en llenar el vacío que se
nota en nuestra Regi6n - en cuanto a Prehistoria se refiere - easi
todas sin medios económicos, y hemos de señalar entre eUas a las Co(1)
ViRes. I
(2)
Burgue,a.
Valiente.
(3)
(4)
(::)
e,au.
(6)
Uritl.
Corbin. Cos.; Corbin. Ral.
(7)
L/l/ch.
BeUrd/!.
Meneu. Cas.: Mcneu. Puig.; Meneu. Sol.
Sos. Est.
(11) TI/lxans. Cua.; TlIixal1s. Fil.
(12) } P F. Escarceos.
(13) MPF. Mirabet.
(14) Sw¡jf. Cabré.; Cabré. Alb.; Cabré. Aru.; Cabré. Ave:;.; Cab,é. Azaifn.;
Cabré. Bronces.: Cabreo Cer.; Cabré. EsUles.; Cab,é. Exc.; Cabré. Hall.; Cab,é.
Obj.; Cabré. Osar.; Cabré. Peñ.; Cabré. Pira.: Cabré. Tts.; Cab,t. Vall.
Debemos advertir. que en este punto, no citamos más que levantinos trabajando
en Levante y las sus obras que de esta Región traten, bajo alguno de los aspectos
prehistóricos de la misma. con exclusión do las que queden al margen de los estudios prerromanos.
(15) Viditlla. Cal.; Vidiella. Est.
(16) Cabré. nrez.
(17) ZIIOlrJ. Bib.; ZUQlO. Magia.; Zuazo. Meca.: ZtWlrJ. Mont.; Zuazo. Trab.
-115 (8)
(9)
(lO)
[page-n-116]
4
NICOl.ÁS PRIMITIVO C;ÓMEZ
misiones de Monumentos de Alicante y de Albacete, a la Sociedad Castellonense de Cultura, al Laboratorio de Arqueología de la Universidad
de Valencia, al Centro de Cultura Valenciana y a nuestra Diputación
Provincial; habiendo dado esta última un gran impulso a los trabajos
de investigación (1) que han permitido iniciar un Museo en el que, en
corto tiempo, se han acumulado ya restos que comienzan a descorrer
el velo del pasado valenciano ya contribuir a la Prehistoria General.
La meritoria actitud de nuestra Diputación, secundada por el Director
de dichos trabajos, nuestro entusiasta BaJlester Tormo, ayudado por
el Dr. Pericot -al que hay que considerar como un valenciano más ~
y D. Mariano Jornet, entre otros, merecen un sincero aplauso de todos
los amantes de estos estudios y nos impulsan a desear que tal condwcta
sea imitada por otras entidades de nuestra Región, en bien de la cultura
patria.
Sin duda hemos dejado de mencionar personas y centros que en
Levante laboran en pro de la Prehistoria; pero acháquese a la falta
de relaciones en que muchos estudiosos se desenvuelven, lo que es
pernicioso para la investigación; y por esto no nos cansaremos de acon·
sejar que todos los que se sientan con ánimos de colaborar, de una
manera sistemática y con miras científicas, al progreso de la Prehis·
toria de nuestra comarca, se dirijan a las entidades que en ella se preocupen de tales trabajos, seguros de que serán acogidas amorosamente
sus consultas y tendrán una guía que permita aunar esfuerzos, a fin
de llegar a un plan de conjunto, que impida la pérdida de datos intere·
san tes, a veces conseguidos a costa de grandes sacrificios pecuniarios.
y comenzamos nuestra labor, una vez cumplimentado este pequeño,
pero necesario, deber de cortesía.
11
LAS ESTACIONES PREH ISTORICAS DE ALTURA
Entre las estaciones arqueológicas más fáciles de descubrir, están
las situadas en alturas; a veces, las ruinas de un castillo medieval nos
inducen a buscar, y allí se encuentran restos de edades pretéritas;
cuando no, la situación junto al paso de un camino antiguo, al margen
de un río, a la vista del mar o a espaldas de una población actual, coincidiendo con puntos quebrados, de fácil defensa; o guiados por la topo-
(1)
Servicio.
-
•
116-
[page-n-117]
5
nimia: Alcalá, Alalaya, Bastida, Baterla, Castell, Castellar (1 j, Cas/ellet
Castillo, Castillejo, T alayuela, etc.
Por esta facílidad misma de invención, estos puntos han sido expolíados desde antiguo: por los buscadores de tesoros, por simple curiosidad, por los amadores de cosas antiguas y por los que se aprovecharon
de los restos para construcción de sus viviendas; todo lo cual, unido a
la acción devastadora, continuada, de los elementos, sobre todo las
aguas, ha hecho que, en la mayor parte de sitios, apenas existan señales,
teniendo, muchas de ellas, completamente desnuda su superficie; algunas con ingentes riscos completamente erosionados, que llevan al ánimo
la duda de que allí hubiese podido haber estación humana, de no encontrar en los intersticios, y escalonados en las faldas, restos testimoniales que 10 aseveren.
Por esto, a la facilidad de hallarse con restos prehistóricos en las
alturas, se une la dificultad de encontrar estaciones excavables, como
la afortunada de E/s Comellars, encima del Mas de Menellle (Alcoy),
dada a luz por Ponsell Cortés (2), en donde, distintas causas, han permitido que se conservasen muchas piezas intactas, incluso casilicios,
todavía con su enlucido yesoso.
Casi todas las excavaciones efectuadas por [os hermanos Siret lo
fueron en lugares elevados, más o menos inaccesibles, y constaron de
dos partes: las viviendas y las sepulturas, y mientras que, gran número
de estas, fueron halladas vírgenes de saqueo, permitiendo un estudio
profundo sobre las costumbres funerarias de aquellos remotos antepasados, las viviendas apenas proporcionaron material; lo que es lógico, ya que, en todas épocas, debieron ser materia de latrocinio, aparte
del expolio, consiguiente a su destrucción o abandono.
Estos puntos acantilados y fácilmente defendibles, por este hecho,
en todo tiempo pasado, en que la humanidad se vló necesitada de
defensa, han estado en peligro de ser ocupados, y muchos de ellos lo
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
(1) Se da el caso, hasta ahora, de no haber encontrado ningún punto apellidado
Castellar. situado en altura, que no haya tenido restos Ibéricos; habrá podido no
tenerlos de las primeras edades del metal, ni anteriores; o no haberlos tenido posteriores a lo ib~rlco; pero de esta ~poca, indefectiblemente los tentan. Por eso aconsejamos a los investigadores que, a11l donde se encuentren con este topónimo, aunque
no hallen restos superfiCiales ni en las laderas - tal vez porque estén cubiertos por
otros más modernos o por abundantes aluviones - , si no está completamente
denudada la superficie, hagan catas, que es casi seguro que encuentren restos ib~·
ricos. Por esto también, aJ1l donde este topónimo se encuentre en !Iano y lejos de
todo monte, debe suponerse, en principio, que recuerda una estación ibérica de
llanura y tal, es posible que ocurra con nuestro poblado de tCastellau, cerca y al
medlodia de Valencia, a bastantes kilómetros de lomas y montañas.
(2) Ponsell.
-Jl7 -
[page-n-118]
6
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
han sido, por este motivo, en distintas épocas; pero como no siempre
el hombre ha coincidido en todos ellos, resulta que , mientras unos fueron
ocupados en una sola etapa, otros lo fueron en dos y hasta, en bastantes,
se pueden señalar no menos de tres épocas distintas de ocupación;
fenómeno que ya, en otro sitio, hicimos resaltar (1).
Las estaciones de ladera, es decir, las situadas en el talud de las mon~
tañas, como la de San Antón de Orihuela del Segura, deben corresponderse, gran parte de eUas, con las de altura - cabezos y muelas (2)ya como sus escombreras, ya como sus necrópolis, ya como las poblaciones sucesoras; por la tendencia a descender de los riscos, cuando ha
pasado el motivo por el cual buscaron una situación de defensa.
Los Siret señalan edificaciones fuera de Jos cerramientos de muros
defensivos, en varias estaciones - Ifre, Zapata, El Oficio ... (3) - y
en las vertientes, así como sepulturas, a pesar de la tendencia mani·
fiesta a enterrar, no s6lo en el recinto, sino en sus mismas viviendas (4),
y estas prolongaciones, más que contemporáneas de las poblaciones
encastilladas, pudieran ser las inmediatas tendencias al descenso, ya que
es difícil pensar en viviendas cercanas al exterior del muro, cuando
éste tenía un valor militar inmediato. Los mismos autores se inclinan
(1) Nic. Sil. p. 196.
(2)
Los Siret. al hablar de los restos que se hallaban en la ladera de San Ant6n,
de Orihuela, dicen (1): .Crelarnos nosotros que estos escombros deblan provenir
todos de la estrecha explanada que aparece sobre la cresta peI\ascosa, en la que
debla haber existido el caser!o; cuando al explorar este sitio, nos encontramos con
una superficie muy escabrosa, presenténdoso la roca pelada por todas partes..
Posteriormente, las excavaciones del P. Furgus pusieron de manifiesto que dichos
restos procedlan de una extensa necrópolis situada en dicha ladera: pero nosotros
creemos que esta obcdecla a una estaci6n situada en la cúspide, no siendo suficiente
el que no queden arriba mb que las rocas peladas para negar que haya existido,
pues as! ocurre en muchos lugares faltos de meseta o de muros que contuviesen los
objetos, y todavla existen muchas estaciones arqueológicas comprobables, en que,
si no fuese por los escasos testimonios fehacientes que restan, nos parecerla Impo·
sible la situación de viviendas en semejantes riscos,
Algunas estaciones de altura comprueban su persistencia en las laderas o cuando
menos su traslado por los elementOs, como las citadas más abajo, de los Siret, y la
antigua Ladv(l y Meseta de San Miguel, de Orihuela del Segura, citadas por Gis·
bert (2) y Vilanova y Rada y Delgado (3) y la otra Ladera de Callosa del Segura
que excav6el P. Furgus (4), cuya situación silenció éste por temor a que la estropea·
Sen los ,busca'lesorOst, traténdose. al parecer, de una necrópolis del bronce.
(3) S;rel. M,I., p. 110. 127, 123. 239.
(4) S¡rei. Met .. p. 120, Y passim.
(1) 5irt/. M". p.309.
(2) Gisb"l. p. 16.
PI V/Ulnova. Rada. p.
(4] FU'IUI. N,~.
462.
-118-
•
[page-n-119]
UN "H IAT US" PREHISTÓRICO
7
a aceptar, en Fuente Alamo (1), un descenso de [a población de la
acrópolis, ocupando las vertientes, en tiempo posterior.
La probabilidad de invención de estas estaciones, estriba, a veces,
en la importancia de la estación de altura, pues siendo, posiblemente,
las pequeñas, simples atalayas o túmulos, más que viviendas, el rastro
de super vivencia que dejaron tras sí debió ser escaso y problemático;
aparte de que toda construcción en ladera es destruída prontamente
por los elementos, ya que, formada en parte por medio de ribazos, para
conseguir planos para el asiento de viviendas, aquellos son deshechos
por las aguas, cuando se dejan abandonados; como ya observaron en
lfre los mencionados hermanos Siret (2).
Otro tipo de estaciones interesante a nuestro estudio, por su sincro·
nismo con las de altura, lo forman las megallticas que, en nuestra Región ,
no ha sido claramente señalado todavía, a excepción del clásico y pro·
blemátlco del Gas/elle! del Porque!, en la Ollería, y de algunos otros
igualmente dudosos.
La ausencia, hasta ahora, de esta clase de construcciones prehist&
ricas, ha dado lugar a la creencia de que en Levante no las haya habido.
Pericot (3) hace resaltar la falta de dólmenes entre el N. de Cataluña
y Andalucla, y Obermaier (4) publica un mapa del suelo peninsular
en el que, si bien aparece esta Región sombreada con algunos puntos,
es debido a datos dudosos como el citado del Gas!elle! del Porque! (5);
mas nada hay de concreto todavía .
En Cataluña faltan también en las zonas bajas del país, como si
los constructores de dólmenes tuviesen preferencia por los sitios montañosos, explicándose Pericot esta carencia (6), por la intensidad del
cultivo, que habrá ocasionado su destrucción en las partes bajas.
(1) Si,el. Me/ .. p. 255.
(2) Si,el. Met. p. 109. Cuando contemplamos la población do Chulilla (Valencia) y otras, sItuadas en vertientes de rapidislmo talud. no podemos menos de pensar
que, si en el futuro son abandonadas, serán necesarios pocos siglos para que nadie
crea que alll pudo haber población. ya que, sobre no quedar resto alguno, deshechos y arrastrados por las aguas, se contemplar;). una vertiente pronunciada y
desnuda.
(3) Pl ricol, p. 19.
(4) Ob€r. Mala. p. 9.
(5) Además del Castel/e/ del Porque/, en la Ollerla, se cita el del Munfó de les
Ment¡res, de Ayelo de Malferit, y otro, más problemátIco todavla, en el Castillo de
/os Moscones de Birorp (1) y aún otros. no más seguros, en la provincia de Caste\Ión; uno de los cuales, de Segorbe, publlcado por Huguet (2) romo dolmen. parece
tener de ello muy poco.
(6) Perico/, p. 21.
(1)
V6ase mú addante la blbllogratia de estas tres estaciones.
(2)
HlillW. p.
19.
-119 -
[page-n-120]
8
NI CO LÁS PRIMITIVO CÓMEZ
Estas faltas arqueológicas en terreno llano, no son exclusivas en
[os megalitos, ya que pueden también notarse en otras épocas más
modernas, y aun, actualmente, es en las partes montañosas, pobres e
intricadas, donde se conservan los monumentos antiguos, mientras
que, en las partes bajas, de ordinario más ricas, continuamente renuevan
sus monumentos 0, sencillamente, los hacen desaparecer cuando, ya
anticuados y fuera del gusto del día, estorban (ji) para la vida más
modernizada.
y ésta, es posible que sea una concausa de la falta que observamos.
porque no nos parece lógico que, una civilización tan extensa como la
megalítica y tan duradera, haya dejado claros tan notables, precisa·
mente en los puntos en donde creemos que debió tener mayor desarrollo y esplendidez por la riqueza y exhuberancia vital de las regiones
en donde se nota esta carencia, que tenemos el convencimiento de que
no es debida a que dicha civilización les fueseajena, sinoa causas posteriores que la destruyeron, al parecer, de raíz; siendo éstas, principalmente, el ansia destructora de los buscadores de tesoros y lo que llamaremos /JOracidad de la piedra construcfi/Jo. Por la primera causa
quedaron los monumentos al descubierto, y por la segunda fueron utilizados como fácil cantera; y aun vino posteriormente la agricultura
nivelando los túmulos y amontonamientos de restos que quedaron
auxiliados por tos aluviones de los rios y torrenteras; desapareciendo
de cuajo los megalitos sin dejar rastro siquiera, como resulta hasta
ahora, bajo el espeso sudario de los arrastres de las aguas y del polvo
atmosférico,
A este propósito queremos emitir todavía algunas opiniones más
sobre la probable existencia de megalitos en la Región valenciana y
las causas de su desaparición.
111
EL VALOR DE LA PIEDRA
Los monumentos megalíticos fueron expoliados desde los tiempos
prehistóricos y, seguramente, debieron serlo ya por los mismos contemporáneos; así, el dolmen de Matarrubilla, dió barros pintados ibéricos (1)
como señal del paso de los buscadores de tesoros en aquella prehistórica
edad; que no se limitaron a tos megalitos, como parecen atestiguarlo,
en las Cuevas del Sargal de Vi ver de las aguas - que excavan Guillén
Benages y Rivelles Guillén - el hallazgo de algunos fragmentos de
(1)
Obtr, Mata. p, 55.
-120-
[page-n-121]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
9
cerámica pintada de dicha época (1) entre los demás restos, contemporáneos de los dólmenes, probablemente; y muchas otras estaciones, como
iremos viendo.
En tiempos de Roma continuaron eJ!:poliándose estos monumentos.
En el dolmen del Romeral, por ejemplo, se encontraron, según MergeJina (2), fragmentos de /egulae e imbrices y un cuello de hidria que dan
fe de haberse verificado una expoliaci6n en época romana; extendiéndose también la acción de los depredadores de esta época a otros monumentos de dicha edad, como la necrópolis de Filomena, en Vi1!arreal.
en donde se encontraron monedas de emperadores romanos, según
Tuixans (3); yen el dolmen de Soto de Trigueros (Huelva), excavado
por Obermaier (4), fueron hallados, según éste, en la escombrera extralda, fragmentos de cerámica romana y árabe; demostrando estos
últimos que en época mahometana se continuó el saqueo devastador,
que sigue en nuestros dias (5).
Estas depredaciones, aunque parezca una paradoja, debieron ser
mayores en las regiones ricas que en las pobres, por cuanto en aquellas,
el mercado es más extenso y no ya se limita a los objetos de valor intrínseco, sino a otros espléndidamente pagados, a veces, por coleccionistas' o simplemente caprichosos, y por los hombres de estudio; yasf
parece significarlo el que muchos dólmenes se encuentran muy removidos
de antiguo, como lo demuestra el no hallarse en ellos, ordinariamente,
más que fragmentos conmlnutos de cerámica y huesos (6), y el que apenas se encuentren hachas y otros instrumentos, en muchos, porque
debieron tener mercado, además, como amuletos. Véase lo que quedará
a la posteridad de los que se excavan actualmente con miras arqueológicas, en donde hasta se criban las tierras a fin de no dejar olvidada ni
la pequeñísima cuenta de collar.
Los buscadores de tesoros y antiguallas no llegan al punto de ser
litófagos y hacer desaparecer hasta el rastro; pero dejan al descubierto
la existencia de l pedregal, y cada megalito queda convertido, por el
hecho del descubrimiento , en cantera fácil, lo que en tiempos pasados,
(1)
Nic. Sargal.
(2) MI'. Ntc. p. 64.
(3) Tuilutns (J.), Comunicación al Centro de Cultura Valenciana, en primero
de Noviembre de 1922.
(4) ObeT. Solo. p. 22.
(5) CueviUas y Bauza (I) citan que, al principio del siglo XVII. Xohan Vazque~
de Orxas, queJ6se ante la Justicia de que, en el transcurso de pocas semanas. hablan
sido abiertas mAs de tres mil má17lOas.
(6) Obu. Mata. p. 54; Sall, Caso p. 292; StTTa. L/a. p. 10.
(1)
COi_/IIas. BDOilD. p. 7.
-121-
[page-n-122]
10
NICOL.ÁS PRIMITIVO C6MEZ
en los que la piedra era tan difícil de extraer, fué una condena a su absoluta desaparición y, aunen la actualidad, todavía, una de las causas,
seguramente la más importante, de la destrucción de los monumentos
arquitectónicos en despoblado, es el ansia de la piedra constructiva (1).
Pero es que, además, en tiempos pasados, el valor relativo de la piedra
era mucho mayor que el actual, por la dificultad de extracción. Hay
que haber visitado las antiguas canteras y aprendido el proceso trabajoso de la obtención de los bloques, para darse cuenta del valor de un
sillar en los tiempos megalíticos.
Valencia, ciudad grande y rica desde antiguo, está, en sus contornos
rocosos próximos, circuída de canteras que le proporcionaban las enormes cantidades de piedra que la abastedan para sus edificios, vías,
murallas, torres, puentes y pretiles, En muchas de ellas, abandonadas
hoy, se ven los señales de la antigua explotación yen algunas, como
las del TOf; Pelal (Bétera), se puede contemplar todo el proceso de
arranque, desde el tormo (sillar), que está comenzado, hasta el que ya
se encuentra a punto de extraer. Da la sensación de que, estas canteras, fueron abandonadas en plena producción, repentinamente, y parece
confirmarlo el que algunos viejos canteros de Masarrochos, población
ce rcana, las conocen con el nombre de pedreres del pleil (canteras del
pleito) , por algunas diferencias surgidas, tal vez, entre los lallapedres
(canteros) y el dueño de la loma donde están las abandonadas tascas.
El cantero empezaba por desmontar el terreno de acarreo hasta
( 1) C6mez·Moreno (1) dlce al hablar del dolmen de Viera 1 ... empezaron 3
llevarse las losas ... quizá para nuevos edificios .• Amorós y Sancho, en su estudio
sobre el talayot d'Es Ra/el Cagolles (Manacor) (2), dicen: .Al visitar por primera
vez el monumento, nos advirti6 su propietario que estaba en vlas de una com·
pleta destrucción, ya que eTan muy solicitadas las pltldras para edificaciones en
las propiedades vecinas ...• ; Virgillo Gorreia cita varias antas de las que tiene no_
ticia y que se han perdido por completo, y en la desaparecida del Outeiro da For·
ca (3). dice textualmente que: I ... deseando el propietario aprovechar la piedra,
mand6 excavar el anta ... ' Muchos casos podrlamos citar de destruccl6n de monumentos, por el afán del aprovechamiento de la piedra; pero nos limitaremos al hecho
curioso _ y que prueba hasta qué punto atraen los cantos y sillares en disposici6n
de utilit.acl6n - de un labrador que iba desmontando piedras de la capiUa g6tica
del Castillo de la Reina Mora, situado entre riscos ingentes y de trabajoso acceso,
en término de 8enifair6 de Valldigna, lIevándoselu, a brazos, a algunos kil6metros
de distancia, a Tabernes, para edificarse su vivienda; caso que nos citó Valiente
Izquierdo, médico de dicha poblaci6n, cuando, tln nuestra excursión a dicho Castilb
nos parecl6 extraño no encontrar caldas las piedras que faltaban, de reciente, en
dIcha capilla.
~I) GÓmtl·M
(21 Anr«ós. Sandio. p. 196.
(3) Con,;o. p.32.
-
122 -
[page-n-123]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
11
llegar a la roca apetecida y propia para obtener el sillar (1), y después,
señalando las proporciones de éste con el pico, cortaba un canal alrededor del bloque - para dejarle aislado de la peña - tan profundamente como fuera el espesor apetecido (Hg. 1, lám. A) (2) Y cuando
éste era alcanzado, cortaba otro canal para aislarlo según el grosor,
tan hondo como le era posible procediendo después a clavar cuñas
de madera seca en estos canales y, mojándolas, esperar que, al absorber
el agua la madera, por capilaridad, y tender a la hinchazón , hiciera
saltarel bloque apetecido; y todavía, más o menos, se emplea en algunos
puntos este procedimiento para obtener pequeños bloques de areniscas
como en E/s Muntanyars de Jávea (fig. 2, lám. A).yen la playa de Calpe
(Alicante), habiendo sustituido las cuñas de madera, por otras de hierro.
Del valor relativo que tenía la piedra en la Edad Media, parece que
nos dé testimonio un acuerdo del Concejo de Valencia, de fines de l
siglo XIV , en el que se pone de manifiesto que los Maestres Piquers
(Maestros canteros) se quejaban de que los lallapedres 'j los trajineros
de las canteras cometían fraude en la piedra que extraían o transportaban (3), 'j también parece probarlo el que en muchos testamentos
(1) A veces, cuando el terreno que cubrla la roca útil estaba sostenido por la
costra de caliza cuaternaria llamada tapaf, no se desmontaba sino que se obtenlan
los bloques, mientras hubiese consistencia en dicha costra, formando cuevas a
menudo monumentales, como las indicadas de Les Vinynes, junto a las del TOf
Petat.
(2)
Bloque aislado y a punto de clavar cuñas para. arrancarlo. En el TCf Pe/al
Valencia). Antigua cantera abandonada.
(3) Manual. Folio lxxvj vuel\o; fAnno a natillitale dominI.M.ccc.luij. Dierueneris de mane.xxx. mensis ap"lls ..... Folio Ixxviij: Item com en Jacme cubells,
. Maestre plquer, pe, 51 I per los altres Maestres piquers dela dita Ciutat, hagués exfposat al dlt Consen que, ptr los Tallapedres, o;oes, pe' aquells qui tallen les pedres
ten la pedrera, a obs dlies obres dela dita Clulat le p" los Traginers deles dites
tpedres, eren fetes alcunts frau$ en consurnament d,les dites pedres i en dan dela
'cosa pública dela dita Ciutat; hagués, aximateix, exposat que, per haue, melloria
,1 abondamellt deles dites ¡:¡edres 11 que alcunes partides de montanya, cOlltigues
.alloch d,la dita pedrera, fossen designades I atorgades afer lellya als tallapedrts
ti a lur V3, i que altrj no pogués aqui fer lenya, vullá3 per esquluar contrasts i occafSions I vullá3 per quels dits tallapedres no saquessen a pleujr deis ceps deles vlllyes
.i a1tres arbrts fruytals daquelles ptlrtides. E lo dit honrat Consell no hagués ple.nUTa, jnformaci6 i ct7tlficaci6 deis dits affers, en quant estan en fet; per tal, delll.beradament i concordant I Comanáren als honrats micer Ramoll tolsa, jurat I
.aduocat penslonat de la dita Ciutat 1en Mlquel de palomar. Mosta~f daqlfella, i
.an Jacme cubells, damunt dlt, que ells vejen i regoneguen, dillgentment, los dits
.affers. E fna relacl6 daquells, als honrats jurats dela dita Ciutat 1 ab consell da.quells, hi lacen aquelles perulslons i establlments, simples o penals, de part I en nom
ti ¡och di' dlt Consell, que a lur saujea I consultats segons es dlt los dits juratsV
.aparra mils tcer faedor .• (1).
(B~tera,
(\)
La puntuacIón e! nue!tra.
-
123-
[page-n-124]
12
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
de dicha época, aparecen inventariadas cantidades irrisorias de una
arroba, media Y, aún, s610 de algunas libras de piedra (1).
Esta dificultad obligaba a escoger rocas blandas, preferentemente.
para la construcción: areniscas (rodenos) y calizas de las llamadas popularmente loscas, que tanto abundan en los alrededores de Valencia;
y puede observarse que casi todas las construcciones antiguas de nuestra
ciudad, están realizadas, generalmente, con esta clase de piedra: la
Seo, el Miguelete, las Torres de los Serranos, la Lonja, los puentes, los
pret iles, etc. Las canteras de estas calizas - el To¡¡ Pelal (Bétera),
les Vinyetes (Moncada), el Badall y I'Hortela (Masarrochos), etc .. fueron
aban donadas por otras de calizas más compactas, al ¡nvenir nuevos
medios de explotación y mayores exigencias comerciales.
y si todas estas dificultades transcritas ocurrían en tiempos en
que las canteras empleaban ya herramientas de acero - aunque obtenido por el temple mediante la sangre de toro, los orines, los excrementos y otros medios igualmente empíricos, pero que daban al hierro
las condiciones apetecidas en aquellas épocas - piénsese en las dificultades de extracción cuando el hierro se obtenía sin norma que le diese
un apropiado temple o cuando sólo se conocía la piedra (2). En estos
tiempos sería muy costoso separar los bloques de las rocas, como no
fuera aprovechando una grieta natural de las mismas, para aplicar un
tronco de árbol y hacer saltar el monolito palanqueando o por medio
de la aplicación de cuñas o cuando la roca era blanda (3).
(1) No/ais . • Die veneris xviij Kaltndas juni] (1348) ..... Item miga aroua de
pedra ... : Die lunj pridie Kalendas julij (1348) ..... Vna aroua de pedra; Die mercurij
sexto nonas juUj (1348) ... .. !tem miga roua de pedra; Die Jouis Nono Kolendas
augustl Anno Dominl Ml\lessimo cee xlJx ..... voa roua de pedra ... ; Die veneris kalendas augustl (1349) ... .. Item vn aroua de pedra ... : Ole lune prldle nonas august i
(1349) ..... !tem vna ralla de pedra .. .; Die martls nonas augusll (1349) ... !tem ix
Iliures de pedra... ; Die martis septimo kalendas septembris ..... !t,m miga roua de
349) ..... It,m un canasto item vn quintar de
pedra .. .: Die martis viij jdus apriJis ( 1
pedra tres roues vna roua miga roua de pedra ....
(2) Hacemos caso omiso del bronce y del cobre, por ser poco aptos para los
trabajos de cantera, y es problemAtlco que hayan podido adoptarse para tates
faenas, sobre todo el cobre, ya que, ciertas rocas, utilizadas como picos, darlan un
trabajo no Inferior e incomparablemente més econ6mico.
(3) Los hermanos Siret (1) hablan en Parazuelos de .... losas de pudingas, probablemente cortadas en las orillas mismas del cerrlllo ...• y en el Argar dicen que
l ••• las losas de que se hacia uso ... (en las cistas) ... han sido casi todas cortadas de
unos bancos de arenisca micácea.... ; tambl\!in oitan el empleo de tlajas de yeso cristalizado•. En el Oficio dicen que •... en la cima de la acr6polls obsérvanse pedazos
de caliza arrancados del mismo suelo ocupado por las casas.... y se trata de •... calizas blanquednas cuaternarias (tapaf) que iban a buscarse a la llanura ...• empleando
(1)
S¡,It. MIt. p. 63, 161 , 167, 168 Y 2 .. 1.
-124
[page-n-125]
UN "HIATUS" PREHIST6RlCO
13
La separación del tormo, de la roca de que forma parte, es sin duda
posterior a la posibilidad de trabajado del mismo, y por lo tanto, al
grabado rupestre. Este pudo practicarse algunos miles de años antes,
y de hecho se practicó, como indican los grandes relieves en roca: el
friso de Cap Blanc (Dordoña), del magdalenense superior, con un ca·
bailo grabado, y las figuras de hombre y mujer, del oriñacense final,
del abrigo de Laussel, de la misma localidad (1) Y en el dolmen de
Matarrubilla, cita Obermaier (2) una pila o altar de mármol jaspeado,
trabajado, aunque toscamente, con picos de roca, al parecer; y muchos
más ejemplos que se podrían citar del trabajado de la piedra, como
posiblemente anterior al arrancado de los grandes bloques.
IV
LA CONSTRUCCiÓN DEL DOLMEN
Las canteras del hombre primitivo debieron ser principalmente los
delgados estratos, posiblemente desgajables - las costras de calizas
cuaternarias, las pizarras, las areniscas en lajas, etc. -los cantos
erráticos de los deshielos, los lechos de los ríos y las Caldas de los montes,
tambh!n f •.• lajas de arenisca terciaria..... Hablando de las losas empicadas en el
Argar dicen: •... la operaci6n de descubrir y arrancar esas losas no deja de ser
bastante laboriosa; y el transporte de las mismas a la poblacl6n (El Argar) con
bestias de carga, tampoco debla ser muy c6modo..... G6me~-Moreno (J) dloe. refl.
riéndose a los d61menes de Menga y Viera. que . ... su piedra es una brecha call~a
amarillenta con granos de cuar~o y de formaci6n triásica probablemente bajada del
dominanto cerro de la Cruz, donde se ve manifiesta la cantera ...t y Mergellna (2) tra·
tando de la misma, al estudiar el do lmen de Menga. hace observar que .... todavla
puede determinarse en esta primitiva cantera, el lugar de donde se extrajeron los
enormes monolitos .... y, a continuaci6n, que t ... para formar [a cubierta pudieron
desgajarse un gran número de monolitos. de los que s610 cinco se admiran.,,' Es
asombroso pensar que Jos enormes bloques de estos d6lmenes pudiesen desgajarse
del monte a golpes de piedra; pero el trabajado de los mismos de que se hacen eco
G6me~-Moreno y Mergelina. contribuyen a asegurar que asl sea. ademb de que
en las rocas blandas y en las más o menos friables, atacables por el martillo de
piedra, nada se opone a que seemplease el mismo procedimiento de extraccl6n por
corte en canalillo y cuñas de madera que hemos Indicado más arriba.
(1) Obe,. FosU. lám. VII y fig. 91.
(2) Obe,. Malo.. p. 52.
(1,
(2)
G6,.,u·Mc",.fJ. p.
Mu. Ntc. p. 55.
a4.
-125-
[page-n-126]
14
NICOLÁS PRIMITIVO COMEZ
con las losas desprendidas por los elementos naturales (1); desde cuyos
puntos trasladaría los bloques al luga r de emplazamiento, por medio
de rodillos o angarillas (2), aunque dudamos que este último procedimiento pudiese ser empleado cuando el peso de las losas fuese excesivo.
y en algunos casos alcanzaba bastantes toneladas (3). Lo probable es
que el medio más usado fuese el de caminos de rodamiento formados
por polines y que colocando los formos sobre dos troncos largueros,
formasen una especie de carro - de modo Igual a como todavía se
suele Meer en las canteras, para desplazamientos cortos - y llevando
palancas, Jos peones que marchase n detrás, para evitar el retroceso y
ayudar el avance, y cuerdas y correas los delanteros, ayudados por
bueyes, ir desplazando el bloque hacia el lugar apetecido , construyendo
rampas y terraplenes para salvar los desni veles y los fosos, o bien poniendo troncos, formando puentes y declives, sobre los que correrían
los rodillos que conducirían las a modo de galeras, fo rmadas con las
piedras transportadas y los troncos largueros, quedando, en principio,
form:ida, r ústica y elementalmente, la caja de l carro; yel hecho de que
la misma raíz haya sido aplicada al vehículo ya las piedras y canteras,
parece querer significar que fué en esta época cuando tuvo origen el
carro y la carrela. porque también carreau, carriere y carriera, de la
(1) Vidal (L. M.) (1), publica una fotografla donde pueden observarse las losas
caUtas desprendiéndose del monte como ruinas naturales. fen6meno que podemos
oontemplar alll donde existan estratos de escaso espesor alternados con otros McHmente erosionables, y en muchos lugares montañosos hay puntos - montes. faldas
o barrancos - que ostentan los nombres de Cantalar, Losar o Molar, en algunos de
los cuales todavia comprobamos la existencia de canteras naturales.
Este desprendimien to de monolltos, muy frecuente. es señalado por Senent (2)
en la Mola de Morella la Vella y nosotros, entre otros sitios, lo hemos observado
en Morredolldo. estaci6n prehist6rica de Torrente (Valencia). en donde se desgajan
bloques de di ferentes tamaños, llamando la atencl6n el que aqul s6lo quedan los
más recientes, sin duda porque los antiguos fueron utilizados.
(2) Correia, p. 65.
(3) cazurro (3) calcula que la cubierta del dolmen del Mas-Puig, de Darnius,
que es de granIto. pesará alrededor de 9 toneladas; y G6mez_Moreno, refiriéndose
a los dólmenes del Romeral y Viera (4), dice: •... ni los ponderados megalitos franceses creo que sean capaces de ostentar serie tan gigantesca de piedras puestas en
obra como que la mayor del Romeral calculo pesará unas 75 toneladas. y en Menga
llega al limite nuestro asombro al ver otra de 68 metros oúbicos, cuyo peso no baja
de 170 toneladas...t
(11
(2)
A tlUar/. 1<)08. p. 545.
S,,,,,,I. Mtn'.
(3)
CIllIlUQ. p . Si.
( 4)
G6mtl.MwIM_ p. 107.
-
126 -
[page-n-127]
UN "HIATUS" PREHISTÓR ICO
15
misma raíz, se refieren a las rocas, lo que certifica Carrara, famosa can4
tera italiana de mármol (1).
Los megalitos, ordi nariamente, se construían con la piedra del mismo
lugar o proximidades (2) ya que, regularmente, son de igual naturaleza
que el suelo en donde están; resultando por esto que unas veces son
de granito, otras de pizarra, de basalto, de cuarzo, de areniscas, etc.
Esta diversidad demuestra que no había preferencia ritual por una
determinada clase; se echaba mano del material de que se disponía y
les agradaba, cercano o alejado , y por eso , cuando aparecen rocas distintas del terreno en donde están, hay que achacarlo a la carestía de
losas utilizables en las Inmediaciones, que obligó a buscarlas en los
(osares y canfalares más lejanos, más bien que a necesidad de índole
religiosa.
En el dolmen de Cabana arqueta (Espolia), las losas graníticas están
en terreno pizarroso y según Cazurro (3) . .. . las hubieron de arrastrar
desde el punto donde se encuentra el granito, a lo menos a un kilómetro
y subirlas a lo alto de la loma, con un desnivel de más de 60 metros....
El mismo autor cita el de Arregañats (4) en el que se produce idéntico
fenómeno y Obermaier en el repetidamente nombrado de Matarrubilla (5 ) supone que uno de los materiales, el granito, de que está compuesto G... ha sido acarreado desde una distancia de unos 20 kil6metros, por lo menos ...» Más, todavía, demuestran nuestro aserto, los d614
menes en donde las losas son de distintas rocas, como en este último
citado, en el que, a las de arenisca, recogidas en los alrededores, se unen
las de granito, igualmente citadas, traídas de lejos, y el bloque de
(1) No podemos menos que hacer observar que una de las maderas más resistentes de nuestro pals, la eneina. lleva el nombre popular de carrasca - en Levante
es el nombre con que se la conoce - . Con esta madera se suelen construir todavla
las partes principales y de más resistencia de los carros.
El sufijo asc parece indicar abundancia y tamaflo, y asl se comprueba en peilasco,
de peña. y chubasco, del galaico-portugués chuua (lluvia), viéndose en esto el estrecho parentesro de dicho s ufijo con el adverbio eúskera asko (mucho).
La raiz CMr acabamos de ver que no 5610 significa vehlculo sino pefia. y dándole
a ase el significado que hemos dicho, podremos traducir carrasca quizá. más bien
que por tearrO grande. por epeñascol o .gran losa., por haber servido durante largos
siglos, en los dólmenes, para la construcción de puntales, palancas, cuñas y puntos
de apoyo; pero, principalmente, como polines o rodillos, que es de donde posiblemente le vino el nombre. Otra madera que por lo resistente pudo ser empleada. si
es que yaexlstla en nuestro pals en aquellas edades. es el algarrobo, ya que su nombro
creemos que equivale a ti carrobo, también de carro
(2 ) Cazurro. p. 10.
(3) Cazurro. p. 40.
(4) Cazurro. p. 46.
(5) Ober. Mata. p. 44.
-127 -
•
[page-n-128]
16
•
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
mármol, para formaci6n del ara; y Correia (1) cita en el anta octava de
la heredad de la Caeira, el caso de un sostén de granito entre varios
de pizarra .
La inclinación sistemática de los monolitos parietales dolménicos
hacia el interior y la existencia del túmulo, en muchos de ellos, parecen
denunciarnos claramente la técnica de la construcción de estos monumentos, que se efectuaría propablemente de la forma que sigue: Aportados los bloques y demás materiales necesarios al lugar de emplazamiento, se procedía a la construcción de lo que en la terminoJog[a de
la fu ndición llamamos un noyo (núcleo), es decir, a formar el bastimento
que había de ocupar lo que luego iha a ser el hueco interio r del dolmen
(Hg. 1, a). Este cuerpo, bastante fuerte para no hundirse al peso de
fl;. l. Constru«16n dr un da lmen: D. mideo o .nO)'o.; b. 10"'5; ~, palll ncas; d, p"nlol
dt apoyo de tu palaneu; # , unJ.. ,Irl pla nll r lIIf klUS dff'fhl'
las losas. tendría las paredes suficientemente inclinadas, formando
una pirámide truncada, a fin de que las piedras, al ser levantadas dere·
chas, pudieran llegar a descansar sobre el noyo, evitando el peligro de
que cayesen hacia el exterior o interio r, si se plantaban verticales,
dada cuenta de la falta de base estable, en tales bloques, de cantos y
caras desiguales (2) y por lo tanto, difícilmente situables en posición
Corrda. p. 52.
(2) Mélida el) al hablar de las piedras que componen un dolmen de la Vega
del Guadancil. dice de estas que estAn , ..• mejor labradas ... que en los antedi.
chos...t: pero por las fotografias de unos y de otros se ve que son cantos irregula.
res sin labra de escuadrado, por lo que la frase .meJor labradast debe ser sólo una
manera de decir. que se presta a confusión. Perlcot (2), refiriéndose a [os catalanes.
opina que •... en ningún caso .. . puede asegurarse la exlstencia de un labrado de las
losas...' No obstante, en otros monumentos encontramos la labra de la piedra; Gómez:·
Moreno (3), hablando de las losas que forman el dolmen de Viera, dice: •... Mi pri.
( 1)
Mllidtl , p. 9 Y l~m . V.
PnictJt. p. 22.
(3) C6ma·Mtlftlfo. p. as.
(1)
(2)
-128-
[page-n-129]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
17
normal al suelo, y era por esto necesario que la construcción se hiciese
as!, para que pudiese realizarse con absoluta seguridad, pues téngase
en cuenta que, si bien se encuentran bloques parietales, en los dólmenes que, a pesar de estar inclinados, se mantienen en situación de equilibrio estable, por caer su centro de gravedad hacia el interior de su
base los hay también muchos, quizá los más, en posición inestable, y
éstos había que retenerlos - que es el motivo de la construcción del
núcleo-hasta su fijación y el acabamiento de la obra; COn lo que
quedaban, además, solidarios unos de otros,
Practicábase a lrededor de l núcleo una zan ja para albergar dichos
pies derechos b, haciéndola lo suficientemente profunda para que , una
vez las losas derechas y apisonadas con tierra y cascote, se mantusiesen
en su sitio, después de deshacer el noyo. Los bloques b se colocaban
acostados y apuntando -lo que habla de ser base - a la zanja e,
perpendicularmente a a y situados a su alrededor; y una vez hecho esto,
con palancas e se Iban levantando los bloques, y rellenando con piedras
mera impresión, viendo [a esmerada labor de las mismas, su lisura y ajustes, que
apenas dejan resquicio, fué creer en el uso de herramIentas de meta!: pero examinando con detención, jamás he podido rastrear su huella, y por el contrario, algunas
piedras, hacia la boca del corredor, que se labrarlan a lo último. presentan su haz
lleno de concavidades redondas, hechas con un instrumento romo y contundente.
con el cincelo hacha de piedra, con que se procedella, machacando más bien que
tallando, de conformidad con la naturaleza de la roca, desmoronadiza sin gran
esfuerzo, cuando aún conservase el agua de cantera ...• Obermaler (1), refirj~ndO$C
al de Matarrubilla, dice que .... ninguna de las piedras de cubierta muestran huellas
de aparejo de trabajo, si no que se trata sólo de piezas usadas en el mismo estado
en que se encontraron en las canteras próximas.... : pero al hablar de la pila o altar
de mármol hallado en el mismo, dice que está tallado y •... los surcos de la talla son
cortos, poco agudos e irregulares. lo cual hace suponer, desde luego, el que fuera
picada la depresión, lenta y trabajosamente, con martillos de piedra, más que con
herramientas de meta!".t: tambIén en el dolmen de VIera, aparece una puerta
cortada en uno de los monolitos. y unas entalladuras Importantes, lo cual L. no se
realizó si no con instrumento de piedra ...• (2).
Es, pues. indudable que se trabajaban las losas algunas veces; pero de ordinario,
se utilizaban en bruto. La piedra se labraba. se pulla, se grabab::t - como ya hemcs
indicado más arriba-se perforaba y hasta se aserraba, según dice Munro (3) al
hablar del palafito del lago de Mooseedorf - cantón de Berna - que atribuye a
la Edad de Piedra: •... le sdage de fa piuTe Itail connu d alte lpoque. ai>rsi que le
dlmontTent fes poTtions de pieTTts qu'on a ITOUQtes sdhs ...• : pero no se refiere sino a
pequeñas porciones.
(1)
(2)
(3)
Obtr. Mata. p. :;2.
Mu. NN. p. 78 Y 79.
MI/nra. p. 80.
-129-
[page-n-130]
18
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
y tierra el espacio que quedaba hueco por debajo (Fig. 11 g. g) para que
los sostuviese; detalle muy esencial a tener en cuenta, porque Iba
formándose un piso alrededor de a que permitía el accionamiento de
las palancas y peones cada vez más arriba, a medida que las losas b', b",
s'! levantaban; y de esta manera, elevando alternativamente los tormos,
el suelo, los hombres y las palancas. acababan por enderezar los monolitos b' b" y tener al mismo tiempo casi formado un túmulo g, g',
producto de la técnica constructiva y no del ritual funerario (1).
Una vez todos los bloques descansando en el noya y relleno el es-
Fil:. 11. Conllrucdlin de un dolmen: a, noyo ; 11' 11", IDsas; c', pl lluea: d, punto
de apoyo de l. palanca; 1', 1 : r 1', ICrTlpltn.
060
(1) Hemos de dar somera cuenta de algunas opiniones vertidas sobro construc.
cl6n de d6lmenes; G6mez·Moreno (1) presupone el túmulo hecho al empezar la cons·
trucci6n, cuando dice: •... primero formaban la caja del edificio en medio del tú·
mulo; suMan por el las piedras ... dejAbanla.s caer luego en la cortadur¡¡, resul.
tando. a poco trabajo, cubiertas.... Aparte de que levantar las losas y desllzarlas
resultaria muy dificil en este sistema y el descendimiento por la cortadura, a medida
que ésta fuese más profunda. convertirla el tormo en un terrible arrlete, cuyo manejo
y dirección seria temerario. peligrando la integridad del mismo bloque, el dispendio
de fuerza habla de ser muy superior, pues calculando, Ir0550 modo, un tormo de
20 toneladas, elevado a un túmulo de unos tres metros, consumirla no menos de
60.000 kilogrAmetros, sólo por este hecho, sin contar su enderezamiento y descenso,
al que no hablamos de conceder menos de 30.000. que es lo que, a lo más, consu·
miria pcr el procedimiento de las figs. 1, 11 Y 111, es decir, una tercera parte so·
lamente.
Mergelina (2) cree que para construir el dolmen de Menga L. se eligió un cerreto
próximo. constituido por una toba caliza, fAcU de trabajar. En la parte superior
de ~ se abrió un ancho foso, lo suficientemente capaz para albergar el monu·
mento .. . Alrededor de esta excavación por el interior y próximo a las paredes, se
abrió una zanja de unos 30 centlmetros. que habrla de servir para la cimentacI6n ...
se subieron los monolitos hasta la parte superior del cerrete excavado. y con ayuda
de palancas, se fueron deslizando hasta caer sobre la zanja .... El procedimiento es
esencialmente el mismo preconizado por su maestro. y si realmente el dolmen, como
dice, estA incrustado en un cerro calizo y la caja del megalito se ha cortado en el
mismo, nada tenemos que objetar, y el procedimiento, efectivamente, debe haber
sido, más o menos, el descrito; pero si no es tal cerrete y si el túmulo artificial, como
(l)
(2)
G6mrl·Mo",,"o. p. 86Mer. N«. p. 57.
-
130 -
[page-n-131]
UN "HIATUS" PRE HISTÓR ICO
19
pacio 1, que pudiera quedar entre aquéllos y el terraplén que habíase
formado para levantarlos, el poner los de la cubierta h (Hg. llI ) era
sencillo para aquellas gentes acostumbradas a trasladarlos desde muchos
Flg. 111 . Conltru~16n dc un dolmen: b", Iosaa II cl"fcha.; ,.. terrapltn; 11, losa dt
cubierta ; l, amontonamient o de tlrrn para evitar 111 lluvia t n ti Intulor: l. murO$
de contención lid Itrraplen.
posiblemente lo sea, este ha debido ser consecuencia de la construcción de l dolmen
como hemos hecho ver.
Mergelina llama IICxtrafta Inclinación. (1) a la que presentan las losas derechas,
hacia el interior de estos monumentos, como se ve en b" (flg. [11) Y en un dibujo
que publica, representa dichos bloques en equilibrio Inestable, diciendo que f . .. el
mismo peso de la piedra impedirla a ésta vencen¡e hacia eltnterio! de la construc·
ción .... 10 cual podrla ocurrir en aquellos casos en que el centro de gravedad cayese
dentro de la base, pero no en los demás, que seria lo más frecuente, sin duda. Al
pensar dicho prehlstorlador en la colocación de las piedras de cubIerta, se ve compe_
lido a rellenar el interior del dolmen de piedras y tierra. Esto pone de manifiesto [a
lógica de la construcción del noyo Q (ng. 1) desde el principio, a fin de descansar
las losas parietales sobre él y poder poner la cubierta.
El procedimiento de excavar la fosa para luego revestir interiormente las
paredes de losas, es el seguido en las cistas, generalmente de paredes de lajas delgadas (2), pero diflcilmente se hallarán dólmenes que no estén o exentos -excep.
tuando la zanja de cimentación - o recubiertos de un túmulo artificial, porque
éste, repetimos, es, en su origen, l6gica consecuencia de la construcci6n de los gran.
des d6lmenes y además porque, vaciar la caja de éstos en un cerro, para luego In.
troducir allt los monolitos, es de dificultades tan enormes para aquellos prehistóri.
coso que nos atreverlamos a calificarlas de insuperables, y asilo vló ya Cañal (3),
y el mismo Gómez·Moreno (4). preveyendo esto mismo, supone, para llevar a cabo
la construcción, a su modo f ... un sistema de mednlca desarrollada, que es dificil
Idear aqul, por mucho que se avispase el Ingenio de los andaluces ...• y esta duda
sobre la capacidad de estos prehistóricos, le lleva a suponer que fueran fenicios los
arquitectos •... pues ellos, por su aprendizaje con los egipcios, se adiestraron en el
empleo de materiales corpulentos.... Nosotros, al contrario, creemos que. para la
construcción de los más grandes dólmenes, bastó el conocimiento prflctico de la
palanca y el rodlllo, y disponer con suficiencia, y según los casos, de peones y de
animales de tiro.
M~~. N«. p. 58.
Siul. Md. p. 101 y Piwion.
Carial. p. 192,.) Gdmtl.Ma""a. p. 107.
(1)
(2)
(3)
-
131 -
[page-n-132]
NICOLÁS PR I MIT I VO G6MEZ
20
kilómetros, a veces, y a subirlos por pendientes ab ruptas, bastante
elevadas, cuando era preciso. Así, pues, les bastaba con fa bricar una
r:ampa que permitiese llegar hasta el terraplén g' y una vez alll, con
más sencillez todavía, situar el sombrero h sobre aquella cabeza y des~
hacer el noyo a, con lo que el dolmen quedaba terminado.
Seguramente que, en gran número de casos, sobre todo en los megalitos de modestas proporciones, sería más sencillo construir el edificio
que acarrear los materiales pa ra formarlo, y no ha bría necesidad de
formar apenas terraplén; pero en pocos se podria hacer caso omiso del
noyo, ya que ,Siempre aparecen las losas parietales bOl bOl inclinadas
hacia el interior, aunque esto, en algunos casos, pudiera ser más efecto
de la costumbre adquirida que de la necesidad constructiva.
Dejan do aparte la discusión de si todos los dólmenes tuvieron o
no túmulo (1 ) es seguro que, por lo menos, en los más monumentales,
hubo de construirse un terraplén para edificarlos, y que, en la cubierta,
se colocaría un montón de tierra y cascotes, i, apisonado, especie de
capuchón, para evitar que el dolmen se lloviese por dentro (2), tal como
se hace hoy, en nuestra región, al construir los mollons o cacherulels (3)
edificios hechos con piedra seca, las más veces, cuya bóveda es de falsa
(1) Cazurro. p. 11: Conde. p. 28 : P,,¡col. p. 22 y 117.
(2) Algunos dólmenes se ven provistos de grandes losas de cubierta que Tebasan
lo suficiente las paredes para que siTVan de resguudo a la !Juvia: asl se ve, porejem.
plo, en Cazurro ( 1) Y SerTa Ráfols (2). En otros dólme nes se ve mé.s patente la in _
tención de resguardar el interior, ya que las uniones de las losas que forman la
cubierta. estAr! tapadas por otras colocadas encima de la junta, como se obseTVa
en el de la Creu d'En Cuberfel/a y en el de la Barraca del Lladr, (J). Este hecho hace
sospechar que estos monumentos no hayan tenido nunca ni capuchón ni túmulo,
a pesar del resto de amontonamiento de piedras que se ve en alguno de ellos, como
en este último citado.
(3) El cacherulet es una construcción rústlca que consiste cn la formación de
un muro mé.s o menos circulu, con hiladas de piedras en bruto, reentrantes, que van
cerrando el Tecinto por la parte superior, en dcnde queda. finalmente, un agujero
que tapa una piedra que no es llave de cúpula, sino que descansa encima (lig. IV).
Una vez terminado, se pone a la parte de arriba un amasijo de tierra para evitar
que el refugio se nueva por dentro.
Esta construcción, de la misma técnica que los dólmenes llamados de falsa Cú'
puta, es muy corriente entre los labradores de los secanos del litoral valencianocatalán; terminando en la tlnea castellano-aragonesa, mé.s adentro de la cual no
hemos encontrado este tipo, empleado en la actualidad pua guarecerse de la lluvia
y del sol, en los campos secanos y que casi slempTe se halla sin puerta de clerTe.
{ll
ClUU"O. p. 31. 36. 33, 47, SI. 53 y 5.5.
(2) SR. E!Cp. p. 74. IIr. 28.
(3) CtuU"o. p. SS: Bosar. S~p. p. 482.
132 -
[page-n-133]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
21
cúpula (figs. 3 Y 4lám. A){l) supervivenciasin duda de las construcciones
megaliticas.
Hecho el terraplén por necesidad de la edificaci6n, y el capucho
para evitar el agua, la uni6n de ambos para formar el túmulo, pudo
hacerlo el tiempo y la estética, además de que sería más c6modo dejar
el terraplén que deshacerlo, quedando mucho más resguardado el
dolmen, como hoy ocurre con los dichos cacheTulels que fabrican los
obreros en nuestras canteras para guardar sus herramientas (2), cuyas
construcciones las recubren de verdaderos montículos de cascote y
fl&.IV. Alzldo)' pllnta dt.un uchnuld modfrnG. Tipo valwclano.
(1) Construcci6n rural moderna. de falsa cúpula, llamada caderulet en la par.
tida del Canór;, de Alcudia de Crespins (Valencia), e interior de r.u falsa cúpula.
(2) Ademb de los labradores, construyen también esta clase de refugios los
canteros y los caleros.
-133-
[page-n-134]
22
NICOLÁS PRIMITIVO GÓMEZ
tierras, a fin de que les sea más difícil a los ladrones saltearIas (Hg. 1,
lám. B) (1).
El tamaño del túmulo estaría en proporciones de la grandiosidad
del monumento funerario que habia de cubrir y de la riqueza a contener,
yes posible que la costumbre, que aún persiste entre nosotros, de echar
puñados de tierra encima del ataúd, los que presencian la inhumación,
y la otra de tirar piedras los caminantes al lugar en donde se produjo una
muerte desgraciada - con lo que se forman grandes montones de
piedras (2) en corto tiempo - tengan sus raíces en la época dolménica;
pero no sabemos, en realidad, el significado primitivo de estas ofrendas (3).
Se puede asegurar, después de todo lo dicho, que la construcción
de los dólmenes, era una manifestación arquitectónica de la época,
que no estaba al alcance de todo el mundo, habida cuenta de la gran
cantidad de mano de obra que representaban; habiendo tenido, indudablemente, en muchos casos, que movilizar verdaderos ejércitos de peones
y bestias, y emplear una no despreciable cuantía en maderamen, cuerdas
y correas, además de la piedra, que, lógicamente, había de alcanzar
un gran valor, debido a su gran consumo y dificultad de extracción.
Esta escasez , frente a la necesidad adquirida de construir, hizo , sin
duda, adoptar el aparejo pequeño de los dólmenes llamados de «falsa
cúpulCl», que consiste en hiladas de piedras reentrantes, cubiertas por
grandes losas. Este reentramiento da a los paramentos interiores de
estos dólmenes, una inclinación que recuerda la que adoptaron los
monolitos para caer sobre los noyos, por lo que hace suponer que el
(1) Cacherulet doble en las canteras del Barranquet Vefl o de La Couatella, en
Godella (Valencia). El de la derecha sirve de refugio y el de Izquierda, con puerta,
como almac6n de herramientas.
(2) Hemos podido c
8usco. desde Sot de Chera; en 8ronchales (TeTue1) (fig. 2. IAm. 8) (1) y en otros
sitios. Un origen parecido deben tener los amil/adairos - amontonamientos de
piedras _ que se forman alrededcr del Santuario de San Andrés de Teixid6, cerca
del Cabo Ortegal (CaJicia), con las piedras arrojadas por los romeros en señal de
cumplimiento de votos (2).
En muchos dólmenes sin túmulo se ven alrededor amontonamientos de piedras
como &1 fuesen los restos testimoniales de estas costumbres o del mon11culo que
los cubrirla. tal vez.
(3) Jajhag (3) dice: 1 ... No es raro encontrar alrededor de nuestras iglesias y
ermitas romAnlcas, piedras de forma parecida a la de una cabeza, señalando el lugar
de antiguas sepulturas....
(1) CrllE do Pedro Bluco y amontonamiento de piedra; a la duocha del cam ino del Treme_
dal (Bronchalos, T\II"uel)
(2)
(3)
Madi/l ir a.
la/Ira, . p. 13.
-
134 -
[page-n-135]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
23
origen de semejante tipo de construcci6n, es la imitaci6n del dolmen de
grandes bloques derechos, y para cerciorarse de ello, basta examinar
el de Matarrubilla (1), en donde la longitud de las losas era suficiente
"ara descansar sobre las paredes, aunque éstas hubiesen sido verticales;
también se observa en los dibujos que Dechelette publica del de Alcalar
(Algarve) (2), lo que demuestra que el reentramiento, no tué preconcebido a fin de aprovechar losas más cortas, sino , posiblemente, por
imitaci6n a los d61menes de pies monolíticos, como decimos, ya que,
para la construcci6n de los monumentos de fa lsa cúpula y grandes
losas de cubierta, hubieron de necesitar igualmente, y aun con mayor
motivo, de la formaci6n de un núcleo o noyo.
En algunos d61menes de losas cicl6peas, existen detrás de éstas,
muros formados por lajas y cantos de piedra (fig. ¡ I I, j, j). Así aparecen
en los de Viera y Menga (3) y en el de «Soto de Triguera$\) (4). Estos
muros son, seguramente. de descarga y sirven para la contenci6n de
las tierras laterales del túmulo, a fin de que no pese sobre los bloques
parietales, dejando a estos, solamente, la funci6n de sostener la cubierta.
Al pequeño aparejo le hacían tomar la desviación de las losas a que estaba
adosado, y, cuando éstas desaparecieron (5) de la construcci6n, continuó
Obe,. Mata. ligs. 19 y 20.
Dtdztltlte. p. 37. rig. 6.
(3) G6mu·Morlno. p. 86.
(4) Obe" Soto. p. 8.
(5) Va a ser difícil averiguar exactamente el transito del tipo de megalitos
parietales al de pequeño aparejo: una hipóte::is aceptable creemos que seria la de
que el flaqueamiento de algunos bloques pusiera de maniflesto la resistencia del
muro de lascas y cantos pequeftos que habla en el interior, para descarga del túmulo.
GÓme:¡:·Moreno (1) se inclina por un proceso contrario, y opina que la Cueva del
Romeral de falsa cúpula es anterior a la de Menga, de grandes monolitos, pues dice
que •... la incllnaclón de las paredes en la cueva de Menga, como por lo común en
l:t:l antas, apenas resultarla Justificable sI no recordando los saledizos del Romeral,
y pueden ser también un resabIo del sistema aparejado de los contramuros de
liviana mamposterla, igualmente vistos en el tesoro de Orcomene y túmulo de
Sardes ...• y supone (2) que este cambio de construcción se efectuó f, .. hacia el siglo
XI antes de Cristo ... en que los fenicios ... quizá Influyeron en la arquiteotura, transformAndola de aparejada en megalltica ...•
Mantenemos nuestra opinión de que las losas parietales tomaron la inclinación
por la necesidad de descansarlas en algo que las substentase durante la construcci6n
y entlbamlento, faltas en su mayorla de base para sostenerse por si mismas; y que
los muros de descarga tomaron la natural inclinación de las losas a las que se ado.
saron y que el pequefto aparejo continuó Inclinado por costumbre mA:s bien que
por necesidad, hasta que por el tiempo se aprenderla su utilidad para el cerra·
miento con piedras de menor tamaño.
(1)
(2)
(1) Gdmll.MorllIO. p. 107 y loa
(2) Gdmq·Mo",IO. p. 130.
-135 -
[page-n-136]
24
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
fabricándose inclinado, sin aprovechar su ventaja. Fué posteriormente,
sin duda, cuando la práctica puso a los megalfticos sobre el secreto
del cierre superior con losas, de vez en vez más pequeñas. hasta llegar
al cacherulel (1) actual (fig. IV), cuyas falsas cúpulas se cierran por urtct
lasca, la mayor parte de las veces no mayor que las demás que forman
las paredes.
Es muy probable que a este resultado fuese impulsado el hombre
por la carencia de losas y el coste excesivo de la mano de obra, lo que
justifica también el que, paralelamente a esta clase de sepeliossiempre caros, más o menos, ya veces fastuosos, y no prodiga bies, por
lo tanto - hubiesen de existir otros más modestos, en cistas, aprovechando las cuevas y grietas naturales, en silos, etc.; algo quizá, parecido
a como si dijéramos: los panteones de los poderosos (dólmenes), los
nichos de la clase media (cistas) y la fosa común (cuevas y pozos funerarios).
Parece confirmar esta distinción, el que en los dólmenes es siempre
escasa la cantidad de los ocupantes, comprobable; aunque en algunos
casos, y como excepción, se eleve el número, sin que depase la posibilidad de que se trate de un largo uso de la cámara funeraria u otras
circunstancias igualmente explicables (2).
Sentado, pues, que la arquitectura dolménica era cara y por lo tanto
solamente asequible a las gentes más poderosas - relativamente a la
riqueza del pals en donde se situaban - es lógico suponer que es, en
los valles ricos en donde mejor debieron edificarse los más espléndidos
monumentos, para cobijar a sus jefes; y es precisamente en los lugares
donde suelen faltar; pero 10 lógico es esto, que no existan a la vista,
sabiendo el gran valor que, en todo tiempo, ha tenido la piedra en las
llanuras y, en éstas, en la cercanía de las grandes ciudades, y que era
muchísimo más barato y fácil aprovechar las losas que les deparaban
los megalitos, que no arrancarlas.
(1) Cacholas llaman los riberel\os del Cinca a unas cuevas artHiclales habitadas
en tiempos pasados (1); en francés CQchu slgniUca tesCOnder.. Es posible que, tanto
cachola como cacherulel, deriven de. la misma rah y equivalgan a .refugiO" que es
lo que en realidad son, sobre todo estos últimos.
(2) En un dolmen de cúpula de Almlzaraque, descubierto por L. Siret, se hallaron restos de más de cincuenta Individuos (2), Nada impide pensar que se tratase
de un panteón famlllar, y no de una fosa común.
(L)
(2)
Lo .. bemol por referenclu,
Mllttl. p. 22.
Ob~"
-136-
[page-n-137]
UN "H IATUS" PREH ISTÓRICO
25
v
LA CIVILIZACiÓN MEGALITICA
Durante la época megalítica, no hay duda que existiría gran respeto
hacia sus monumentos funera rios, que posiblemente fueron ya salteados
por los contemporáneos buscadores de sus riquezas de manera sigilosa;
aunque, ordinariamente, debió respetarse la construcción, por lo menos
a parentemente; un gran número de dólmenes, persistiría du rante siglos,
los suficientes para que los aluviones de los ríos, en Jos valles, los fuese n
cubriendo y dejando cada vez más disimulados y hasta perd idos (1).
No hemos de perder, pues, la esperanza de que, un día, la excavaci6n
fo rtuita descubra en el llano monumentos megalíticos, ya la existencia
de túmulos es posible que, en parte, se deba el gran número de topóni mos que, en nuestro va lle valenciano. significan altozanos u oteros:
alter, co/elles, montel/s, t~os, pujols, etc., nombres de lugar que han
de dar que sospecha r al prehistoriador, sobre todo los a veces, situados
en lugares completamente llanos; porque es proverbial el afán por la
t ierra cultivable que tiene nuestro pueblo de la llanura y hay que ver
cómo va conquista ndo al agua marjales y campos, convirtiendo el
I/uen! (laguna) en arrozales, y éstos, por el tiempo, en hue rtas. Para
esto desmonta los sitios altos, convirtiéndolos en regadíos, y baja, en
barquichuelos sin quilla -'- por los canales y escorredores hasta los
pantanos - las tierras arrancadas y las arroja en los lagunazos a fin de
ir dejándolos en seco y cultivarlos
De alguno de estos alters desmontado, hemos oído hablar de hallazgos de sepulturas yotros restos, como el del Alteró de Miquel de Sollana,
(1) La tendencia nlvelatorlade las aguas. dIsminuyendo las cImas y rellenando
los valles, ast como la del arado, ha disimulado los túmulos, con o sin dólmenes, y
sin duda, en muchas partes, deben de existir ignorados y que sólo el azar pondrá. al
descubierto en su dla, o una investigación y tanteo conscientes.
Obermaier ( 1), del dolmen de Matarrubilla, dice que •... primitivamente, marta
cubierto por una colina de tierra de regulares dimensiones, pero es probable que se
allanase en el transcun;o de los años, de modo que hoy no se destaca nada este
lugar, en el paisaje ondulado .... ; y Cañal al hablar del de la CUfWQ de la Pastora (2),
da a entender que el túmulo que la contiene no se distingue de los muchos oteros o
altozanos que le rodean, y as\ se podria decir de algunos, hallados al atar de los
trabajos agrlcolas, como este de la Pastora.
(1)
(2)
OlHr . Mala. p. 44.
(;r;¡;¡al. p. 192.
-
137-
[page-n-138]
26
NICOLÁS PRIMITIVO G6MEZ
partida de ús BQS~s o Barraquet, arrasado hace años; en el que se
halló un hacha de ofita de fondo verdoso, con manchas obscuras, de 205
milímetros de longitud (Hg. 3, lám. B). Se hallaba en la colección
Almarche. El señor Vera Verdú, ilustrado médico de dicha localidad, nos
dijo que en dicho alter había sido hallado un dolmen y una sepultura;
pero no pudimos hallar comprobación de lo primero, habido el tiempo
que ya la excavación había sido hecha y las manos profanas que la
realizaron.
Son innumerables los alters y pujols desmontados, de los que se
puede tener noticia, unas veces por relación de los agricultores que los
t rabajaron o que recuerdan haberlo oído contar a sus mayores, otros
por la toponimia; y no podemos menos que pensar en que, sin duda,
muchos de ellos debieron ser arqueológicos - recuérdense, también ,
e/s pujols de Castel1ón de la Plana (1) - y guardarán quizás en su seno,
todavía, el monumento que les confiaron nuestros antepasados prehistóricos, algunos posiblemente intactos, así como otros debieron desaparecer por completo.
Sería demasiado hipotético nuestro razonamiento, si fundásemos
la posibilidad de la existencia de dólmenes en las llanuras, en estas
razones y escasos indicios aducidos aunque añadamos en apoyo de
nuestra hipótesis el argumento de la persistencia de las construcciones
de nuestros secanos llamadas cacherulets; pero es que además, en apoyo
de nuestra argumentación, tenemos el hecho de que en la época de
los megalitos hay comunidad de cultura entre estos y ciertas estaciones
de altura, cuevas, silos, cistas, fosas y túmulos; y existiendo estos tipos
en nuestra región, constituyendo algunos aspectos de aquella civilización que floreció al principio de los metales, no parece lógico que la
faceta funeraria más suntuosa de aquella cultura - como son los dólmenes - sea precisamente la que falte de ordinario, en [os llanos, casi
siempre más ricos y, sobre todo, en una de las regiones de más opulencia
natural, que ya en aquellas épocas, sin duda alguna, florecería, cuando
menos, por su ganadería.
Los megalitos perduraron desde el neolítico hasta principios del
bronce, a través de todo el enea lítico y forman uno de los sectores de
cultura más estudiados, a causa de su gran extensión. que abarca desde
la India al Mar del Norte , siendo principalmente litoral (2), manifestando su difusión y vitalidad ser efecto de una civilización tan persIstente que llegó a una gran uniformidad y se enseñoreó, en el transcurso del tiempo, «.•• de las zonas costeras del Mar Mediterráneo, del
Atlántico, del Mar del Norte y del Báltico ...• Estos monumentos - corn(1)
(2)
AlmfUCht. p. 35 Y 87; HugUtl. p·II96.
Ob«. Mala, ps. 5, 6 y 7.
-
138-
[page-n-139]
UN "HIATUS"
PREHISTÓRICO
27
probado en gran número de casos su oficio funerario, de carácter más
o menos aristocrático, casi siempre - se habían de corresponder con
otros más modestos y asequibles, digamos populares, y de hecho, tenemos los silos, como la estaci6n de Filomena, en Villarreal; las cistas
y tinajas, como en la Ladera de San Ant6n; los túmulos, como el de
Gayanes, el Castillarejo, de Enguera, y el de la Montaña de Rafel, de
Tabernes de VaUdigna (1); Y las cuevas funerarias, como la del Barranc
deles Foyetes, de la misma localidad, y dada a luz por Valiente Izquierdo;
las del Sargal, en Viver (Caste1l6n), y otras inéditas todavía; con material argárico unas estaciones, campaniforme otras, como la de Filomena citada (2); la de la Sar~a de Bocalrente (3), denunciada por PonseU Cortés, con cerámica decorada con incisiones cardiales, y las ya
clásicas Cuevas: de Roca (4), de Orihuela del Segura, de la Avellanera
(Catadau) (5), de San Nicolás (OlIería) (6), de les Marave/les (Candía) (7)
y aún otras, con sus discutidos restos del neolítico. De las cuevas con
cultura similar a la de los megalitos, Pericot (8), al estudiarlas, dice:
_Hace pocos años que P. Bosch Gimpera se dió cuenta por vez primera
de esta identidad de cultura que vamos a señalar (80sch, Prehislória
0
Calalana, pág. 77 y siguientes) y 1 que entonces era s610 una hipótesis
a comprobar, ha recibido estos últimos tiempos tantos refuerzos, que
no puede ya dudarse de su certeza ...• ; hecho que confirma el mismo
80sch en Hispania, un año más tarde (9), indicando a continuación
que •... los restos de poblados y talleres neolíticos dan un material
parecido al de los megalitos y cuevas ...• y Serra Vilaró (10) en su Memoria sobre el dolmen de Llanera, dijo anteriormente: *En año y medio
que llevo dedicado a estas exploraciones, he encontrado ya unas veinte
cuevas conservando restos prehistóricos, siendo sólo seis habitaciones,
Valiente.
(2) Sos. Es/. 1924, p. 51.
(3) Ballester. Cfr. p. 17, 18,20,21,22; Servicio. p. 12.
(4) Clsbert. T. 1, ps. 16, 19 Y lám.; VilanOlla. Origtn.lám. I núm. 14 y 15, ps. 222,
Z35 y 389: Vi/anal/a. Rada. ps. 423. 461 y 462: Moreno. pass;m.
Don Santiago Moreno Tovillas estudió esta cueva y sus restos, presentando en
1872 una Memoria detal!ada con dibujos, a la Sociedad Arqueológica Valenciana
que no llegó a publicar: cuyo manuscrito tuvimos la ocasión de encontrar en una
IIbrerla de lance y que procuraremos dar a luz en breve,
(5) Vi/anal/a. Est. p. 72; Vilanova. Mem. ps. 21, 462. 482 Y 483; Vilonova.
Orig,n. p. 363: Vilanova. Rada p_ 453, 492.
(6) Vilamwa. Mem. ps. 21, 462. 482 y 483; VilanOlla. Origen. ps. 349 y 353;
Vilanova. Rada. ps. 447 y 452.
(7) Balllster. Cero passim.; VilanO/Ja. Mem .. ps. 2 1,y 483; VilanOlla. Origen.
ps. 250, 349 y 364: VilanO/la, Rada, pS. 447, 452.
(8) P"icol, p. 59,
(9) Bosch Arq., p. 159.
(10) Sura Ua., p. 4.
(l)
-139 -
[page-n-140]
28
NICOLÁS PRIM ITIVO G6MEZ
y sepulturas las demás. El mismo pueblo que utilizaba estas viviendas
y necrópolis que le deparaba la naturaleza, era el constructor de los
sepulcros megalíticos y tumularest.
y así como acabamos de ver que, en la cultura megalítica, a los aristocráticos dólmenes corresponden otras sepulturas más hum.ildes,
también a las humildes cuevas habitadas, como las que señala Serra
Vilar6, correspondían viviendas más o menos suntuosas, al aire libre:
las colocadas en alturas acantiladas y defendidas - poblados, fortalezas y atalayas - que desde la época neolítica y a través de la edad del
Cobre. perduraron hasta principios del bronce; tal como ocurre en los
dólmenes, de cuya paridad dijo CorTeia en su estudio del cabezo llamado
El Castillo, a orillas del Téra (Portugal) que eran (1) «.•. los restos de
una aldea neolítica cuyo estado de civilización acusaba ya influencias
del período del cobre ... siendo los hombres que la habitaron los mismos
que erigieron las anta5 (2) diseminadas por los alrededores ...•
En nuestra Región tenemos estaciones de altura cuyo período
abarca toda la duración de la cultura megalftica, sin duda, ya que, entre
el neolítico, según 805Gh, del Puntal deIs Moros, de Náquera (3), y los
albores del bronce de la lloma del Comellars, al Mas de Menente, de
Alcoy (4), existen innumerables estaciones, entre las que podemos citar
las halladas por M. Jornet, con cerámicas del eneolítico, en el valle de
Albaida y estudiadas por nuestro Ballester Tormo (5) .
Es tal el número de estaciones de altura correspondientes a esta
civilización - no bien determinada todavía, ni menos matizada, por
cuanto cada día surgen elementos inesperados que obligan a desplazamientos, ampliaciones o conjunciones, de culturas que se tenfan por
diversas - que es difícil hallar un valle, en nuestra región, por pequeño
que sea, que no la tenga, y hay rincones donde encontramos, no una,
sino tres y más, como en Corbera de Alcira , Olocau, Náquera y otros
puntos; y un valle como el valenciano, al que naturaleza dotó con
dos ríos de buen caudal- aparte de los afluentes y menores. - que
estaba, en gran parte, formado en dicha época, no debió, en manera
alguna, quedar al margen de la cultura de los dólmenes, y. más estando
como está rodeado de estaciones de altura - contemporáneas y de
técnica mobiliaria equivalente - con tal profusión que, ya uno parece
que lleve el convencimiento de hallar restos prehistóricos, al subir a
cualquier cabezo: el Puntal deIs Moros, Montaspre, e/s Trencalls y les
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
Comia, p. 12.
Ll!manse, en Portugal, ontos a los dólmenes,
Bosch, Prob/emes, p. 96.
Ponsell.
Balles/er, Cero
-140-
[page-n-141]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
29
Solsides, en Náquera (1); el Sall de Ria, deSerra; el Por/ichol, Penya Roja
y el Puntal del Mungally, en Olocau (2); el Caber;o de la Casa de Camp en
Casinos; la Cdua Foradá, la Ermita de Sen! Miquel (fig. 2, lám. C) y la
Caua del Cauall, en Liria (3); la de Monfiel, en Benaguacil; (fig. 3,
rám, C) (4) la Monlanyela de Cabrera, (fig. 4, lám. C) (5) y Morredondo
en Torrente; el Por/ell, en Montserrat; el Gas/ellel de Senyera (Hg. 1,
lám. D) la Montanya de Carlos, el Punlal del'Ahuelay el Gastell, en Corbera de Alcira (fig 2, lám. D) (6); la Serreta del pas Buuap, en Tabernes
de Valldigna (fig. 4, lám. D); el Caber;ol, en Cullera (rig. 3, lám. D) (7)
el Cas/ellel de la Llama de Bechi, en la Vallesa de Mandor; el Caber; del
Puig (8) y muchos otros puntos de que tenemos noticia y no hemos visi·
tado, y más, seguramente, que yacen todavía en la obscuridad y de los
que ni noticias tenemos, que contemplan el valle valenciano, al que
s610 nos circunscribimos en este momento.
VI
LAS CIUDADES DEL LLANO
Tal conjunto de estaciones de altura, la mayor parte probablemente
militares, es natural que algo tuviesen que defender, además de que
tampoco es 1
6gico pensar que la gran extensi6n de la llanura, rica y
feraz, quedase deshabitada y que este valle, surcado por los ríos, los
canales y los lagos - de los que quedan los cauces actuales, la Albufera
yel recuerdo de la toponimia - tan apropiado para ser asiento de navegantes, ya que la naturaleza presentaba un sinnúmero de puertos
naturales, apropiados para la navegaci6n prehist6rica, quedase en
barbecho, contemplado por innumerables gentes, viviendo en inc6modos y estériles riscos.
y en efecto, este valle fué asiento de un gran pueblo navegante,
Lluch.
Nic. OIocau.
(3) Uriel.
(4) El rlo Turia y al rondo. derecha la Ermitade Monlill desde VilJamarchante.
(5) La Montaflyeta d. Cabrera, a la deu:cha y al rondo Izquierda Torrente
(Valencia).
(6) En primer t6rmino el Punta, entre Boqueta y Fontanelles; en segundo
t6rmino: izquierda. la M01lfanya de Carlos, la población al centro yel Caslell a
la derecha. Al rondo la Montl1nyeta de Sent Miquel y la Ribera del Júcar.
(7) La. Ribera baja del Júcar y al fondo la montafta de Cullera CQn las estaciones
de El CabtfOl. hacia la Izquierda, el For! en la parte alta de la derecha y el Caslell
en la vertiente de dicho lado.
(8) Véase, mas adelante, el estudio de estas estaciones.
(1)
(2)
-141-
[page-n-142]
30
NICOLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
los Sicanos, del que nos hablan los historiadores antiguos (1) aunque
de una manera parca, dándonos a entender que colonizaron en el Mediterráneo Central (2) y que pertenecian a las gentes Iberas (3) y que
estaban situados hacia la desembocadura del Júcar (4).
Los íberos llegan hasta los linderos de la historia subdivididos en
multitud de pueblos a los que todavía se les recuerda dicho origen,
mientras que los Tartesios estaban olvidados ya desde el siglo v antes
de Cristo (5) a causa, seguramente, de su destrucci6n por los Cartagineses (6), efectuada, según Schulten, en las proximidades de dicho siglo.
Los Tartesios estaban enclavados entre gentes iberas-como parece
atestiguarlo el periplo de Aviene (7) - cuyo fenómeno podía ser de(1) Véase una bibUografia bastante completa en Vicedo San Felipe (1). No
participamos de sus conclusiones al identificar el Sicana con el Serpls y situar a
sus habitantes en la reglón alcoyana.
(2) Diod. Sic., V, 6; PhiUpon, p. 102.
e::) Diod. Ha/ic. J, 22. Seguramente que tal afirmación procederá de alguna
tradición antigua que situase a los Sicanosen el solar que luego ocuparon los Iberos;
pero pudo ser también que aquellos fuesen una parte de estas gentes o que se tra·
tase de una Inrlltración de colonias extranjeras que penetrasen como cu~a entre
los Iberos.
El fen6meno del pichal, en el habla valenciana - que distingue la del valle ocu·
pado por la capital de la del resto de la reglón, y que algunos han supuesto que se
originaba en la repoblaci6n de la Reconquista, sin conseguir demostrarlo - debe
obedea:r a la Influencia de una colonización extraña de larga persistencia, tal vet,
en la prehistoria.
(4) Avieno, 479 y 480:
altolil inde se sicana civilas,
propinquo ab all/ni sic illXata Hibericis ...
(5) Schullen. Tar., ps. 109 y siguientes.
(6) Schu/ten. Tar., p. 97.
(7) Aviene, 248 a 255, 463 y 464, 473 a 476.
al Hiberus ind, manal amnis, el locos
lecundal lUIda: plurimi el ipso lerunl
dictas Hiberos, non ao illo Ilumine
quod inquidos (/10) Vasconas prae/aoi/ur.
nam quidquid amnem gentis huius adiacef
«e;duum ad axem, Hiberiam cognominant.
Pars porro 100 continel TartesIas
el Cito/cenos ......................••. , ..
.... ..••. , . •Me terminus quondall/ steW
TartesiorUm; Me Hema ci/lilas luil.
Et contra Hiberi in usqUi! P¡TllIt ¡ugulII
ius prO/l/llert propfer inlerius mOTI
{ate locuti; pTlma eorum ci/litas
/lerda surgit .. ...... . ....•..............
Habla, por lo tanto, Iberos antes y despu!s de Tartesios, estando metida entre
dichas gentes, como una ouita, esta ciudad.
lO
V¡,s. Ale. T. 11. p. L40"1 Ilgulentes.
-142-
•
[page-n-143]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
31
bido a que aquel pueblo formase parte de los Iberos o a que fuesen
gentes extrañas que, como una cuña, hubiesen invadido el territorio,
viniendo del Norte de Africa o por el mar. Schulten se ineJina a creer les
un sedimento de los Ligures y extraños, por 10 tanto, a los 1beros (1);
pero la lingtiística y la toponimia, más parecen probar que se trate
de un pueblo invasor, venido posteriormente a la existencia de los
Iberos en el territorio tartesio (2).
Los Tartesios se disputaron con los Fenicios la talasocracia durante
siglos, en los que ocurrieron, según toda probabilidad, alternativas en
el ejercicio de la hegemonía sobre los mares conocidos, por los dos pue 4
bias navegantes (3), Bosch Gi mpera no encuentra razones suficientes
para hacer retroceder en la antigüedad, a los Fenicios, más allá del
siglo VIII a. de C. (4); pero en esta época, ya las .naves de Tarsist eran
célebres desde el siglo x cuando menos (5); lo que parece significar que
los Tartesios pudieran ser anteriores y alcanzando las postrimerías de
la Edad del Bronce o una antigüedad todavía mayor (6).
Los Sicanos aparecen en los escritores antiguos un poco fabulosamente e ignorados en sus cualidades marineras, que debieron tene r,
ya que ejerCieron, seguramente, la talasocracia, en un tiempo , cuando
fundaron colonias en Sicilia y otros puntos del Mediterráneo. Thucidides (7)- dice que los Sicanos pasaron a Sicilla ahuyentados por los
Ligures, de lo que se hacen eco otros autores. Philipon (8), aunque
opinando que proceden de Asia, dice que los lberosicanos son los pri4
meros Indoeuropeos que ocuparon la Italia, apoyándose en Virgilio
y otros autores, que afirman de ellos que fueron los más antiguos habitantes del Lacio, digamos, colonizadores.
Los Iberos protohistóricos no se distinguen como navegantes, sino
que eevitan el maN (9) y ninguno de los escritores antiguos habla de
(1) Sch¡¡/ten, Tar., ps. 164 y 165.
(2) Andalucia y Murcia Interrumpen la unidad lonetlca del litoral espal'iol.
mucho mas similar en el NE. y levante, con el W. y NW. que no con el S. y SE.
Algunos topónimos, como Albuñol, Gastillerro, Muela de Montalvlch (Almerla), etc.,
son como sedimentos de la fon6t1ca ibera, anterior a la actual. que hemos supuesto
tartesia.
(3) Bo~h. Fenicia,,' Schulten. Tar.
(4) Bos.:h. F,nicia, p.348.
(5) Bo~h. Fenicia. p. 315; Schult,ln. Tar., p. II Y siguientes.
(6) Schulfen. Tar. passim. GÓme:¡;·Moreno (1) supone a los Tartesios construc.
tares de los dólmenes andaluces.
(7) Cort~s, Slcana Cl"itas.
(8) Philipon .. p. 102 Y siguientes.
(9) Schulten. Tar., p. 165.
(1)
G6",tz·MoTt'lo. p. 12 1.
-143-
[page-n-144]
32
NI COLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
ellos por sus condiciones como tales; y no son , por lo tanto, de esta época
los lberosicanos, aparte de que, en lo poco que hablan de ellos los
escritores antiguos, les dan como muy anteriores. Nada sabemos tampoco de relaciones ni de luchas que tuvieran con otros navegantes,
como Cartagineses, Griegos ni Tartesios, lo que hace suponer que los
Sicanos sea n anteriores a todos estos pue blos, y parece afirmarlo más
el contacto en que los escritores de la antigüedad, los po nen con los
Ligures, que es el pueblo que, en la Prehistoria de Occidente, aparece
como el más antiguo, entre los menos míticos.
Hay que colocar a los Sicanos entre los Ligures y los Iberotartesios,
como contemporáneos o, aun, anteriores a los fundadores de este gran
pueblo de Occidente, y por lo tanto, en la época megalítica o hacia el
fin de la misma (1).
Los Sicanos tenían su ciudad junto al río, como las antiguas SabUo(1) A comprobar la antlgUedad de los Slcanos y su condición de navegantes
viene la OdIsea, pues con motivo del episodio de la llegada de UlIses a la tierra de
los Feaclos, cita algunos nombres como el de Nausithoos y su hijo Alkil/oo, padre
de Nallsikaa,' que nos dan alguna luz sobre la naturaleza de aquellas gentes slcanas,
Nausikáa (N'ltIJ,.~dCl), hija de Alcinoo (Al.x!YIlo'l, rey de lO! Feacios, se encuentra con Ulises a la orilla del Tlo a donde esta princesa habla Ido, con sus servidores,
a lavar las ropas, y le conduce a la ciudad (1).
Los Feaclos, según la Odisea, eran marinos cuyas naves surcaban los mare:¡¡ .riI·
pidas como el ala y como el pensamiento. (2). y procedlan de la espaciosa Iberia {3l.
lo que significa que eran colonos en la tierra donde estaban.
Champault, que ha estudiado a fondo esta cuestión (4), opina que la tierra feacia
era una isla del Mediterráneo central y que era montañosa y volcánica, identificándola con Ischia y a los Feacios con los FenIcios, pero las mIsmas condiciones parece
tener Sicilla y está de acuerdo con la tradición antigua de que de Iberia fueron los
Sicanos a colonizar la antigua Siculia e \taita.
Por otra parte, Nausikda se deja descomponer en l/au y sikda, siendo 1/0// una
palabra luso. valenciana que significa mave. y sicáa, del orden del portugués alernda
(alemana), sáa (sana), etc., y aun del valenciano cá (can), y otras del mismo tipo,
puede muy bIen significar tSlcana.. ,Nave slcanat-alcui'la quizá queriendo significar .hermosa., .esbelta•. fligera. o lodo a la vez - sigue la costumbre de los pueblos
antiguos de nombrar a los hijos con frases agradables y apropiadas y que todavla
siguen modernamente otros pueblos que no se han Incorporado todavta a la civilización occidental y, en cierta manera, los apodos de nuestros pueblos rurales son
una supervivencIa de semejante consuetud.
No pretendemos explicar todos los nombres que aparecen en e l pals reacio;
pero si haremos observar que Alclnoo tiene el artIculo ibérico al y Nausithoo
(Na:J318",,~) puede descomponerse como el de su nieta en nau y sitóa, siendo el pr!_
(1)
Od(ua. V r.
(2)
Odi~a. VII. 34 y 35: Clrampa,,¡l. p. H3 y 51(.
OdiurI. VI, ~. Tr.lpll"/l. dice el texto; pero l. p y la b "
(3)
con suma fadlldad y, por lo 1iU\IO, en la grafla.
(4)
Clramp/l"tt. PtJss;m.
-
144-
substituyen ron~U .... mente
[page-n-145]
UN ¡¡H IATUS" PREHISTÓRICO
nia, Nínive, Tebas, Memfis, Tartesos ... y otras que han llegado a los
tiempos modernos (1): Lisboa, Valencia , Génova, Venecia, Londres... ;
sus astilleros y viviendas estarían al fondo de los canales, donde pudieran
poner sus naves en seco y construirlas, carenarlas y tenerlas al abrigo
en puertos donde «hubiese toda seguridad, si n necesidad de cuerdas ni
áncoras ni de amarrar las naves, yen tos que el marino pudiera quedar
tanto tiempo como desease esperando el buen vientOt, según nos dice
mero nave, como hemos dicho, y sitoo igual a steoo, como Sitana Igual a Sicana
según se ha reconocido (1 l.
S iedo puede ser s;edo, pues por la mane ra especial de pronunciar _ como se
puede comprobar en algunos pueblos del W. hIspano-este diptongo nasal 40
pudo ser grafiado por 60 en cuyo caso la palabra serIa cslcano •. sin que pueda adml~
rarnos este caso aparente de silepsis, tnave sicanol en vez de .nave slcana., pues
en nuestra toponimia tenemos numer~ casos; Roca-fort. Vlla·llonc, Peña-fort.
Quera.fumat, etc.
Una nueva prueba de nuestros asertos, la da Ullses cuando vuelto a Itaca y
preguntado quién era, responde; t - Soy de Alibant#... pero la mala suerte me llevó
aqul. contra mi voluntad, desde Slcania ...1 (2)
Alibanle (M.~~([V1:~~) tiene forma hispánica casi Idéntica a Alicante; sin que pre.
tendamos que exista paridad de significado. Además, UIISC$, griego y en su pals,
pudo presentarse a los suyos diciendo que venia de.Sicanla y que era de allá, porque
habiendo llegado del pals de los Feados, hablaba como ellos y como ellos iba
vestido, ya que arribó a sus playas desnudo completamente, debido a sus luchas
en el mar, y presentandose a Nausikáa tapado con unas ramas, esta hubo de darle
rOpas (3), para cubrir su desnudez. Estos hechos tienden a demostrar que Aliballte y
los Feacios pertenecían a las gentes sicanas. de donde decla haber llegado Uli.ses,
y finalmente, la leyenda que cuenta que el pelasgo Do!idalo, arrojado de Creta
por el rey Minos, se refugió en la corte de Coca/os, rey de los Sicanos (4), atestigua
la remota antigüedad de estos navegantes. Coca/os es también forma hlspanica,
como demuestran nuestros topónimos Coca y Cocallo y las variantes Cucalon, Cucayo. Cucos, Cucul y otros, y Cucala. apeJ!ldo valenciano de nuestra Reglón.
Algunos lectores tacharán quizá de anacrónicas nuestras deducciones topon\..
micas: pero los que nos lean dcsde antes de ahora, sabrán que, hace tiempo que
defendemos la hipótesis de que los lenguajes hispánicos estaban ya formados en la
prehistoria, no habiendo influido en ellos las lenguas cultas: griego. lalln, lenguajes
germánicos, árabe, etc .. mas que de una manera superficial y, casi nada, en el
fondo del lenguaje hablado popular y no se olvide que e~te es el de la tradición y
por lo tanto el de la primera historia.
No es esta ocasión de extendernos en mas disquisiciones Ilngülstlcas, que guardamos pa ra otro lugar.
( 1) Schllllen. Bosch" p. 25¡ Schulten. Tar .. p. 134.
( 11 BI"' l/lIu. p. 34: Sdllt/lt'l. BIIs.t:It, p. 72, notas. En l. edición prlnlllpe de l. Orll Mil
rlti".1I .p.r_ Silll'l1l 1. 03 obU,ole, 1. mayo. par'" de Jo. C'Om enudoru corrl,_
(2) Altllumy, p.4; Odú,,, XX IV, JOt '1 si,.
(3) Odiso". VI pa5s/m.
(.) P}r//(pon. p. 111.
Si"",,,_
-145 -
[page-n-146]
34
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
la Odisea, del puerto de la isla cercana de los Cyc\opes (1 l, en .cuyo
fondo corría un arroyo de límpidas aguast.
El puerto y ciudad de los Sicanos deberia distar a algunos kilómetros de la costa actual, tierra adentro, en donde estaría el fluminis dilX),·
tia (2), al fondo de un lago surcado de canales y. por lo tanto, en plena
1Ian"ra actual, a bastantes metros de profundidad, enterrados por los
millones de metros cúbicos de aluviones que los rlos del valle, y sobre
todo el Júcar. han descendido hacia el mar, durante los milenios pasados desde tal época.
Estas son, por este motivo, las estaciones arqueol6gicas más difíciles
de situar, porque de tan remotas fechas es difícil que quede ni toponimia
que sepamos interpretar. ni dato documental aprovechable, ni rastro
arqueol6gico, como el azar no haya llevado [a herramienta del trabajador del campo hacia el lugar preciso; y una prueba de tales dificultades
de acierto la tenemos en los trabajos del sabio profesor Schulten, realizados después de un erudito y concienzudo estudio preliminar (3), que
parecía conducirle de la mano al completo éxito.
Todavía no ha sonado la hora, en Occidente, de desenterrar sus ci vilizaciones prehist6ricas contemporáneas de las de los países del
Mediterráneo Oriental; hasta ahora apareci6 la parte más pobre de
nuestras culturas, o la más visible, y por lo tanto la más fácilmente
expoliable en todo tiempo: pero la magnífica civilizaci6n, la de los poderosos mineros, la de los navegantes mediadores entre la fabulosa
Oestrimnia y el Oriente remoto, la de las tradiciones milenarias, la que
refieren los mitos de Oriente, de esa, apenas sabemos las primeras palabras; pero confiamos en que no tarde en hallarse el rastro y en que,
cuando empieze a descorrerse el velo. nos encontraremos con la grata
sorpresa de que nuestra Región no ha brá ido a la zaga en su contrIbu ción a la cultura prehist6rica de la Penfnsula ibérica y del mundo
antiguo.
(2)
Odiua. IX.
A L'icno. 48 1.
(3)
nlQut 1
011g, ab huius 1IIIminfs divortio.
Schlllttn. Tar.
(1)
-146 -
[page-n-147]
UN ¡'HIATUS" PREHISTÓRICO
35
VII
LOS CASTROS PREHISTÓRICOS
En los valles no se encuentran, superficialmente, restos arqueol6gicos, pasados unos siglos de la destrucción o abandono de las cosas:
las maderas y los hierros se aprovechan y desaparecen; los sillares se
desmontan, los muros se caen, y los escombros no utilizados forman
una ondulaci6n que las aguas y el polvo atmosférico se encarga de
cubrir y los aluviones de las torrenteras cercanas de nivelar, ayudadas
por el tiempo - del que la naturaleza dispone sin tasa - y por la
mano del hombre.
Ya para encontrar restos romanos, en la superficie, es necesario
investigar en las partes altas de nuestros valles, allí donde apenas
lleg6 el riego antiguo y los aluviones son escasos; donde comienzan los
oteros y las aguas de los torrentes ha siglos que no llegaron; y para
invenir lo prerromano, hay que remontar las faldas y llegar a los cabezos; allí podemos encontrar los restos de la cultura prehist6rica de los
vivos, conocida hasta ahora. Entre el cabezo y el valle. hasta el presente, apenas se nos ha manifestado más que la muerte, con las tumbas.
La vida parece haberse concretado en lo alto, y en las cuevas.
Desde la cumbre al valle, en las faldas. en las cimas y en las cuevas,
la excavación ha puesto de manifiesto sepulturas de tipo diverso: inhumaciones e incineraciones; en las cimas. se manifiesta la vida pasada,
a flor de tierra; la mayor parte de veces, sin necesidad de excavaciones
a priori; acaso sin posible excavación. Al ascender por las faldas de los
cabezos, se nota la siembra de restos, frecuentemente, y ascendemos
con el temor de no llegar a tiempo de encont rar la estación de d6nde
proceden. porque son muchas las ocasiones en las que el arque610go
llega tarde, no encontrando ni un vestigio. ni un solo testimonio en
las alturas, porque destruido y arrasado todo por el hombre y los elementos en mutua colaboración. las aguas arrastraron los restos por el
camino de las vertientes, sepultándolos en las faldas o desfigurándolos
y deshaciéndolos en las torrenteras.
La carencia de habitación humana fuera de las alturas abruptas y
de las cuevas, acaba por llamar la atenci6n del prehistoriador que, a
medida que examina estas estaciones y las encuentra todas ellas más
o menos fortificadas, y en lugares fácilmente defendibles, acaba por
convencerse de que se halla ante un país en armas, que estaba preparado para la defensa de sus intereses y vid·ls. Además de esto, cuando
observa la abundancia de poblados, fortalezas y atalayas, sobre todo
-147 -
[page-n-148]
36
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
del pri ncipio de los metales, que existen en Levante, acaba por creer
firmemente que toda manifestación de vida está concentrada en las
alturas y no piensa que pudieran existir tambien poblaciones en el
fondo de los valles, porque a primera vista, en algunos lugares, hasta
parece que la densidad de población debió estar a favor de aquellas
remotas edades.
Ya los hermanos Siret, al estudiar la cultura almeriense, tuvieron
ocasión, más de una vez, de darse cuenta del perenne estado de guerra
de esta civilización, observando en el Lugarico ¡;iejo- por sus defensas
naturales y facticias (1) - « el miedo siempre creciente a un enemigo
...
que debía ser poderoso.,,» y haciéndoles exclamar el examen de las fortificaciones de Ifre (2): «Nadie va a construir su vivienda en la cima
de un peñasco cuando no tiene que guardarse de un mal vecino o de
un invasor lejano ...!) y otras observaciones, igualmente interesantes
a este respecto, que les hacen presentar como una de las caracterfsticas
de este pueblo (3) (L. la elección que hacían, para edificar sus case ríos,
de colinas escarpadas, defendidas en parte por la naturaleza yen parte
artificialmente por murallas de piedra trabada con tierra .•
Pero esto no es sólo una característica de la cultura del SE., sino,
más bien, de todos los poblados de la Península ibérica. en dicha época:
varían su técnica, su extensión y grado de fortif[cación y estrategia;
pero todos ellos dan la sensación de estar preparados para la defensa
contra un enemigo más o menos lejano y poderoso, y este mismo
fenómeno volvemos a encontrarlo en la llamada época ibérica, la de
los barros pintados de elevada cochura. la de los círculos concéntricos,
la de la falcala, la de los molinos discoides, la que luchó con los Carta·
gineses y perdió su personalidad con los Romanos.
Tampoco de este período se encuentran viviendas más que en las
alturas escarpadas, a veces con formIdables fortificaciones y siempre
con sus defensas. También estas estaciones están expoliadas y revueltas
desde inmemorial y sólo algún rincón olvidado se logra hallar sin saquear
ni remo ver; y entre aquellas del principio de los metales, con cerámica
basta, manufacta y cocida a baja temperatura; con objetos de cobre y
bronce y abundancia de utensilios de piedra, y estas de la Segunda Edad
del Hierro, con barros finos, torneados y cocidos a elevada temperatura.
y objetos de hierro abundantes y diversos, se ve que hay un abismo de
tiempo imposible de llenar satisfactoriamente, hasta ahora, y durante
el cual estas estaciones estuvieron. sin duda, abandonadas.
(1)
(2)
(3)
Sin!. Mil .. p. 105.
Sifl!. Mlt., p. 109.
Siflt. Met .. p.315.
-146-
[page-n-149]
UN "HIATUS" PREHISTÓRIGO
37
Hasta ahora, como hemos dicho repetidamente. la vida prehistórica
está concretada casi exclusivamente en las alturas, mostrando el estado
militar de un pueblo invadido, o en guerra civil, en dos períodos distintos de la prehistoria; la civilización de la paz, la de las llanuras, noreciente sin duda en ese interregno ignorado -entre la aurora de los
metales y lo IbériCO - nos es desconocida hasta el presente, poco menos
que en absoluto; por eso es de un alto interés el situar y descubrir una
de estas ciudades de los valles, de la civilización que podemos llamar de
los ríos, ya que junto a ellos se situaron aquellos prehistóricos, según
puede colegirse por lo poco que de los escritores antiguos nos queda,
y por lo que los mismos nombres de los antiguos antepasados nuestros
nos demuestran: Sicanos, Tartesios, Iberos, y quizás, entre otros, Ligures y Se/es (1 ).
La falta de esta hípotética civilización de las llanuras, da gran importancia al estudio de los restos de los pueblos que se encastillaron,
porque, aunque expoliados, van mostrando acá y allá cosas escapadas
Los Sicanos tomaron nombre del rlo que pasaba junlo a su ciudad:
%l/il ¡"d. u Sita"u civilas
propillquo ab a//m¡ sic lJQCafa Hlbuids (1 ¡.
Lo mismo puede decirse de los Tartesios;
................ • , .• • . " Tar/essiu$
ager his adhneref adeuilq/le caespi¡.m
(!)
Tarlessus amllis ... (2)
E Igualmente de los Iberos:
al HiberU$ il/dt mal/o/ am/llS ti 10000s
ttcul/dat unda plurimi ex ipso tuunt
diclos inquietos (VD) Vasconas p,aclabitur. . (3)
En cuanto a los Ligufls, sospechamos que este nombre provenga de L'/gor como
L' t'lJer y Ll'ibtr(4) y siendo 1901;o l' gor corno I be, _ l' ber, 110 seria extra~o que gOl
significara o fuese nombrll de do, ya que en Espai'la hay alguno que se llama as\.
Siltes es plural de Sela _Stlla, ral~ de Sevilla ao Sefllla, Probablemente, seva significaba .onlla., tIa tierra blanda de la orilla., de donde, por similitud de estado al
tacto, pasase a tsebot, - seu, en valenciano, y asl como bera o /JUQ (orilla) pro·
viene de bt1(rio) y ora (orilla) de or (rlo), también quizA sel,sell, seu, fuesen nombres
plehist6rloos de las corrientes de agua, y esta variedad de denominaciones de los
cursos de agua poco nos debe extrañar, ya que hoy tenemos, tambien, muchas
maneras de expresarlo; rio, barranco, torrente, canal, nava, cañada, arroyo, reguero,
etc. Los S.tes, pues, pudIeran, de la misma manera que los otros, lomar el nombre
de un ,lo de donde fueran originarios y en donde tendrlan su principal asiento.
tI)
'-'uj,no, 479 y 4110.
(2) Au¡,ljo. 223, 224 y 225.
(3) '-'u¡,,,o, 248, 249. 250 y 2:;1(4) Nic, ${lo "lI. p. 203.
-
J49-
[page-n-150]
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
38
a la rapiña de las pasadas edades, y descorren el velo de la prehistoria,
apenas levantado; aunque nos hagamos, de vez en vez, la ilusión de
que estamos en posesión de los hilos que nos induzcan al esclarecimiento
de la cultura de aquellos tiempos. Lejos de esto, estamos convencidos
y no 10 estará menos el que con independencia de criterio siga paso a
paso el progreso del conocimiento de la prehistoria de los metales en
nuestra península, de que apenas conocemos una pequeña parte de
los usos funerarios, y casi nada de las maneras, capacidad ni posibilidades de su civilización en los vivos.
Así como en la Edad Media habían castillos roque ros y poblaciones
encastilladas, pero al propio tiempo, también, en el llano, ciudades
populosas y ricas - Valencia, Barcelona, Sevilla y muchas otras son
buena prueba de ello - ¿por qué, en la época de los megalitos y en la
ibérica. no había de haber ocurrido lo mismo? Nada impide. técnica·
mente, que aquellas gentes que aprendieron a construir monumentos
como los dolménicos, supieran al propio tiempo construir murallas del
tipo de las inferiores de Tarragona, altas como pirámides, si era menes·
ter. para que resguardasen sus ciudades del llano. Es la misma técnica y
la misma posibilidad.
Por esto. convencidos de que lo ubérrimo de la civilización prehist6·
rica está guardado misteriosamente en el seno de los valles, en las
orillas de los ríos. en el interior de los antiguos lagos y en las cercanías
del mar, es por lo que decimos que las alturas s610 nos muestran un
aspecto de la vida belicosa de las fortalezas y de la civil de los pueblos
humildes y pastoriles, destrozada y expoliada por los hombres y barrida
por los elementos; es decir. un aspecto pobre de su cultura. conservado
de una manera más paupérrima todavía.
Nosotros nos limitaremos a dar una ojeada a unas cuantas de estas
estaciones prehist6ricas de altura de la Región levantina, que nos ser·
virán para afirmar. más rotundamente, nuestra hipótesis de un Itiatus
de abandono de estas fortalezas entre la época megalitica y la ibérica,
en cuyo interregno, no pudiendo admitir la despoblación de nuestra
Península, no cabe más que la conclusi6n de que existió, como hemos
dicho, una teivillzaci6n de las IlanuraSl, de la que apenas podemos
conjeturar su existencia, hasta el presente.
-
150-
[page-n-151]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
39
VIII
PERI ODO MEGALITICO
Hemos visto antes cómo, este periodo, según la autorizada opinión
de Obermaier - no desmentida ni modificada todavía, sino más bien
seguida y robustecida por otros (1) - perduraba desde la Edad Neolítica hasta el principio de la del Bronce, a través de todo el eneolltico;
y hemos dicho también que, en las estaciones de altura, existe una
etapa que, paralelamente, parece pe rsistir durante el mismo período
de tiempo, obse(V3Ción manifestada ya por otros (2), y a este fenómeno
de sincronismo dedicamos este capítulo.
A la sumidad de esta civilización, o sea al fin del neolítico, pertenecen el Caslro de Liceia, cerca de Barcarena (Lisboa), estudiado por
Ribeiro (3); la estación de El Castillo, al W. de Pavia, en el Alentejo
(portugal), según Correia (4); las estaciones de El Gárcel, La Gerundia.
Cuartillas, Tres Cabezos y La Pernera, en la provincia de Almería, según
los hermanos Siret (5); el Puntal deis Moros, de Náquera (Valencia) (6)
y el Pilie de les Animes, de Caldas de Malavella (Gerona), según 80sch
Gimpera (7).
A las distintas etapas, supuestas, del eneolítico. corresponden los
castros de Ofeiro de Asunto, en Obidos, según Alves Pereira (8); los de
Chibanes y Rolura, en los alrededores de Setubal (Portugal), estudiados
por Márques da Costa (9); el del Cerro de las Canteras, de Vélez Blasco
(Almería) (10); las estaciones excavadas por los Siret (11 ) en Parazuellos,
(1) Bosch. A'g., p. 156.
(2) 80sch Girnpera dice (1): .Los restos de poblados y talleres neoHtlcos dan
un material parecido al de los mcgallticos y cuevas ...•
(3) Mendts, p. 202.
(4) COTTtia, p. 11.
(5) Si,tl. Me/.
lb) Bosch. PTob/rmes, p. 96
(7) Bosch. Cal., p. 127.
(S) A P. Est.
(9) M6Tqurs.
PO) Molos.
ji 1) Si"l. Mel .• p. 59.
(1)
BDId!. Arq. p. 159.
-151 -
[page-n-152]
40
NICOLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
Campos, Lugarico Viejo y Fuente Vermcja (1) y algunas del Valle de
Albaida estudiadas por Ballester Tormo (2): Atareó, Beniprf. ..
Pero la Edad de Oro de las estaciones de altura, al fin del Período
Megalítico, parece constituirla una época de transición entre el fin del
Eneolítico y los comienzos del Bronce; período por antonomasia llamado
argarico, por ser [a estación del Argar, en Almería - excavada por los
repetidamente nombrados hermanos $iret -la que sirve de prototipo.
por ser tan copiosa en hallazgos, y haber sido estudiada tan a fondo y
concienzudamente por los dichos prehistoria do res. A este período per·
tenecen, sin duda . la inmensa mayoría de las estaciones de altura, ya
que es rara la en que no se encuentra, en abundancia relativa, los
restos de dicha época almeriense, sobre todo la cerámica: lfre, Zapa/a.
La Roca. La Ciñuela. El Argar, Gafas, El Oficio. Fuente Alama y otras
en Almería (3); Els Comeflars al Mas de Menenle (4) y La: Moja Alfa
de SerelJes, en Alcoy (5); Els Trencalls, Les Solcides, Monlaspre, en Náquera (6) y muchísimas otras, no bien características o apenas estudiadas. solamente indicadas o todavía inéditas.
Para la clasificación de estas estaciones citadas. no nos ha movido
en general nuestra propia opinión, sino 10 que se deduce de la de sus
excavadores o de los autores que las han estudiado (7), pudiéndose
asegurar que en las estaciones de estas edades es muy difícil llegar
a una estratigrafía verídica, ya que en la mayoría de los casos, el material está revuelto de antiguo o los estratos no pueden determinarse,
o no existen en a bsoluto: y no suele haber material relacionado, de
cronología conocida, que permita fechar la estación ni menos sus di·
versas etapas.
En las estacíones de altura, se suele encontrar material de todas las
(1)
(2)
Siftt. Mó!t" p. 103.
Ballultr. Cer .. ps. J y 5.
(J) Sir,t. MtI.
(4)
PonSiI/.
(5)
Botel/a.
Lluch.
(7) Seguimos mAs bien la opinión de los excavadores, sobre todo para los po.
blados de Almerla. que 80sch Cimpera deplaza un poCQ (1). sin que pretendamos
enmendarle la plana a este prehistoriador; mAs bien se ha de entender que conce·
demos escaso valor a las 5ubdivlsiones del periodo MegalitiCQ, un tanto provisionales y un mucho prematuras, que hall de sufrir revisión a la vista de los constantes
de5cubrimientos nuevos.
(6)
III
Bouh. Ar'l. p. 1:>\1 )' 1b6.
-
152 -
[page-n-153]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
41
culturas paralelas al Período Megalítico (1): cuevas, dólmenes y sepulturas no megalíticas (2); pero de una manera más escasa. más pobre.
como demostró la extensa y sistemática excavación de los hermanos
Siret, dentro del círculo cultural almeriense; fenómeno que suele repetirse en cuantos sitios ha podido comprobarse. Es decir. que los poblados son una repercusión de todas las manifestaciones funerarIas del
período, y como a parte de las cuevas - viviendas en número relativamente escaso - son la única manifestación de vida y, sus testimonios
paupérrimos, puede decirse que 10 poco que conocemos de sus manifestaciones vitales, lo es, más bien, a través de sus muertos (3).
Es dudoso que la duración de las estaciones de altura sea exactamente paralela al desarrollo de [os megalitos; parece más bien que, los
poblados más antiguos, sean posteriores a los primitivos dólmenes y
que su última etapa argárica sea posterior a su desaparición; aunque
contemporánea de la falsa cúpula y de la cista no megalltica. En este
caso tendríamos que los poblados contemporáneos de los megalitos
primitivos estarían en los llanos - ¿civilizaciones líguras? -los cuales
deberían verse obligados a encastillarse, quizá defendiéndose de un
(1) Al expre.sarnos de este modo. parece que no.sotros cplnemos que se trata
de culturas distintas dentro de: un mismo periodo, y, como tendremos ooasl6n de
ver durante el transcurso de este trabajO, no orinamos asl. sino que se trata de
distintos aspectos de una misma cultura.
Actualmente, las cerAmicas de Onda, Manises, Alacuas y CasteIJ6 de los Jerres,
por ejemplo, no son manifestaoiones de culturas distintas, sino distintas manifestaciones de una sola; la absoluta uniformidad de ciertos utensilios en grandes extensiones territoriales. en la Prehistoria, permiten pensar en centros de fabricaci6n,
única manera de explicarse una uniformidad imposible do conservar por medio de
una factura individual a distancia; 10 mismo que explica ciertas coincldenclru¡ de
tipos diversos y predominio de unos sobre otros. según la riqueza de las estaolones.
La existencia de estos centros de fabricaci6n no excluirla la de la manufactura local.
en menor escala; como las grandes fAbricas de ferreterla , cerAmicas, ele., no excluyen
hoy, en los pueblos, las herrerias, ladrlllares. alfarerlas. etc.
(2) ' ... cuando llegamos al final del eneolitico - dice Pericot (1) -las tres
culturas catalanas (megalitos. cuevas y sepulcros no megallticos) se han puesto en
con tacto y las influencias mutuas son en gran número ... " lo que supone culturas
distintas.
(3) Los Sirct (2) vienen a pensar esto cuando dicen: , ... los objetos depositados
eD las tumbas, he ah! lo que nos ha permitido llegar a conocer tan intlmamente a
estos pueblos... ,
P"icol. p. 83.
(2) SI,,,. Nri. p. 122.
(1)
- 153-
•
[page-n-154]
42
NIC01.ÁS PRIMITIVO CÓMEZ
invasor - ¿Sefes? ¿ Ofiusos? - conservando, durante algún tiempo
las construcciones dolménicas, que ya ejecutaban cuando vivían en las
llanuras y que, poco a poco, se transformaron; bajando de los riscos al
advenimiento del bronce - construyendo ya la «falsa cúpu lat y la
cista - al haber expulsado al enemigo o caer bajo el dominio de otro
¿Cretenses? ¿Sic anos?
Dificil es saber hoy, todavía. si este encastillamiento ocupó un solo
momento evolutivo - que duraría precisamente la transiciÓn de la
piedra al bronce -llenado todo él por un movimiento de colonización
y conquista de centros productores o mediadores, efectuado por pueblos
extra peninsulares, o bien si ese período de encastillam iento tuvo varias
etapas de ascenso y descenso, producidas por alternativas de independencia e invasión y colonización.
No cabe duda que existe una diferenciación de material, en las estaciones de altura, y que uno ha de ser el de la primera etapa y otro el
del final del encastillamiento; así, entre los cimientos de cabañas del
Punlal deis Moros, entre rectangulares y ovales, formados por piedras
plantadas (fig. 4, !ám. B) los de la Mola Murada de Chert; los cimientos ovales y redondos citados por Motos
en Vélez Blanco (1) con paredes de piedra,
revestida de arciUa; los casi licios, más o
menos rectangulares, del Mas de Menen/e,
de Alcoy, con muros de cantos y barro con
enlucido yesoso (Hg. 1, lám, C) y los de
la Mola Afia de Serellcs, de la misma
localidad, parece que debe existir una diferencia, no ya técnica, que esto es evidente, sino de época. Igualmente se observan
i:
el
l.••:
diferencias entre los microlitos de E/Cárcel.
Flg, V, Punta df Itecha df .ilu
supuestas puntas de flecha (2); las que
!trll nrgrmclI prutedente dd S"II
realmente 10 son, triangulares de base cóndI Rla (Sura )
cava, más o menos evo lucionadas, datadas
como de las diversas etapas del eneolítico (3), y las hermosas, pedunculadas con aletas, de Parmuelos, Campos (4), Vi/ez Blanco (5),
Alfogás (6), Sall de Ría, de Serra (fig. V) etcétera, cuyas formas permás humano o más poderoso -
'.
(1) Molos, p, 13 Y passim.
(2) Sifl:l. Met., p. 8.
(3)
(4)
(5)
(ó)
Bosch. Arq., lám. 11 y 111.
5lftl. Mel., lAm. 6,7, 10 Y 11.
Molos. Hg. 21.
BalltsJtr. Cer., ng. 8.
-154 -
[page-n-155]
UN "HIATUS" PREHISTÓR ICO
43
'1.isten al iniciarse el metal, continuando su tipo en bronce (fig. V I ) Y
aun después en hierro (lig. VII); consideranda asimismo verosímil una evolución de
unas formas a otras, efectuada con el tiempo; y lo mismo nos ocurre con las hachas,
con los cuchillos de sílex, con el nacimiento
y progreso del metal y con la evolución
cerámica, en la que los vasos toscos de formas sencillas, como el cuenco , y con ador.1
nos o con cordones, con impresiones digitales, pa rece que han de se r anteriores al
vaso campaniforme y a las incisiones caro
diales; teniéndose éstas como precedentes
a las formas argáricas, de cerámica lisa,
'
Fil· VI. Punla dt fltcha
d e mo d e1os varia d os y superf Icies pu 1id as, (?) prtH:tiltnl t dtl Ca UlIodt bronce
fe Allaen muchos casos, y sin adorno ninguno.
(Ta ( Cuen ea )
aparte de las asas, perforaciones y demás aditarnientos útiles.
_______ ____ __ __
Pero todo esto es un poco impreciso en las alturas; la mayor
parte de las veces, la clasificación
es puramente subjetiva, no existe
en los objetos, por imposibilidad
de estratificación, y nos encono
tramos en un mismo lugar objetos
que se tienen por anacrónicos y
acabamos por dudar del neolitisrno
1
de estas estaciones y de la precif
sión de la divisoria del cobre y el
bronce (1); pero hemos de rendirnos a [a evidencia de una verdad
que no puede negarse: que estamos
,
en presencia del tránsito de la
, ,
,
Edad de la piedra a la de los metaI
'.
"
':
,.
I
les, única cosa cierta que creemos
______ L _L ____ '.......' _____ 1
, ,
,
,
,
,
que puede afir marse al presente
, ,
,
,
en estos encastillamientos, de una
: :
' ,
manera bastante probable. Todo
\- '
FIl. VII. Punl, de llteha h h ierro procrfenle
lo demás se presenta aquí impreIIeI CIIS/tI¡ de Ulk1ceona (TurllOnal
ciso, por estar a merced de la ri-
l
·.
.
·
·
'.-
( 1) Los hermanos Siret (1) no crclan que el cobre era anterior al bronce, y du_
rante largo tiempo hubo participes de esta opln¡~n.
(1) Sirl!. M,¡. p. 7:17, pdsJim.
-
•
155 -
[page-n-156]
44
NICOLÁS PRIM ITIVO CÓMEZ
queza de los poblados, del estado civil o militar de los habitantes:"'
de su clase social-pastores, agricultores, mineros, pescadores, navegantes. etc. - de la expoliación sufrida, de su destrucción por los
hombres y por los elementos, y, aún, de su estado de adelantamiento
relativo; para poder llegar a apreciar el punto de la evolución donde
estaban colocados (1).
Una manera de llegar al conocimiento de estas estaciones de altura
del Período Megalítico. sería estudiar en Cataluña, en Levante. en
Andalucía, en Portugal, en el NW., el N. y aun en el Centro, este fenómeno del encastillamiento, con la misma intensidad y extensi6n que
los hermanos Siret en la provincia de Almerfa, seguros de que llegaríamos a resultados aceptables (2), aunque nunca lo suficientemente
claros, como de lograr la exhumaci6n de algunas de las ciudades del llano,
anteriores y posteriores a la subida y descenso de aquellos remotos
españoles, a los riscos y cabezos más o menos inexpugnables ..
Un cálculo hecho por los hermanos Siret (3). de la duraci6n del
poblado del Argar, última etapa de este período de los primeros metales, que estudiamos, les asigna una persistencia de ciento cincuenta
años, para una densidad de cuatrocientos habitantes; a cuyos resultados llegaron después de prolijas conjeturas, que no dejan de tener
su lógica. Si tuviésemos algunos otros cálculos de los distintos grados
del enea lítico, así como de la última etapa neolítica - primera de
estos poblados, según se opina (4) - podríamos conjeturar la duraciÓn
total de este período de defensa peninsular contra un enemigo.
(11 En muehos casos. dos estaciones pueden considerarse suoeslvlI.S, siendo
C?ntempoláneas, ¡;or su tllferente ¡:;rado de rlquela, condición social. expohación,
llcétell1.
{2¡ Hay qu!' reconocer la IlX'ritlslma labor hecha ya por el Irlslilul d' Esludls
Calafans en el Bajo Aragón y la de algunos prehistorilldorcs cn los castros galo_
l'ortugueses, limitándonos en esta clta, solamente, a las estaolones de altura.
(3) Siftl. Mil., p. 202 Y sigo
(4) 8ardaviu Ponz habla de restos paleollticos en las estaciones de altura (11.
( 1)
SIlP. EII.
-156 -
•
[page-n-157]
NICOLAS PRIMITIVO - Un «Hiatus) prehistórico.
LÁMINA 1. (A).
[page-n-158]
NICOLAS PRIMITIVO -
Un.~(cHiatus»
prehistórico.
LÁMINA 11. (8).
[page-n-159]
NICOLAS PRIMITIVO - Un «
Hiatus) prehistórico.
i
LÁMINA III. (C).
2
[page-n-160]
NICOLAS PRIMITIVO - Un
(~Hiatu&)
prehistórico.
LÁMINA IV. (D).
[page-n-161]
ISSN 1989-508
NICOLÁS PR IMITIVO GóMEZ
Un "Hiatu5" prehi5tórico
EN LAS ESTACIQNES ARQUEOLÓGICAS DE ALTURA, LEVANTINAS
LOS QUE TRABAJAN
La Región de Levante, sobre todo la pa rte valenciana, no se distinguió, hasta ahora, por la abundosa aportación al esclarecimiento de
la Prehistoria española; antes puede decirse, que era poco menos que
campo yermo, en el que s610 acá y allá, destacaban algunas pequeñas
parcelas que, hombres entusiastas, de una manera esporádica, desbrozaban y cultivaban, a veces con superesfuerzo, y, casi siempre, sin
encontrar eco que les animase a persistir en su tarea.
En el último tercio del siglo XIX, di6 ánimo e impulso a a lgunas excavaciones, nuestro Vilanova y Piera, recorriendo la Región. visitando
bastantes yacimientos y excavando, estudiando o simplemente refiriendo , algunos de ellos (1); mas aquel fuego se extinguió, sin casi dejar
(1) Creemos que no se ha hecho a nuestro Vilanova la justicia que merece su
memoria. El y Casiano del Prado, principalmente, fueron los introductores de los
estudios prehistóricos en España, y sobre todo Vilanova, esplritu emprendedor,
propagandista y un pooa trashumante, como buen geólogo, que acudió a casi todos
los Congresos de Prehistoria de su época, defendiendo sus tesis, sobre todo la de
las famosas pinturas rupestres de Altamira, tan combatidas por lo que podemos
llamar Escuela Francesa,
Jiménez de Cisneros - testigo presencial de 10 que él llama .borrascosa sesIón ••
en que fué fmpugnada la existencia de dicho arte cuaternario -, echaba de menos
que Morgan no hubiese citado a Vilanova en su obra _La Humanidad Prehistórica. (1)
Hemos de citar, en honor a la justicia. la sesión solemne que se dedicó a honrar
la memoria de Vilanova y Piera, con motivo de la ExposIción de Arte Rupestre,
celebrada en Madrid por flos Amigos del Arte •.
(1)
¡1m, 'lid. p. S,
no ta.
-113 -
[page-n-114]
2
NICOLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
rescoldo, y la Región levantina, que pareció por un momento que iba
a entrar en el concierto del estudio de la Prehistoria, quedó en la semi·
obscuridad, y sólo algunos, con más voluntad que medios, continuaron
dando, alguna que otra vez, señales de vida.
No es nuestro ánimo historiar los trabajos hechos en la Región, y
no vamos, por tanto, a hacer una reseña de sus prehistoriadores;
pero antes de entrar en materia, y como inicio a esta labor de cooperación, nos creemos en el deber de hacer referencia a algunos de los que,
en plena actividad hoy, todavía se esfuerzan en mantener el fuego
sagrado; para que les sirva de cariñoso saludo, a fin de darles alientos
con que persistir en su labor y contribuir a una obra de relación que
nos lleve a efectuar un trabajo de conjunto que evite , de una vez, la
acción solitaria y aislada, perdida casi siempre, que-se suele realizar,
generalmente, en Levante.
Entre todos, podemos decir que descuella el patriarca de la arqueología regional, D. Pedro ¡barra y Ruiz, cuyos crecidos cuarenta años
de trabajos de rebusca en el campo de la prehistórica lIIici, le han permitido archivar, en meritísimas publicaciones (1), numerosos datos y
atinadas observaciones, muy dignas de tenerse en cuenta; también el
veterano D. Daniel J iménez de Cisneros, que, desde el campo de la
geologfa, ha podido investigar bastantes estaciones prehistóricas en
las regiones de Murcia y de Alicante (2); y el infatigable Senent Ibáñez (3), que hermana sus deberes pedagógicos con sus aficiones prehistóricas, hoy en Alicante, como ayer en Castellón y Valencia; y en
Alcoy y sus contornos, la pléyade de los Vicedo (R.) (4), Visedo (C.) (5),
Ponsell (6), Moltó, Gisbert, Reig y Botella (7); y en Torremansanes, Belda Domínguez (8); y Martínez y Martínezen Altea y sus alrededores y en
[os confines de Valencia y Cuenca (9); y en Pego y sus alrededores el
venerable D. Bernardino Sastre; y BaJlester Tormo , que tan buenos
trabajos de investigación tiene hechos en el valle de Albaida (10) y otras
(1) I barra Elche; lbarra His. No pretendemos consignar la completa blbliografia
publicada por estos señores que citamos; muchos de sus trabajos andan perdidos en
revistas locales o en monograflas agotadas y no han llegado a nuestras manos.
(2) jim. Alg.; jim. Afi.; lim. Calf; limo Exc.; limo G,o.; limo Ind.; jim.
Mont.; limo NIg.; limo Peña; }fm. Res/os; limo Sima; flm. S. ySW.; fim. Tabe-
yan; fim. Yacim.; fim. ZalZa.
(3) Bosch. Sel/en/.; Senent. Bar.; Senen/. Es/.; Se/lltnt. Mor.
(4) VicS. Alcoy; VicS. Guia.
(5) VisM. Breu: VisM. Fre.,. VisM.St7Tcfo.
(6)
POIIUI/.
Botella.
Belda.
MM. Castra.; MM. l/cm.
(10) 8allo!ster. Cer.; Balles/er. Par.
(7)
(S)
(9)
-
114 -
[page-n-115]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
3
comarcas de Albacete y Valencia; y Jornel Perales, que contribuye
afanoso al esclarecimiento de la prehistoria del dicho valle albaidense;
y Viñes Masip a la de Játiva (1) y el P. Amado Burguera a la de Sueca
(2) y Valiente Izquierdo (3) y Grau Bono a la de Tabernes de Valldig+
na (4), y Vriela la de Liria (5), y Corbín Carb6 a la de Siete-Aguas (6) ,
ya la de Náquera L1uch Arna! (J) y Seytre, y G6mez Nadal a la de Serra;
y el Dr. Beltrán Bigorra (8), que desde el estadio de las Ciencias Naturales ha donado también su 6bolo a la Prehistoria; yel veterano D. Pascual Meneu en Bechí (9); y GuiHén Benages y RlvelIes Guillem en Viver;
y los Sres. Baynat (JO), Nebot y Tuixans (J I ) en Villarreal; y los Peris
Fuentes (J.) (12) Y (M.) (13) en Burriana y distintos puntos de la provincia -de Casle1l6n, así como igualmente los Parear y Esteve; y Monzó
Nogués en Ludiente y Torrechiva; y el conocidísimo investigador Cabré
(14) , en la Valltorla y distintas parles de Teruel; y, en varios puntos
de esta misma provincia, el cronista de Calaceite D. Santiago Vidiella(15)
y los Pérez Temperado ([6), Pallarés y Ejérique, y finalmente, Zuazo
y Palacios, que en los confines de Albacele y Valencia, especialmente
Meca y el Cerro de los Santos, ha efectuado investigaciones apreciables,
de todos conocidas (17).
También algunas entidades se esfuerzan en llenar el vacío que se
nota en nuestra Regi6n - en cuanto a Prehistoria se refiere - easi
todas sin medios económicos, y hemos de señalar entre eUas a las Co(1)
ViRes. I
(2)
Burgue,a.
Valiente.
(3)
(4)
(::)
e,au.
(6)
Uritl.
Corbin. Cos.; Corbin. Ral.
(7)
L/l/ch.
BeUrd/!.
Meneu. Cas.: Mcneu. Puig.; Meneu. Sol.
Sos. Est.
(11) TI/lxans. Cua.; TlIixal1s. Fil.
(12) } P F. Escarceos.
(13) MPF. Mirabet.
(14) Sw¡jf. Cabré.; Cabré. Alb.; Cabré. Aru.; Cabré. Ave:;.; Cab,é. Azaifn.;
Cabré. Bronces.: Cabreo Cer.; Cabré. EsUles.; Cab,é. Exc.; Cabré. Hall.; Cab,é.
Obj.; Cabré. Osar.; Cabré. Peñ.; Cabré. Pira.: Cabré. Tts.; Cab,t. Vall.
Debemos advertir. que en este punto, no citamos más que levantinos trabajando
en Levante y las sus obras que de esta Región traten, bajo alguno de los aspectos
prehistóricos de la misma. con exclusión do las que queden al margen de los estudios prerromanos.
(15) Viditlla. Cal.; Vidiella. Est.
(16) Cabré. nrez.
(17) ZIIOlrJ. Bib.; ZUQlO. Magia.; Zuazo. Meca.: ZtWlrJ. Mont.; Zuazo. Trab.
-115 (8)
(9)
(lO)
[page-n-116]
4
NICOl.ÁS PRIMITIVO C;ÓMEZ
misiones de Monumentos de Alicante y de Albacete, a la Sociedad Castellonense de Cultura, al Laboratorio de Arqueología de la Universidad
de Valencia, al Centro de Cultura Valenciana y a nuestra Diputación
Provincial; habiendo dado esta última un gran impulso a los trabajos
de investigación (1) que han permitido iniciar un Museo en el que, en
corto tiempo, se han acumulado ya restos que comienzan a descorrer
el velo del pasado valenciano ya contribuir a la Prehistoria General.
La meritoria actitud de nuestra Diputación, secundada por el Director
de dichos trabajos, nuestro entusiasta BaJlester Tormo, ayudado por
el Dr. Pericot -al que hay que considerar como un valenciano más ~
y D. Mariano Jornet, entre otros, merecen un sincero aplauso de todos
los amantes de estos estudios y nos impulsan a desear que tal condwcta
sea imitada por otras entidades de nuestra Región, en bien de la cultura
patria.
Sin duda hemos dejado de mencionar personas y centros que en
Levante laboran en pro de la Prehistoria; pero acháquese a la falta
de relaciones en que muchos estudiosos se desenvuelven, lo que es
pernicioso para la investigación; y por esto no nos cansaremos de acon·
sejar que todos los que se sientan con ánimos de colaborar, de una
manera sistemática y con miras científicas, al progreso de la Prehis·
toria de nuestra comarca, se dirijan a las entidades que en ella se preocupen de tales trabajos, seguros de que serán acogidas amorosamente
sus consultas y tendrán una guía que permita aunar esfuerzos, a fin
de llegar a un plan de conjunto, que impida la pérdida de datos intere·
san tes, a veces conseguidos a costa de grandes sacrificios pecuniarios.
y comenzamos nuestra labor, una vez cumplimentado este pequeño,
pero necesario, deber de cortesía.
11
LAS ESTACIONES PREH ISTORICAS DE ALTURA
Entre las estaciones arqueológicas más fáciles de descubrir, están
las situadas en alturas; a veces, las ruinas de un castillo medieval nos
inducen a buscar, y allí se encuentran restos de edades pretéritas;
cuando no, la situación junto al paso de un camino antiguo, al margen
de un río, a la vista del mar o a espaldas de una población actual, coincidiendo con puntos quebrados, de fácil defensa; o guiados por la topo-
(1)
Servicio.
-
•
116-
[page-n-117]
5
nimia: Alcalá, Alalaya, Bastida, Baterla, Castell, Castellar (1 j, Cas/ellet
Castillo, Castillejo, T alayuela, etc.
Por esta facílidad misma de invención, estos puntos han sido expolíados desde antiguo: por los buscadores de tesoros, por simple curiosidad, por los amadores de cosas antiguas y por los que se aprovecharon
de los restos para construcción de sus viviendas; todo lo cual, unido a
la acción devastadora, continuada, de los elementos, sobre todo las
aguas, ha hecho que, en la mayor parte de sitios, apenas existan señales,
teniendo, muchas de ellas, completamente desnuda su superficie; algunas con ingentes riscos completamente erosionados, que llevan al ánimo
la duda de que allí hubiese podido haber estación humana, de no encontrar en los intersticios, y escalonados en las faldas, restos testimoniales que 10 aseveren.
Por esto, a la facilidad de hallarse con restos prehistóricos en las
alturas, se une la dificultad de encontrar estaciones excavables, como
la afortunada de E/s Comellars, encima del Mas de Menellle (Alcoy),
dada a luz por Ponsell Cortés (2), en donde, distintas causas, han permitido que se conservasen muchas piezas intactas, incluso casilicios,
todavía con su enlucido yesoso.
Casi todas las excavaciones efectuadas por [os hermanos Siret lo
fueron en lugares elevados, más o menos inaccesibles, y constaron de
dos partes: las viviendas y las sepulturas, y mientras que, gran número
de estas, fueron halladas vírgenes de saqueo, permitiendo un estudio
profundo sobre las costumbres funerarias de aquellos remotos antepasados, las viviendas apenas proporcionaron material; lo que es lógico, ya que, en todas épocas, debieron ser materia de latrocinio, aparte
del expolio, consiguiente a su destrucción o abandono.
Estos puntos acantilados y fácilmente defendibles, por este hecho,
en todo tiempo pasado, en que la humanidad se vló necesitada de
defensa, han estado en peligro de ser ocupados, y muchos de ellos lo
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
(1) Se da el caso, hasta ahora, de no haber encontrado ningún punto apellidado
Castellar. situado en altura, que no haya tenido restos Ibéricos; habrá podido no
tenerlos de las primeras edades del metal, ni anteriores; o no haberlos tenido posteriores a lo ib~rlco; pero de esta ~poca, indefectiblemente los tentan. Por eso aconsejamos a los investigadores que, a11l donde se encuentren con este topónimo, aunque
no hallen restos superfiCiales ni en las laderas - tal vez porque estén cubiertos por
otros más modernos o por abundantes aluviones - , si no está completamente
denudada la superficie, hagan catas, que es casi seguro que encuentren restos ib~·
ricos. Por esto también, aJ1l donde este topónimo se encuentre en !Iano y lejos de
todo monte, debe suponerse, en principio, que recuerda una estación ibérica de
llanura y tal, es posible que ocurra con nuestro poblado de tCastellau, cerca y al
medlodia de Valencia, a bastantes kilómetros de lomas y montañas.
(2) Ponsell.
-Jl7 -
[page-n-118]
6
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
han sido, por este motivo, en distintas épocas; pero como no siempre
el hombre ha coincidido en todos ellos, resulta que , mientras unos fueron
ocupados en una sola etapa, otros lo fueron en dos y hasta, en bastantes,
se pueden señalar no menos de tres épocas distintas de ocupación;
fenómeno que ya, en otro sitio, hicimos resaltar (1).
Las estaciones de ladera, es decir, las situadas en el talud de las mon~
tañas, como la de San Antón de Orihuela del Segura, deben corresponderse, gran parte de eUas, con las de altura - cabezos y muelas (2)ya como sus escombreras, ya como sus necrópolis, ya como las poblaciones sucesoras; por la tendencia a descender de los riscos, cuando ha
pasado el motivo por el cual buscaron una situación de defensa.
Los Siret señalan edificaciones fuera de Jos cerramientos de muros
defensivos, en varias estaciones - Ifre, Zapata, El Oficio ... (3) - y
en las vertientes, así como sepulturas, a pesar de la tendencia mani·
fiesta a enterrar, no s6lo en el recinto, sino en sus mismas viviendas (4),
y estas prolongaciones, más que contemporáneas de las poblaciones
encastilladas, pudieran ser las inmediatas tendencias al descenso, ya que
es difícil pensar en viviendas cercanas al exterior del muro, cuando
éste tenía un valor militar inmediato. Los mismos autores se inclinan
(1) Nic. Sil. p. 196.
(2)
Los Siret. al hablar de los restos que se hallaban en la ladera de San Ant6n,
de Orihuela, dicen (1): .Crelarnos nosotros que estos escombros deblan provenir
todos de la estrecha explanada que aparece sobre la cresta peI\ascosa, en la que
debla haber existido el caser!o; cuando al explorar este sitio, nos encontramos con
una superficie muy escabrosa, presenténdoso la roca pelada por todas partes..
Posteriormente, las excavaciones del P. Furgus pusieron de manifiesto que dichos
restos procedlan de una extensa necrópolis situada en dicha ladera: pero nosotros
creemos que esta obcdecla a una estaci6n situada en la cúspide, no siendo suficiente
el que no queden arriba mb que las rocas peladas para negar que haya existido,
pues as! ocurre en muchos lugares faltos de meseta o de muros que contuviesen los
objetos, y todavla existen muchas estaciones arqueológicas comprobables, en que,
si no fuese por los escasos testimonios fehacientes que restan, nos parecerla Impo·
sible la situación de viviendas en semejantes riscos,
Algunas estaciones de altura comprueban su persistencia en las laderas o cuando
menos su traslado por los elementOs, como las citadas más abajo, de los Siret, y la
antigua Ladv(l y Meseta de San Miguel, de Orihuela del Segura, citadas por Gis·
bert (2) y Vilanova y Rada y Delgado (3) y la otra Ladera de Callosa del Segura
que excav6el P. Furgus (4), cuya situación silenció éste por temor a que la estropea·
Sen los ,busca'lesorOst, traténdose. al parecer, de una necrópolis del bronce.
(3) S;rel. M,I., p. 110. 127, 123. 239.
(4) S¡rei. Met .. p. 120, Y passim.
(1) 5irt/. M". p.309.
(2) Gisb"l. p. 16.
PI V/Ulnova. Rada. p.
(4] FU'IUI. N,~.
462.
-118-
•
[page-n-119]
UN "H IAT US" PREHISTÓRICO
7
a aceptar, en Fuente Alamo (1), un descenso de [a población de la
acrópolis, ocupando las vertientes, en tiempo posterior.
La probabilidad de invención de estas estaciones, estriba, a veces,
en la importancia de la estación de altura, pues siendo, posiblemente,
las pequeñas, simples atalayas o túmulos, más que viviendas, el rastro
de super vivencia que dejaron tras sí debió ser escaso y problemático;
aparte de que toda construcción en ladera es destruída prontamente
por los elementos, ya que, formada en parte por medio de ribazos, para
conseguir planos para el asiento de viviendas, aquellos son deshechos
por las aguas, cuando se dejan abandonados; como ya observaron en
lfre los mencionados hermanos Siret (2).
Otro tipo de estaciones interesante a nuestro estudio, por su sincro·
nismo con las de altura, lo forman las megallticas que, en nuestra Región ,
no ha sido claramente señalado todavía, a excepción del clásico y pro·
blemátlco del Gas/elle! del Porque!, en la Ollería, y de algunos otros
igualmente dudosos.
La ausencia, hasta ahora, de esta clase de construcciones prehist&
ricas, ha dado lugar a la creencia de que en Levante no las haya habido.
Pericot (3) hace resaltar la falta de dólmenes entre el N. de Cataluña
y Andalucla, y Obermaier (4) publica un mapa del suelo peninsular
en el que, si bien aparece esta Región sombreada con algunos puntos,
es debido a datos dudosos como el citado del Gas!elle! del Porque! (5);
mas nada hay de concreto todavía .
En Cataluña faltan también en las zonas bajas del país, como si
los constructores de dólmenes tuviesen preferencia por los sitios montañosos, explicándose Pericot esta carencia (6), por la intensidad del
cultivo, que habrá ocasionado su destrucción en las partes bajas.
(1) Si,el. Me/ .. p. 255.
(2) Si,el. Met. p. 109. Cuando contemplamos la población do Chulilla (Valencia) y otras, sItuadas en vertientes de rapidislmo talud. no podemos menos de pensar
que, si en el futuro son abandonadas, serán necesarios pocos siglos para que nadie
crea que alll pudo haber población. ya que, sobre no quedar resto alguno, deshechos y arrastrados por las aguas, se contemplar;). una vertiente pronunciada y
desnuda.
(3) Pl ricol, p. 19.
(4) Ob€r. Mala. p. 9.
(5) Además del Castel/e/ del Porque/, en la Ollerla, se cita el del Munfó de les
Ment¡res, de Ayelo de Malferit, y otro, más problemátIco todavla, en el Castillo de
/os Moscones de Birorp (1) y aún otros. no más seguros, en la provincia de Caste\Ión; uno de los cuales, de Segorbe, publlcado por Huguet (2) romo dolmen. parece
tener de ello muy poco.
(6) Perico/, p. 21.
(1)
V6ase mú addante la blbllogratia de estas tres estaciones.
(2)
HlillW. p.
19.
-119 -
[page-n-120]
8
NI CO LÁS PRIMITIVO CÓMEZ
Estas faltas arqueológicas en terreno llano, no son exclusivas en
[os megalitos, ya que pueden también notarse en otras épocas más
modernas, y aun, actualmente, es en las partes montañosas, pobres e
intricadas, donde se conservan los monumentos antiguos, mientras
que, en las partes bajas, de ordinario más ricas, continuamente renuevan
sus monumentos 0, sencillamente, los hacen desaparecer cuando, ya
anticuados y fuera del gusto del día, estorban (ji) para la vida más
modernizada.
y ésta, es posible que sea una concausa de la falta que observamos.
porque no nos parece lógico que, una civilización tan extensa como la
megalítica y tan duradera, haya dejado claros tan notables, precisa·
mente en los puntos en donde creemos que debió tener mayor desarrollo y esplendidez por la riqueza y exhuberancia vital de las regiones
en donde se nota esta carencia, que tenemos el convencimiento de que
no es debida a que dicha civilización les fueseajena, sinoa causas posteriores que la destruyeron, al parecer, de raíz; siendo éstas, principalmente, el ansia destructora de los buscadores de tesoros y lo que llamaremos /JOracidad de la piedra construcfi/Jo. Por la primera causa
quedaron los monumentos al descubierto, y por la segunda fueron utilizados como fácil cantera; y aun vino posteriormente la agricultura
nivelando los túmulos y amontonamientos de restos que quedaron
auxiliados por tos aluviones de los rios y torrenteras; desapareciendo
de cuajo los megalitos sin dejar rastro siquiera, como resulta hasta
ahora, bajo el espeso sudario de los arrastres de las aguas y del polvo
atmosférico,
A este propósito queremos emitir todavía algunas opiniones más
sobre la probable existencia de megalitos en la Región valenciana y
las causas de su desaparición.
111
EL VALOR DE LA PIEDRA
Los monumentos megalíticos fueron expoliados desde los tiempos
prehistóricos y, seguramente, debieron serlo ya por los mismos contemporáneos; así, el dolmen de Matarrubilla, dió barros pintados ibéricos (1)
como señal del paso de los buscadores de tesoros en aquella prehistórica
edad; que no se limitaron a tos megalitos, como parecen atestiguarlo,
en las Cuevas del Sargal de Vi ver de las aguas - que excavan Guillén
Benages y Rivelles Guillén - el hallazgo de algunos fragmentos de
(1)
Obtr, Mata. p, 55.
-120-
[page-n-121]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
9
cerámica pintada de dicha época (1) entre los demás restos, contemporáneos de los dólmenes, probablemente; y muchas otras estaciones, como
iremos viendo.
En tiempos de Roma continuaron eJ!:poliándose estos monumentos.
En el dolmen del Romeral, por ejemplo, se encontraron, según MergeJina (2), fragmentos de /egulae e imbrices y un cuello de hidria que dan
fe de haberse verificado una expoliaci6n en época romana; extendiéndose también la acción de los depredadores de esta época a otros monumentos de dicha edad, como la necrópolis de Filomena, en Vi1!arreal.
en donde se encontraron monedas de emperadores romanos, según
Tuixans (3); yen el dolmen de Soto de Trigueros (Huelva), excavado
por Obermaier (4), fueron hallados, según éste, en la escombrera extralda, fragmentos de cerámica romana y árabe; demostrando estos
últimos que en época mahometana se continuó el saqueo devastador,
que sigue en nuestros dias (5).
Estas depredaciones, aunque parezca una paradoja, debieron ser
mayores en las regiones ricas que en las pobres, por cuanto en aquellas,
el mercado es más extenso y no ya se limita a los objetos de valor intrínseco, sino a otros espléndidamente pagados, a veces, por coleccionistas' o simplemente caprichosos, y por los hombres de estudio; yasf
parece significarlo el que muchos dólmenes se encuentran muy removidos
de antiguo, como lo demuestra el no hallarse en ellos, ordinariamente,
más que fragmentos conmlnutos de cerámica y huesos (6), y el que apenas se encuentren hachas y otros instrumentos, en muchos, porque
debieron tener mercado, además, como amuletos. Véase lo que quedará
a la posteridad de los que se excavan actualmente con miras arqueológicas, en donde hasta se criban las tierras a fin de no dejar olvidada ni
la pequeñísima cuenta de collar.
Los buscadores de tesoros y antiguallas no llegan al punto de ser
litófagos y hacer desaparecer hasta el rastro; pero dejan al descubierto
la existencia de l pedregal, y cada megalito queda convertido, por el
hecho del descubrimiento , en cantera fácil, lo que en tiempos pasados,
(1)
Nic. Sargal.
(2) MI'. Ntc. p. 64.
(3) Tuilutns (J.), Comunicación al Centro de Cultura Valenciana, en primero
de Noviembre de 1922.
(4) ObeT. Solo. p. 22.
(5) CueviUas y Bauza (I) citan que, al principio del siglo XVII. Xohan Vazque~
de Orxas, queJ6se ante la Justicia de que, en el transcurso de pocas semanas. hablan
sido abiertas mAs de tres mil má17lOas.
(6) Obu. Mata. p. 54; Sall, Caso p. 292; StTTa. L/a. p. 10.
(1)
COi_/IIas. BDOilD. p. 7.
-121-
[page-n-122]
10
NICOL.ÁS PRIMITIVO C6MEZ
en los que la piedra era tan difícil de extraer, fué una condena a su absoluta desaparición y, aunen la actualidad, todavía, una de las causas,
seguramente la más importante, de la destrucción de los monumentos
arquitectónicos en despoblado, es el ansia de la piedra constructiva (1).
Pero es que, además, en tiempos pasados, el valor relativo de la piedra
era mucho mayor que el actual, por la dificultad de extracción. Hay
que haber visitado las antiguas canteras y aprendido el proceso trabajoso de la obtención de los bloques, para darse cuenta del valor de un
sillar en los tiempos megalíticos.
Valencia, ciudad grande y rica desde antiguo, está, en sus contornos
rocosos próximos, circuída de canteras que le proporcionaban las enormes cantidades de piedra que la abastedan para sus edificios, vías,
murallas, torres, puentes y pretiles, En muchas de ellas, abandonadas
hoy, se ven los señales de la antigua explotación yen algunas, como
las del TOf; Pelal (Bétera), se puede contemplar todo el proceso de
arranque, desde el tormo (sillar), que está comenzado, hasta el que ya
se encuentra a punto de extraer. Da la sensación de que, estas canteras, fueron abandonadas en plena producción, repentinamente, y parece
confirmarlo el que algunos viejos canteros de Masarrochos, población
ce rcana, las conocen con el nombre de pedreres del pleil (canteras del
pleito) , por algunas diferencias surgidas, tal vez, entre los lallapedres
(canteros) y el dueño de la loma donde están las abandonadas tascas.
El cantero empezaba por desmontar el terreno de acarreo hasta
( 1) C6mez·Moreno (1) dlce al hablar del dolmen de Viera 1 ... empezaron 3
llevarse las losas ... quizá para nuevos edificios .• Amorós y Sancho, en su estudio
sobre el talayot d'Es Ra/el Cagolles (Manacor) (2), dicen: .Al visitar por primera
vez el monumento, nos advirti6 su propietario que estaba en vlas de una com·
pleta destrucción, ya que eTan muy solicitadas las pltldras para edificaciones en
las propiedades vecinas ...• ; Virgillo Gorreia cita varias antas de las que tiene no_
ticia y que se han perdido por completo, y en la desaparecida del Outeiro da For·
ca (3). dice textualmente que: I ... deseando el propietario aprovechar la piedra,
mand6 excavar el anta ... ' Muchos casos podrlamos citar de destruccl6n de monumentos, por el afán del aprovechamiento de la piedra; pero nos limitaremos al hecho
curioso _ y que prueba hasta qué punto atraen los cantos y sillares en disposici6n
de utilit.acl6n - de un labrador que iba desmontando piedras de la capiUa g6tica
del Castillo de la Reina Mora, situado entre riscos ingentes y de trabajoso acceso,
en término de 8enifair6 de Valldigna, lIevándoselu, a brazos, a algunos kil6metros
de distancia, a Tabernes, para edificarse su vivienda; caso que nos citó Valiente
Izquierdo, médico de dicha poblaci6n, cuando, tln nuestra excursión a dicho Castilb
nos parecl6 extraño no encontrar caldas las piedras que faltaban, de reciente, en
dIcha capilla.
~I) GÓmtl·M
(3) Con,;o. p.32.
-
122 -
[page-n-123]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
11
llegar a la roca apetecida y propia para obtener el sillar (1), y después,
señalando las proporciones de éste con el pico, cortaba un canal alrededor del bloque - para dejarle aislado de la peña - tan profundamente como fuera el espesor apetecido (Hg. 1, lám. A) (2) Y cuando
éste era alcanzado, cortaba otro canal para aislarlo según el grosor,
tan hondo como le era posible procediendo después a clavar cuñas
de madera seca en estos canales y, mojándolas, esperar que, al absorber
el agua la madera, por capilaridad, y tender a la hinchazón , hiciera
saltarel bloque apetecido; y todavía, más o menos, se emplea en algunos
puntos este procedimiento para obtener pequeños bloques de areniscas
como en E/s Muntanyars de Jávea (fig. 2, lám. A).yen la playa de Calpe
(Alicante), habiendo sustituido las cuñas de madera, por otras de hierro.
Del valor relativo que tenía la piedra en la Edad Media, parece que
nos dé testimonio un acuerdo del Concejo de Valencia, de fines de l
siglo XIV , en el que se pone de manifiesto que los Maestres Piquers
(Maestros canteros) se quejaban de que los lallapedres 'j los trajineros
de las canteras cometían fraude en la piedra que extraían o transportaban (3), 'j también parece probarlo el que en muchos testamentos
(1) A veces, cuando el terreno que cubrla la roca útil estaba sostenido por la
costra de caliza cuaternaria llamada tapaf, no se desmontaba sino que se obtenlan
los bloques, mientras hubiese consistencia en dicha costra, formando cuevas a
menudo monumentales, como las indicadas de Les Vinynes, junto a las del TOf
Petat.
(2)
Bloque aislado y a punto de clavar cuñas para. arrancarlo. En el TCf Pe/al
Valencia). Antigua cantera abandonada.
(3) Manual. Folio lxxvj vuel\o; fAnno a natillitale dominI.M.ccc.luij. Dierueneris de mane.xxx. mensis ap"lls ..... Folio Ixxviij: Item com en Jacme cubells,
. Maestre plquer, pe, 51 I per los altres Maestres piquers dela dita Ciutat, hagués exfposat al dlt Consen que, ptr los Tallapedres, o;oes, pe' aquells qui tallen les pedres
ten la pedrera, a obs dlies obres dela dita Clulat le p" los Traginers deles dites
tpedres, eren fetes alcunts frau$ en consurnament d,les dites pedres i en dan dela
'cosa pública dela dita Ciutat; hagués, aximateix, exposat que, per haue, melloria
,1 abondamellt deles dites ¡:¡edres 11 que alcunes partides de montanya, cOlltigues
.alloch d,la dita pedrera, fossen designades I atorgades afer lellya als tallapedrts
ti a lur V3, i que altrj no pogués aqui fer lenya, vullá3 per esquluar contrasts i occafSions I vullá3 per quels dits tallapedres no saquessen a pleujr deis ceps deles vlllyes
.i a1tres arbrts fruytals daquelles ptlrtides. E lo dit honrat Consell no hagués ple.nUTa, jnformaci6 i ct7tlficaci6 deis dits affers, en quant estan en fet; per tal, delll.beradament i concordant I Comanáren als honrats micer Ramoll tolsa, jurat I
.aduocat penslonat de la dita Ciutat 1en Mlquel de palomar. Mosta~f daqlfella, i
.an Jacme cubells, damunt dlt, que ells vejen i regoneguen, dillgentment, los dits
.affers. E fna relacl6 daquells, als honrats jurats dela dita Ciutat 1 ab consell da.quells, hi lacen aquelles perulslons i establlments, simples o penals, de part I en nom
ti ¡och di' dlt Consell, que a lur saujea I consultats segons es dlt los dits juratsV
.aparra mils tcer faedor .• (1).
(B~tera,
(\)
La puntuacIón e! nue!tra.
-
123-
[page-n-124]
12
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
de dicha época, aparecen inventariadas cantidades irrisorias de una
arroba, media Y, aún, s610 de algunas libras de piedra (1).
Esta dificultad obligaba a escoger rocas blandas, preferentemente.
para la construcción: areniscas (rodenos) y calizas de las llamadas popularmente loscas, que tanto abundan en los alrededores de Valencia;
y puede observarse que casi todas las construcciones antiguas de nuestra
ciudad, están realizadas, generalmente, con esta clase de piedra: la
Seo, el Miguelete, las Torres de los Serranos, la Lonja, los puentes, los
pret iles, etc. Las canteras de estas calizas - el To¡¡ Pelal (Bétera),
les Vinyetes (Moncada), el Badall y I'Hortela (Masarrochos), etc .. fueron
aban donadas por otras de calizas más compactas, al ¡nvenir nuevos
medios de explotación y mayores exigencias comerciales.
y si todas estas dificultades transcritas ocurrían en tiempos en
que las canteras empleaban ya herramientas de acero - aunque obtenido por el temple mediante la sangre de toro, los orines, los excrementos y otros medios igualmente empíricos, pero que daban al hierro
las condiciones apetecidas en aquellas épocas - piénsese en las dificultades de extracción cuando el hierro se obtenía sin norma que le diese
un apropiado temple o cuando sólo se conocía la piedra (2). En estos
tiempos sería muy costoso separar los bloques de las rocas, como no
fuera aprovechando una grieta natural de las mismas, para aplicar un
tronco de árbol y hacer saltar el monolito palanqueando o por medio
de la aplicación de cuñas o cuando la roca era blanda (3).
(1) No/ais . • Die veneris xviij Kaltndas juni] (1348) ..... Item miga aroua de
pedra ... : Die lunj pridie Kalendas julij (1348) ..... Vna aroua de pedra; Die mercurij
sexto nonas juUj (1348) ... .. !tem miga roua de pedra; Die Jouis Nono Kolendas
augustl Anno Dominl Ml\lessimo cee xlJx ..... voa roua de pedra ... ; Die veneris kalendas augustl (1349) ... .. Item vn aroua de pedra ... : Ole lune prldle nonas august i
(1349) ..... !tem vna ralla de pedra .. .; Die martls nonas augusll (1349) ... !tem ix
Iliures de pedra... ; Die martis septimo kalendas septembris ..... !t,m miga roua de
349) ..... It,m un canasto item vn quintar de
pedra .. .: Die martis viij jdus apriJis ( 1
pedra tres roues vna roua miga roua de pedra ....
(2) Hacemos caso omiso del bronce y del cobre, por ser poco aptos para los
trabajos de cantera, y es problemAtlco que hayan podido adoptarse para tates
faenas, sobre todo el cobre, ya que, ciertas rocas, utilizadas como picos, darlan un
trabajo no Inferior e incomparablemente més econ6mico.
(3) Los hermanos Siret (1) hablan en Parazuelos de .... losas de pudingas, probablemente cortadas en las orillas mismas del cerrlllo ...• y en el Argar dicen que
l ••• las losas de que se hacia uso ... (en las cistas) ... han sido casi todas cortadas de
unos bancos de arenisca micácea.... ; tambl\!in oitan el empleo de tlajas de yeso cristalizado•. En el Oficio dicen que •... en la cima de la acr6polls obsérvanse pedazos
de caliza arrancados del mismo suelo ocupado por las casas.... y se trata de •... calizas blanquednas cuaternarias (tapaf) que iban a buscarse a la llanura ...• empleando
(1)
S¡,It. MIt. p. 63, 161 , 167, 168 Y 2 .. 1.
-124
[page-n-125]
UN "HIATUS" PREHIST6RlCO
13
La separación del tormo, de la roca de que forma parte, es sin duda
posterior a la posibilidad de trabajado del mismo, y por lo tanto, al
grabado rupestre. Este pudo practicarse algunos miles de años antes,
y de hecho se practicó, como indican los grandes relieves en roca: el
friso de Cap Blanc (Dordoña), del magdalenense superior, con un ca·
bailo grabado, y las figuras de hombre y mujer, del oriñacense final,
del abrigo de Laussel, de la misma localidad (1) Y en el dolmen de
Matarrubilla, cita Obermaier (2) una pila o altar de mármol jaspeado,
trabajado, aunque toscamente, con picos de roca, al parecer; y muchos
más ejemplos que se podrían citar del trabajado de la piedra, como
posiblemente anterior al arrancado de los grandes bloques.
IV
LA CONSTRUCCiÓN DEL DOLMEN
Las canteras del hombre primitivo debieron ser principalmente los
delgados estratos, posiblemente desgajables - las costras de calizas
cuaternarias, las pizarras, las areniscas en lajas, etc. -los cantos
erráticos de los deshielos, los lechos de los ríos y las Caldas de los montes,
tambh!n f •.• lajas de arenisca terciaria..... Hablando de las losas empicadas en el
Argar dicen: •... la operaci6n de descubrir y arrancar esas losas no deja de ser
bastante laboriosa; y el transporte de las mismas a la poblacl6n (El Argar) con
bestias de carga, tampoco debla ser muy c6modo..... G6me~-Moreno (J) dloe. refl.
riéndose a los d61menes de Menga y Viera. que . ... su piedra es una brecha call~a
amarillenta con granos de cuar~o y de formaci6n triásica probablemente bajada del
dominanto cerro de la Cruz, donde se ve manifiesta la cantera ...t y Mergellna (2) tra·
tando de la misma, al estudiar el do lmen de Menga. hace observar que .... todavla
puede determinarse en esta primitiva cantera, el lugar de donde se extrajeron los
enormes monolitos .... y, a continuaci6n, que t ... para formar [a cubierta pudieron
desgajarse un gran número de monolitos. de los que s610 cinco se admiran.,,' Es
asombroso pensar que Jos enormes bloques de estos d6lmenes pudiesen desgajarse
del monte a golpes de piedra; pero el trabajado de los mismos de que se hacen eco
G6me~-Moreno y Mergelina. contribuyen a asegurar que asl sea. ademb de que
en las rocas blandas y en las más o menos friables, atacables por el martillo de
piedra, nada se opone a que seemplease el mismo procedimiento de extraccl6n por
corte en canalillo y cuñas de madera que hemos Indicado más arriba.
(1) Obe,. FosU. lám. VII y fig. 91.
(2) Obe,. Malo.. p. 52.
(1,
(2)
G6,.,u·Mc",.fJ. p.
Mu. Ntc. p. 55.
a4.
-125-
[page-n-126]
14
NICOLÁS PRIMITIVO COMEZ
con las losas desprendidas por los elementos naturales (1); desde cuyos
puntos trasladaría los bloques al luga r de emplazamiento, por medio
de rodillos o angarillas (2), aunque dudamos que este último procedimiento pudiese ser empleado cuando el peso de las losas fuese excesivo.
y en algunos casos alcanzaba bastantes toneladas (3). Lo probable es
que el medio más usado fuese el de caminos de rodamiento formados
por polines y que colocando los formos sobre dos troncos largueros,
formasen una especie de carro - de modo Igual a como todavía se
suele Meer en las canteras, para desplazamientos cortos - y llevando
palancas, Jos peones que marchase n detrás, para evitar el retroceso y
ayudar el avance, y cuerdas y correas los delanteros, ayudados por
bueyes, ir desplazando el bloque hacia el lugar apetecido , construyendo
rampas y terraplenes para salvar los desni veles y los fosos, o bien poniendo troncos, formando puentes y declives, sobre los que correrían
los rodillos que conducirían las a modo de galeras, fo rmadas con las
piedras transportadas y los troncos largueros, quedando, en principio,
form:ida, r ústica y elementalmente, la caja de l carro; yel hecho de que
la misma raíz haya sido aplicada al vehículo ya las piedras y canteras,
parece querer significar que fué en esta época cuando tuvo origen el
carro y la carrela. porque también carreau, carriere y carriera, de la
(1) Vidal (L. M.) (1), publica una fotografla donde pueden observarse las losas
caUtas desprendiéndose del monte como ruinas naturales. fen6meno que podemos
oontemplar alll donde existan estratos de escaso espesor alternados con otros McHmente erosionables, y en muchos lugares montañosos hay puntos - montes. faldas
o barrancos - que ostentan los nombres de Cantalar, Losar o Molar, en algunos de
los cuales todavia comprobamos la existencia de canteras naturales.
Este desprendimien to de monolltos, muy frecuente. es señalado por Senent (2)
en la Mola de Morella la Vella y nosotros, entre otros sitios, lo hemos observado
en Morredolldo. estaci6n prehist6rica de Torrente (Valencia). en donde se desgajan
bloques de di ferentes tamaños, llamando la atencl6n el que aqul s6lo quedan los
más recientes, sin duda porque los antiguos fueron utilizados.
(2) Correia, p. 65.
(3) cazurro (3) calcula que la cubierta del dolmen del Mas-Puig, de Darnius,
que es de granIto. pesará alrededor de 9 toneladas; y G6mez_Moreno, refiriéndose
a los dólmenes del Romeral y Viera (4), dice: •... ni los ponderados megalitos franceses creo que sean capaces de ostentar serie tan gigantesca de piedras puestas en
obra como que la mayor del Romeral calculo pesará unas 75 toneladas. y en Menga
llega al limite nuestro asombro al ver otra de 68 metros oúbicos, cuyo peso no baja
de 170 toneladas...t
(11
(2)
A tlUar/. 1<)08. p. 545.
S,,,,,,I. Mtn'.
(3)
CIllIlUQ. p . Si.
( 4)
G6mtl.MwIM_ p. 107.
-
126 -
[page-n-127]
UN "HIATUS" PREHISTÓR ICO
15
misma raíz, se refieren a las rocas, lo que certifica Carrara, famosa can4
tera italiana de mármol (1).
Los megalitos, ordi nariamente, se construían con la piedra del mismo
lugar o proximidades (2) ya que, regularmente, son de igual naturaleza
que el suelo en donde están; resultando por esto que unas veces son
de granito, otras de pizarra, de basalto, de cuarzo, de areniscas, etc.
Esta diversidad demuestra que no había preferencia ritual por una
determinada clase; se echaba mano del material de que se disponía y
les agradaba, cercano o alejado , y por eso , cuando aparecen rocas distintas del terreno en donde están, hay que achacarlo a la carestía de
losas utilizables en las Inmediaciones, que obligó a buscarlas en los
(osares y canfalares más lejanos, más bien que a necesidad de índole
religiosa.
En el dolmen de Cabana arqueta (Espolia), las losas graníticas están
en terreno pizarroso y según Cazurro (3) . .. . las hubieron de arrastrar
desde el punto donde se encuentra el granito, a lo menos a un kilómetro
y subirlas a lo alto de la loma, con un desnivel de más de 60 metros....
El mismo autor cita el de Arregañats (4) en el que se produce idéntico
fenómeno y Obermaier en el repetidamente nombrado de Matarrubilla (5 ) supone que uno de los materiales, el granito, de que está compuesto G... ha sido acarreado desde una distancia de unos 20 kil6metros, por lo menos ...» Más, todavía, demuestran nuestro aserto, los d614
menes en donde las losas son de distintas rocas, como en este último
citado, en el que, a las de arenisca, recogidas en los alrededores, se unen
las de granito, igualmente citadas, traídas de lejos, y el bloque de
(1) No podemos menos que hacer observar que una de las maderas más resistentes de nuestro pals, la eneina. lleva el nombre popular de carrasca - en Levante
es el nombre con que se la conoce - . Con esta madera se suelen construir todavla
las partes principales y de más resistencia de los carros.
El sufijo asc parece indicar abundancia y tamaflo, y asl se comprueba en peilasco,
de peña. y chubasco, del galaico-portugués chuua (lluvia), viéndose en esto el estrecho parentesro de dicho s ufijo con el adverbio eúskera asko (mucho).
La raiz CMr acabamos de ver que no 5610 significa vehlculo sino pefia. y dándole
a ase el significado que hemos dicho, podremos traducir carrasca quizá. más bien
que por tearrO grande. por epeñascol o .gran losa., por haber servido durante largos
siglos, en los dólmenes, para la construcción de puntales, palancas, cuñas y puntos
de apoyo; pero, principalmente, como polines o rodillos, que es de donde posiblemente le vino el nombre. Otra madera que por lo resistente pudo ser empleada. si
es que yaexlstla en nuestro pals en aquellas edades. es el algarrobo, ya que su nombro
creemos que equivale a ti carrobo, también de carro
(2 ) Cazurro. p. 10.
(3) Cazurro. p. 40.
(4) Cazurro. p. 46.
(5) Ober. Mata. p. 44.
-127 -
•
[page-n-128]
16
•
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
mármol, para formaci6n del ara; y Correia (1) cita en el anta octava de
la heredad de la Caeira, el caso de un sostén de granito entre varios
de pizarra .
La inclinación sistemática de los monolitos parietales dolménicos
hacia el interior y la existencia del túmulo, en muchos de ellos, parecen
denunciarnos claramente la técnica de la construcción de estos monumentos, que se efectuaría propablemente de la forma que sigue: Aportados los bloques y demás materiales necesarios al lugar de emplazamiento, se procedía a la construcción de lo que en la terminoJog[a de
la fu ndición llamamos un noyo (núcleo), es decir, a formar el bastimento
que había de ocupar lo que luego iha a ser el hueco interio r del dolmen
(Hg. 1, a). Este cuerpo, bastante fuerte para no hundirse al peso de
fl;. l. Constru«16n dr un da lmen: D. mideo o .nO)'o.; b. 10"'5; ~, palll ncas; d, p"nlol
dt apoyo de tu palaneu; # , unJ.. ,Irl pla nll r lIIf klUS dff'fhl'
las losas. tendría las paredes suficientemente inclinadas, formando
una pirámide truncada, a fin de que las piedras, al ser levantadas dere·
chas, pudieran llegar a descansar sobre el noyo, evitando el peligro de
que cayesen hacia el exterior o interio r, si se plantaban verticales,
dada cuenta de la falta de base estable, en tales bloques, de cantos y
caras desiguales (2) y por lo tanto, difícilmente situables en posición
Corrda. p. 52.
(2) Mélida el) al hablar de las piedras que componen un dolmen de la Vega
del Guadancil. dice de estas que estAn , ..• mejor labradas ... que en los antedi.
chos...t: pero por las fotografias de unos y de otros se ve que son cantos irregula.
res sin labra de escuadrado, por lo que la frase .meJor labradast debe ser sólo una
manera de decir. que se presta a confusión. Perlcot (2), refiriéndose a [os catalanes.
opina que •... en ningún caso .. . puede asegurarse la exlstencia de un labrado de las
losas...' No obstante, en otros monumentos encontramos la labra de la piedra; Gómez:·
Moreno (3), hablando de las losas que forman el dolmen de Viera, dice: •... Mi pri.
( 1)
Mllidtl , p. 9 Y l~m . V.
PnictJt. p. 22.
(3) C6ma·Mtlftlfo. p. as.
(1)
(2)
-128-
[page-n-129]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
17
normal al suelo, y era por esto necesario que la construcción se hiciese
as!, para que pudiese realizarse con absoluta seguridad, pues téngase
en cuenta que, si bien se encuentran bloques parietales, en los dólmenes que, a pesar de estar inclinados, se mantienen en situación de equilibrio estable, por caer su centro de gravedad hacia el interior de su
base los hay también muchos, quizá los más, en posición inestable, y
éstos había que retenerlos - que es el motivo de la construcción del
núcleo-hasta su fijación y el acabamiento de la obra; COn lo que
quedaban, además, solidarios unos de otros,
Practicábase a lrededor de l núcleo una zan ja para albergar dichos
pies derechos b, haciéndola lo suficientemente profunda para que , una
vez las losas derechas y apisonadas con tierra y cascote, se mantusiesen
en su sitio, después de deshacer el noyo. Los bloques b se colocaban
acostados y apuntando -lo que habla de ser base - a la zanja e,
perpendicularmente a a y situados a su alrededor; y una vez hecho esto,
con palancas e se Iban levantando los bloques, y rellenando con piedras
mera impresión, viendo [a esmerada labor de las mismas, su lisura y ajustes, que
apenas dejan resquicio, fué creer en el uso de herramIentas de meta!: pero examinando con detención, jamás he podido rastrear su huella, y por el contrario, algunas
piedras, hacia la boca del corredor, que se labrarlan a lo último. presentan su haz
lleno de concavidades redondas, hechas con un instrumento romo y contundente.
con el cincelo hacha de piedra, con que se procedella, machacando más bien que
tallando, de conformidad con la naturaleza de la roca, desmoronadiza sin gran
esfuerzo, cuando aún conservase el agua de cantera ...• Obermaler (1), refirj~ndO$C
al de Matarrubilla, dice que .... ninguna de las piedras de cubierta muestran huellas
de aparejo de trabajo, si no que se trata sólo de piezas usadas en el mismo estado
en que se encontraron en las canteras próximas.... : pero al hablar de la pila o altar
de mármol hallado en el mismo, dice que está tallado y •... los surcos de la talla son
cortos, poco agudos e irregulares. lo cual hace suponer, desde luego, el que fuera
picada la depresión, lenta y trabajosamente, con martillos de piedra, más que con
herramientas de meta!".t: tambIén en el dolmen de VIera, aparece una puerta
cortada en uno de los monolitos. y unas entalladuras Importantes, lo cual L. no se
realizó si no con instrumento de piedra ...• (2).
Es, pues. indudable que se trabajaban las losas algunas veces; pero de ordinario,
se utilizaban en bruto. La piedra se labraba. se pulla, se grabab::t - como ya hemcs
indicado más arriba-se perforaba y hasta se aserraba, según dice Munro (3) al
hablar del palafito del lago de Mooseedorf - cantón de Berna - que atribuye a
la Edad de Piedra: •... le sdage de fa piuTe Itail connu d alte lpoque. ai>rsi que le
dlmontTent fes poTtions de pieTTts qu'on a ITOUQtes sdhs ...• : pero no se refiere sino a
pequeñas porciones.
(1)
(2)
(3)
Obtr. Mata. p. :;2.
Mu. NN. p. 78 Y 79.
MI/nra. p. 80.
-129-
[page-n-130]
18
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
y tierra el espacio que quedaba hueco por debajo (Fig. 11 g. g) para que
los sostuviese; detalle muy esencial a tener en cuenta, porque Iba
formándose un piso alrededor de a que permitía el accionamiento de
las palancas y peones cada vez más arriba, a medida que las losas b', b",
s'! levantaban; y de esta manera, elevando alternativamente los tormos,
el suelo, los hombres y las palancas. acababan por enderezar los monolitos b' b" y tener al mismo tiempo casi formado un túmulo g, g',
producto de la técnica constructiva y no del ritual funerario (1).
Una vez todos los bloques descansando en el noya y relleno el es-
Fil:. 11. Conllrucdlin de un dolmen: a, noyo ; 11' 11", IDsas; c', pl lluea: d, punto
de apoyo de l. palanca; 1', 1 : r 1', ICrTlpltn.
060
(1) Hemos de dar somera cuenta de algunas opiniones vertidas sobro construc.
cl6n de d6lmenes; G6mez·Moreno (1) presupone el túmulo hecho al empezar la cons·
trucci6n, cuando dice: •... primero formaban la caja del edificio en medio del tú·
mulo; suMan por el las piedras ... dejAbanla.s caer luego en la cortadur¡¡, resul.
tando. a poco trabajo, cubiertas.... Aparte de que levantar las losas y desllzarlas
resultaria muy dificil en este sistema y el descendimiento por la cortadura, a medida
que ésta fuese más profunda. convertirla el tormo en un terrible arrlete, cuyo manejo
y dirección seria temerario. peligrando la integridad del mismo bloque, el dispendio
de fuerza habla de ser muy superior, pues calculando, Ir0550 modo, un tormo de
20 toneladas, elevado a un túmulo de unos tres metros, consumirla no menos de
60.000 kilogrAmetros, sólo por este hecho, sin contar su enderezamiento y descenso,
al que no hablamos de conceder menos de 30.000. que es lo que, a lo más, consu·
miria pcr el procedimiento de las figs. 1, 11 Y 111, es decir, una tercera parte so·
lamente.
Mergelina (2) cree que para construir el dolmen de Menga L. se eligió un cerreto
próximo. constituido por una toba caliza, fAcU de trabajar. En la parte superior
de ~ se abrió un ancho foso, lo suficientemente capaz para albergar el monu·
mento .. . Alrededor de esta excavación por el interior y próximo a las paredes, se
abrió una zanja de unos 30 centlmetros. que habrla de servir para la cimentacI6n ...
se subieron los monolitos hasta la parte superior del cerrete excavado. y con ayuda
de palancas, se fueron deslizando hasta caer sobre la zanja .... El procedimiento es
esencialmente el mismo preconizado por su maestro. y si realmente el dolmen, como
dice, estA incrustado en un cerro calizo y la caja del megalito se ha cortado en el
mismo, nada tenemos que objetar, y el procedimiento, efectivamente, debe haber
sido, más o menos, el descrito; pero si no es tal cerrete y si el túmulo artificial, como
(l)
(2)
G6mrl·Mo",,"o. p. 86Mer. N«. p. 57.
-
130 -
[page-n-131]
UN "HIATUS" PRE HISTÓR ICO
19
pacio 1, que pudiera quedar entre aquéllos y el terraplén que habíase
formado para levantarlos, el poner los de la cubierta h (Hg. llI ) era
sencillo para aquellas gentes acostumbradas a trasladarlos desde muchos
Flg. 111 . Conltru~16n dc un dolmen: b", Iosaa II cl"fcha.; ,.. terrapltn; 11, losa dt
cubierta ; l, amontonamient o de tlrrn para evitar 111 lluvia t n ti Intulor: l. murO$
de contención lid Itrraplen.
posiblemente lo sea, este ha debido ser consecuencia de la construcción de l dolmen
como hemos hecho ver.
Mergelina llama IICxtrafta Inclinación. (1) a la que presentan las losas derechas,
hacia el interior de estos monumentos, como se ve en b" (flg. [11) Y en un dibujo
que publica, representa dichos bloques en equilibrio Inestable, diciendo que f . .. el
mismo peso de la piedra impedirla a ésta vencen¡e hacia eltnterio! de la construc·
ción .... 10 cual podrla ocurrir en aquellos casos en que el centro de gravedad cayese
dentro de la base, pero no en los demás, que seria lo más frecuente, sin duda. Al
pensar dicho prehlstorlador en la colocación de las piedras de cubIerta, se ve compe_
lido a rellenar el interior del dolmen de piedras y tierra. Esto pone de manifiesto [a
lógica de la construcción del noyo Q (ng. 1) desde el principio, a fin de descansar
las losas parietales sobre él y poder poner la cubierta.
El procedimiento de excavar la fosa para luego revestir interiormente las
paredes de losas, es el seguido en las cistas, generalmente de paredes de lajas delgadas (2), pero diflcilmente se hallarán dólmenes que no estén o exentos -excep.
tuando la zanja de cimentación - o recubiertos de un túmulo artificial, porque
éste, repetimos, es, en su origen, l6gica consecuencia de la construcci6n de los gran.
des d6lmenes y además porque, vaciar la caja de éstos en un cerro, para luego In.
troducir allt los monolitos, es de dificultades tan enormes para aquellos prehistóri.
coso que nos atreverlamos a calificarlas de insuperables, y asilo vló ya Cañal (3),
y el mismo Gómez·Moreno (4). preveyendo esto mismo, supone, para llevar a cabo
la construcción, a su modo f ... un sistema de mednlca desarrollada, que es dificil
Idear aqul, por mucho que se avispase el Ingenio de los andaluces ...• y esta duda
sobre la capacidad de estos prehistóricos, le lleva a suponer que fueran fenicios los
arquitectos •... pues ellos, por su aprendizaje con los egipcios, se adiestraron en el
empleo de materiales corpulentos.... Nosotros, al contrario, creemos que. para la
construcción de los más grandes dólmenes, bastó el conocimiento prflctico de la
palanca y el rodlllo, y disponer con suficiencia, y según los casos, de peones y de
animales de tiro.
M~~. N«. p. 58.
Siul. Md. p. 101 y Piwion.
Carial. p. 192,.) Gdmtl.Ma""a. p. 107.
(1)
(2)
(3)
-
131 -
[page-n-132]
NICOLÁS PR I MIT I VO G6MEZ
20
kilómetros, a veces, y a subirlos por pendientes ab ruptas, bastante
elevadas, cuando era preciso. Así, pues, les bastaba con fa bricar una
r:ampa que permitiese llegar hasta el terraplén g' y una vez alll, con
más sencillez todavía, situar el sombrero h sobre aquella cabeza y des~
hacer el noyo a, con lo que el dolmen quedaba terminado.
Seguramente que, en gran número de casos, sobre todo en los megalitos de modestas proporciones, sería más sencillo construir el edificio
que acarrear los materiales pa ra formarlo, y no ha bría necesidad de
formar apenas terraplén; pero en pocos se podria hacer caso omiso del
noyo, ya que ,Siempre aparecen las losas parietales bOl bOl inclinadas
hacia el interior, aunque esto, en algunos casos, pudiera ser más efecto
de la costumbre adquirida que de la necesidad constructiva.
Dejan do aparte la discusión de si todos los dólmenes tuvieron o
no túmulo (1 ) es seguro que, por lo menos, en los más monumentales,
hubo de construirse un terraplén para edificarlos, y que, en la cubierta,
se colocaría un montón de tierra y cascotes, i, apisonado, especie de
capuchón, para evitar que el dolmen se lloviese por dentro (2), tal como
se hace hoy, en nuestra región, al construir los mollons o cacherulels (3)
edificios hechos con piedra seca, las más veces, cuya bóveda es de falsa
(1) Cazurro. p. 11: Conde. p. 28 : P,,¡col. p. 22 y 117.
(2) Algunos dólmenes se ven provistos de grandes losas de cubierta que Tebasan
lo suficiente las paredes para que siTVan de resguudo a la !Juvia: asl se ve, porejem.
plo, en Cazurro ( 1) Y SerTa Ráfols (2). En otros dólme nes se ve mé.s patente la in _
tención de resguardar el interior, ya que las uniones de las losas que forman la
cubierta. estAr! tapadas por otras colocadas encima de la junta, como se obseTVa
en el de la Creu d'En Cuberfel/a y en el de la Barraca del Lladr, (J). Este hecho hace
sospechar que estos monumentos no hayan tenido nunca ni capuchón ni túmulo,
a pesar del resto de amontonamiento de piedras que se ve en alguno de ellos, como
en este último citado.
(3) El cacherulet es una construcción rústlca que consiste cn la formación de
un muro mé.s o menos circulu, con hiladas de piedras en bruto, reentrantes, que van
cerrando el Tecinto por la parte superior, en dcnde queda. finalmente, un agujero
que tapa una piedra que no es llave de cúpula, sino que descansa encima (lig. IV).
Una vez terminado, se pone a la parte de arriba un amasijo de tierra para evitar
que el refugio se nueva por dentro.
Esta construcción, de la misma técnica que los dólmenes llamados de falsa Cú'
puta, es muy corriente entre los labradores de los secanos del litoral valencianocatalán; terminando en la tlnea castellano-aragonesa, mé.s adentro de la cual no
hemos encontrado este tipo, empleado en la actualidad pua guarecerse de la lluvia
y del sol, en los campos secanos y que casi slempTe se halla sin puerta de clerTe.
{ll
ClUU"O. p. 31. 36. 33, 47, SI. 53 y 5.5.
(2) SR. E!Cp. p. 74. IIr. 28.
(3) CtuU"o. p. SS: Bosar. S~p. p. 482.
132 -
[page-n-133]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
21
cúpula (figs. 3 Y 4lám. A){l) supervivenciasin duda de las construcciones
megaliticas.
Hecho el terraplén por necesidad de la edificaci6n, y el capucho
para evitar el agua, la uni6n de ambos para formar el túmulo, pudo
hacerlo el tiempo y la estética, además de que sería más c6modo dejar
el terraplén que deshacerlo, quedando mucho más resguardado el
dolmen, como hoy ocurre con los dichos cacheTulels que fabrican los
obreros en nuestras canteras para guardar sus herramientas (2), cuyas
construcciones las recubren de verdaderos montículos de cascote y
fl&.IV. Alzldo)' pllnta dt.un uchnuld modfrnG. Tipo valwclano.
(1) Construcci6n rural moderna. de falsa cúpula, llamada caderulet en la par.
tida del Canór;, de Alcudia de Crespins (Valencia), e interior de r.u falsa cúpula.
(2) Ademb de los labradores, construyen también esta clase de refugios los
canteros y los caleros.
-133-
[page-n-134]
22
NICOLÁS PRIMITIVO GÓMEZ
tierras, a fin de que les sea más difícil a los ladrones saltearIas (Hg. 1,
lám. B) (1).
El tamaño del túmulo estaría en proporciones de la grandiosidad
del monumento funerario que habia de cubrir y de la riqueza a contener,
yes posible que la costumbre, que aún persiste entre nosotros, de echar
puñados de tierra encima del ataúd, los que presencian la inhumación,
y la otra de tirar piedras los caminantes al lugar en donde se produjo una
muerte desgraciada - con lo que se forman grandes montones de
piedras (2) en corto tiempo - tengan sus raíces en la época dolménica;
pero no sabemos, en realidad, el significado primitivo de estas ofrendas (3).
Se puede asegurar, después de todo lo dicho, que la construcción
de los dólmenes, era una manifestación arquitectónica de la época,
que no estaba al alcance de todo el mundo, habida cuenta de la gran
cantidad de mano de obra que representaban; habiendo tenido, indudablemente, en muchos casos, que movilizar verdaderos ejércitos de peones
y bestias, y emplear una no despreciable cuantía en maderamen, cuerdas
y correas, además de la piedra, que, lógicamente, había de alcanzar
un gran valor, debido a su gran consumo y dificultad de extracción.
Esta escasez , frente a la necesidad adquirida de construir, hizo , sin
duda, adoptar el aparejo pequeño de los dólmenes llamados de «falsa
cúpulCl», que consiste en hiladas de piedras reentrantes, cubiertas por
grandes losas. Este reentramiento da a los paramentos interiores de
estos dólmenes, una inclinación que recuerda la que adoptaron los
monolitos para caer sobre los noyos, por lo que hace suponer que el
(1) Cacherulet doble en las canteras del Barranquet Vefl o de La Couatella, en
Godella (Valencia). El de la derecha sirve de refugio y el de Izquierda, con puerta,
como almac6n de herramientas.
(2) Hemos podido c
sitios. Un origen parecido deben tener los amil/adairos - amontonamientos de
piedras _ que se forman alrededcr del Santuario de San Andrés de Teixid6, cerca
del Cabo Ortegal (CaJicia), con las piedras arrojadas por los romeros en señal de
cumplimiento de votos (2).
En muchos dólmenes sin túmulo se ven alrededor amontonamientos de piedras
como &1 fuesen los restos testimoniales de estas costumbres o del mon11culo que
los cubrirla. tal vez.
(3) Jajhag (3) dice: 1 ... No es raro encontrar alrededor de nuestras iglesias y
ermitas romAnlcas, piedras de forma parecida a la de una cabeza, señalando el lugar
de antiguas sepulturas....
(1) CrllE do Pedro Bluco y amontonamiento de piedra; a la duocha del cam ino del Treme_
dal (Bronchalos, T\II"uel)
(2)
(3)
Madi/l ir a.
la/Ira, . p. 13.
-
134 -
[page-n-135]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
23
origen de semejante tipo de construcci6n, es la imitaci6n del dolmen de
grandes bloques derechos, y para cerciorarse de ello, basta examinar
el de Matarrubilla (1), en donde la longitud de las losas era suficiente
"ara descansar sobre las paredes, aunque éstas hubiesen sido verticales;
también se observa en los dibujos que Dechelette publica del de Alcalar
(Algarve) (2), lo que demuestra que el reentramiento, no tué preconcebido a fin de aprovechar losas más cortas, sino , posiblemente, por
imitaci6n a los d61menes de pies monolíticos, como decimos, ya que,
para la construcci6n de los monumentos de fa lsa cúpula y grandes
losas de cubierta, hubieron de necesitar igualmente, y aun con mayor
motivo, de la formaci6n de un núcleo o noyo.
En algunos d61menes de losas cicl6peas, existen detrás de éstas,
muros formados por lajas y cantos de piedra (fig. ¡ I I, j, j). Así aparecen
en los de Viera y Menga (3) y en el de «Soto de Triguera$\) (4). Estos
muros son, seguramente. de descarga y sirven para la contenci6n de
las tierras laterales del túmulo, a fin de que no pese sobre los bloques
parietales, dejando a estos, solamente, la funci6n de sostener la cubierta.
Al pequeño aparejo le hacían tomar la desviación de las losas a que estaba
adosado, y, cuando éstas desaparecieron (5) de la construcci6n, continuó
Obe,. Mata. ligs. 19 y 20.
Dtdztltlte. p. 37. rig. 6.
(3) G6mu·Morlno. p. 86.
(4) Obe" Soto. p. 8.
(5) Va a ser difícil averiguar exactamente el transito del tipo de megalitos
parietales al de pequeño aparejo: una hipóte::is aceptable creemos que seria la de
que el flaqueamiento de algunos bloques pusiera de maniflesto la resistencia del
muro de lascas y cantos pequeftos que habla en el interior, para descarga del túmulo.
GÓme:¡:·Moreno (1) se inclina por un proceso contrario, y opina que la Cueva del
Romeral de falsa cúpula es anterior a la de Menga, de grandes monolitos, pues dice
que •... la incllnaclón de las paredes en la cueva de Menga, como por lo común en
l:t:l antas, apenas resultarla Justificable sI no recordando los saledizos del Romeral,
y pueden ser también un resabIo del sistema aparejado de los contramuros de
liviana mamposterla, igualmente vistos en el tesoro de Orcomene y túmulo de
Sardes ...• y supone (2) que este cambio de construcción se efectuó f, .. hacia el siglo
XI antes de Cristo ... en que los fenicios ... quizá Influyeron en la arquiteotura, transformAndola de aparejada en megalltica ...•
Mantenemos nuestra opinión de que las losas parietales tomaron la inclinación
por la necesidad de descansarlas en algo que las substentase durante la construcci6n
y entlbamlento, faltas en su mayorla de base para sostenerse por si mismas; y que
los muros de descarga tomaron la natural inclinación de las losas a las que se ado.
saron y que el pequefto aparejo continuó Inclinado por costumbre mA:s bien que
por necesidad, hasta que por el tiempo se aprenderla su utilidad para el cerra·
miento con piedras de menor tamaño.
(1)
(2)
(1) Gdmll.MorllIO. p. 107 y loa
(2) Gdmq·Mo",IO. p. 130.
-135 -
[page-n-136]
24
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
fabricándose inclinado, sin aprovechar su ventaja. Fué posteriormente,
sin duda, cuando la práctica puso a los megalfticos sobre el secreto
del cierre superior con losas, de vez en vez más pequeñas. hasta llegar
al cacherulel (1) actual (fig. IV), cuyas falsas cúpulas se cierran por urtct
lasca, la mayor parte de las veces no mayor que las demás que forman
las paredes.
Es muy probable que a este resultado fuese impulsado el hombre
por la carencia de losas y el coste excesivo de la mano de obra, lo que
justifica también el que, paralelamente a esta clase de sepeliossiempre caros, más o menos, ya veces fastuosos, y no prodiga bies, por
lo tanto - hubiesen de existir otros más modestos, en cistas, aprovechando las cuevas y grietas naturales, en silos, etc.; algo quizá, parecido
a como si dijéramos: los panteones de los poderosos (dólmenes), los
nichos de la clase media (cistas) y la fosa común (cuevas y pozos funerarios).
Parece confirmar esta distinción, el que en los dólmenes es siempre
escasa la cantidad de los ocupantes, comprobable; aunque en algunos
casos, y como excepción, se eleve el número, sin que depase la posibilidad de que se trate de un largo uso de la cámara funeraria u otras
circunstancias igualmente explicables (2).
Sentado, pues, que la arquitectura dolménica era cara y por lo tanto
solamente asequible a las gentes más poderosas - relativamente a la
riqueza del pals en donde se situaban - es lógico suponer que es, en
los valles ricos en donde mejor debieron edificarse los más espléndidos
monumentos, para cobijar a sus jefes; y es precisamente en los lugares
donde suelen faltar; pero 10 lógico es esto, que no existan a la vista,
sabiendo el gran valor que, en todo tiempo, ha tenido la piedra en las
llanuras y, en éstas, en la cercanía de las grandes ciudades, y que era
muchísimo más barato y fácil aprovechar las losas que les deparaban
los megalitos, que no arrancarlas.
(1) Cacholas llaman los riberel\os del Cinca a unas cuevas artHiclales habitadas
en tiempos pasados (1); en francés CQchu slgniUca tesCOnder.. Es posible que, tanto
cachola como cacherulel, deriven de. la misma rah y equivalgan a .refugiO" que es
lo que en realidad son, sobre todo estos últimos.
(2) En un dolmen de cúpula de Almlzaraque, descubierto por L. Siret, se hallaron restos de más de cincuenta Individuos (2), Nada impide pensar que se tratase
de un panteón famlllar, y no de una fosa común.
(L)
(2)
Lo .. bemol por referenclu,
Mllttl. p. 22.
Ob~"
-136-
[page-n-137]
UN "H IATUS" PREH ISTÓRICO
25
v
LA CIVILIZACiÓN MEGALITICA
Durante la época megalítica, no hay duda que existiría gran respeto
hacia sus monumentos funera rios, que posiblemente fueron ya salteados
por los contemporáneos buscadores de sus riquezas de manera sigilosa;
aunque, ordinariamente, debió respetarse la construcción, por lo menos
a parentemente; un gran número de dólmenes, persistiría du rante siglos,
los suficientes para que los aluviones de los ríos, en Jos valles, los fuese n
cubriendo y dejando cada vez más disimulados y hasta perd idos (1).
No hemos de perder, pues, la esperanza de que, un día, la excavaci6n
fo rtuita descubra en el llano monumentos megalíticos, ya la existencia
de túmulos es posible que, en parte, se deba el gran número de topóni mos que, en nuestro va lle valenciano. significan altozanos u oteros:
alter, co/elles, montel/s, t~os, pujols, etc., nombres de lugar que han
de dar que sospecha r al prehistoriador, sobre todo los a veces, situados
en lugares completamente llanos; porque es proverbial el afán por la
t ierra cultivable que tiene nuestro pueblo de la llanura y hay que ver
cómo va conquista ndo al agua marjales y campos, convirtiendo el
I/uen! (laguna) en arrozales, y éstos, por el tiempo, en hue rtas. Para
esto desmonta los sitios altos, convirtiéndolos en regadíos, y baja, en
barquichuelos sin quilla -'- por los canales y escorredores hasta los
pantanos - las tierras arrancadas y las arroja en los lagunazos a fin de
ir dejándolos en seco y cultivarlos
De alguno de estos alters desmontado, hemos oído hablar de hallazgos de sepulturas yotros restos, como el del Alteró de Miquel de Sollana,
(1) La tendencia nlvelatorlade las aguas. dIsminuyendo las cImas y rellenando
los valles, ast como la del arado, ha disimulado los túmulos, con o sin dólmenes, y
sin duda, en muchas partes, deben de existir ignorados y que sólo el azar pondrá. al
descubierto en su dla, o una investigación y tanteo conscientes.
Obermaier ( 1), del dolmen de Matarrubilla, dice que •... primitivamente, marta
cubierto por una colina de tierra de regulares dimensiones, pero es probable que se
allanase en el transcun;o de los años, de modo que hoy no se destaca nada este
lugar, en el paisaje ondulado .... ; y Cañal al hablar del de la CUfWQ de la Pastora (2),
da a entender que el túmulo que la contiene no se distingue de los muchos oteros o
altozanos que le rodean, y as\ se podria decir de algunos, hallados al atar de los
trabajos agrlcolas, como este de la Pastora.
(1)
(2)
OlHr . Mala. p. 44.
(;r;¡;¡al. p. 192.
-
137-
[page-n-138]
26
NICOLÁS PRIMITIVO G6MEZ
partida de ús BQS~s o Barraquet, arrasado hace años; en el que se
halló un hacha de ofita de fondo verdoso, con manchas obscuras, de 205
milímetros de longitud (Hg. 3, lám. B). Se hallaba en la colección
Almarche. El señor Vera Verdú, ilustrado médico de dicha localidad, nos
dijo que en dicho alter había sido hallado un dolmen y una sepultura;
pero no pudimos hallar comprobación de lo primero, habido el tiempo
que ya la excavación había sido hecha y las manos profanas que la
realizaron.
Son innumerables los alters y pujols desmontados, de los que se
puede tener noticia, unas veces por relación de los agricultores que los
t rabajaron o que recuerdan haberlo oído contar a sus mayores, otros
por la toponimia; y no podemos menos que pensar en que, sin duda,
muchos de ellos debieron ser arqueológicos - recuérdense, también ,
e/s pujols de Castel1ón de la Plana (1) - y guardarán quizás en su seno,
todavía, el monumento que les confiaron nuestros antepasados prehistóricos, algunos posiblemente intactos, así como otros debieron desaparecer por completo.
Sería demasiado hipotético nuestro razonamiento, si fundásemos
la posibilidad de la existencia de dólmenes en las llanuras, en estas
razones y escasos indicios aducidos aunque añadamos en apoyo de
nuestra hipótesis el argumento de la persistencia de las construcciones
de nuestros secanos llamadas cacherulets; pero es que además, en apoyo
de nuestra argumentación, tenemos el hecho de que en la época de
los megalitos hay comunidad de cultura entre estos y ciertas estaciones
de altura, cuevas, silos, cistas, fosas y túmulos; y existiendo estos tipos
en nuestra región, constituyendo algunos aspectos de aquella civilización que floreció al principio de los metales, no parece lógico que la
faceta funeraria más suntuosa de aquella cultura - como son los dólmenes - sea precisamente la que falte de ordinario, en [os llanos, casi
siempre más ricos y, sobre todo, en una de las regiones de más opulencia
natural, que ya en aquellas épocas, sin duda alguna, florecería, cuando
menos, por su ganadería.
Los megalitos perduraron desde el neolítico hasta principios del
bronce, a través de todo el enea lítico y forman uno de los sectores de
cultura más estudiados, a causa de su gran extensión. que abarca desde
la India al Mar del Norte , siendo principalmente litoral (2), manifestando su difusión y vitalidad ser efecto de una civilización tan persIstente que llegó a una gran uniformidad y se enseñoreó, en el transcurso del tiempo, «.•• de las zonas costeras del Mar Mediterráneo, del
Atlántico, del Mar del Norte y del Báltico ...• Estos monumentos - corn(1)
(2)
AlmfUCht. p. 35 Y 87; HugUtl. p·II96.
Ob«. Mala, ps. 5, 6 y 7.
-
138-
[page-n-139]
UN "HIATUS"
PREHISTÓRICO
27
probado en gran número de casos su oficio funerario, de carácter más
o menos aristocrático, casi siempre - se habían de corresponder con
otros más modestos y asequibles, digamos populares, y de hecho, tenemos los silos, como la estaci6n de Filomena, en Villarreal; las cistas
y tinajas, como en la Ladera de San Ant6n; los túmulos, como el de
Gayanes, el Castillarejo, de Enguera, y el de la Montaña de Rafel, de
Tabernes de VaUdigna (1); Y las cuevas funerarias, como la del Barranc
deles Foyetes, de la misma localidad, y dada a luz por Valiente Izquierdo;
las del Sargal, en Viver (Caste1l6n), y otras inéditas todavía; con material argárico unas estaciones, campaniforme otras, como la de Filomena citada (2); la de la Sar~a de Bocalrente (3), denunciada por PonseU Cortés, con cerámica decorada con incisiones cardiales, y las ya
clásicas Cuevas: de Roca (4), de Orihuela del Segura, de la Avellanera
(Catadau) (5), de San Nicolás (OlIería) (6), de les Marave/les (Candía) (7)
y aún otras, con sus discutidos restos del neolítico. De las cuevas con
cultura similar a la de los megalitos, Pericot (8), al estudiarlas, dice:
_Hace pocos años que P. Bosch Gimpera se dió cuenta por vez primera
de esta identidad de cultura que vamos a señalar (80sch, Prehislória
0
Calalana, pág. 77 y siguientes) y 1 que entonces era s610 una hipótesis
a comprobar, ha recibido estos últimos tiempos tantos refuerzos, que
no puede ya dudarse de su certeza ...• ; hecho que confirma el mismo
80sch en Hispania, un año más tarde (9), indicando a continuación
que •... los restos de poblados y talleres neolíticos dan un material
parecido al de los megalitos y cuevas ...• y Serra Vilaró (10) en su Memoria sobre el dolmen de Llanera, dijo anteriormente: *En año y medio
que llevo dedicado a estas exploraciones, he encontrado ya unas veinte
cuevas conservando restos prehistóricos, siendo sólo seis habitaciones,
Valiente.
(2) Sos. Es/. 1924, p. 51.
(3) Ballester. Cfr. p. 17, 18,20,21,22; Servicio. p. 12.
(4) Clsbert. T. 1, ps. 16, 19 Y lám.; VilanOlla. Origtn.lám. I núm. 14 y 15, ps. 222,
Z35 y 389: Vi/anal/a. Rada. ps. 423. 461 y 462: Moreno. pass;m.
Don Santiago Moreno Tovillas estudió esta cueva y sus restos, presentando en
1872 una Memoria detal!ada con dibujos, a la Sociedad Arqueológica Valenciana
que no llegó a publicar: cuyo manuscrito tuvimos la ocasión de encontrar en una
IIbrerla de lance y que procuraremos dar a luz en breve,
(5) Vi/anal/a. Est. p. 72; Vilanova. Mem. ps. 21, 462. 482 Y 483; Vilonova.
Orig,n. p. 363: Vilanova. Rada p_ 453, 492.
(6) Vilamwa. Mem. ps. 21, 462. 482 y 483; VilanOlla. Origen. ps. 349 y 353;
Vilanova. Rada. ps. 447 y 452.
(7) Balllster. Cero passim.; VilanO/Ja. Mem .. ps. 2 1,y 483; VilanOlla. Origen.
ps. 250, 349 y 364: VilanO/la, Rada, pS. 447, 452.
(8) P"icol, p. 59,
(9) Bosch Arq., p. 159.
(10) Sura Ua., p. 4.
(l)
-139 -
[page-n-140]
28
NICOLÁS PRIM ITIVO G6MEZ
y sepulturas las demás. El mismo pueblo que utilizaba estas viviendas
y necrópolis que le deparaba la naturaleza, era el constructor de los
sepulcros megalíticos y tumularest.
y así como acabamos de ver que, en la cultura megalítica, a los aristocráticos dólmenes corresponden otras sepulturas más hum.ildes,
también a las humildes cuevas habitadas, como las que señala Serra
Vilar6, correspondían viviendas más o menos suntuosas, al aire libre:
las colocadas en alturas acantiladas y defendidas - poblados, fortalezas y atalayas - que desde la época neolítica y a través de la edad del
Cobre. perduraron hasta principios del bronce; tal como ocurre en los
dólmenes, de cuya paridad dijo CorTeia en su estudio del cabezo llamado
El Castillo, a orillas del Téra (Portugal) que eran (1) «.•. los restos de
una aldea neolítica cuyo estado de civilización acusaba ya influencias
del período del cobre ... siendo los hombres que la habitaron los mismos
que erigieron las anta5 (2) diseminadas por los alrededores ...•
En nuestra Región tenemos estaciones de altura cuyo período
abarca toda la duración de la cultura megalftica, sin duda, ya que, entre
el neolítico, según 805Gh, del Puntal deIs Moros, de Náquera (3), y los
albores del bronce de la lloma del Comellars, al Mas de Menente, de
Alcoy (4), existen innumerables estaciones, entre las que podemos citar
las halladas por M. Jornet, con cerámicas del eneolítico, en el valle de
Albaida y estudiadas por nuestro Ballester Tormo (5) .
Es tal el número de estaciones de altura correspondientes a esta
civilización - no bien determinada todavía, ni menos matizada, por
cuanto cada día surgen elementos inesperados que obligan a desplazamientos, ampliaciones o conjunciones, de culturas que se tenfan por
diversas - que es difícil hallar un valle, en nuestra región, por pequeño
que sea, que no la tenga, y hay rincones donde encontramos, no una,
sino tres y más, como en Corbera de Alcira , Olocau, Náquera y otros
puntos; y un valle como el valenciano, al que naturaleza dotó con
dos ríos de buen caudal- aparte de los afluentes y menores. - que
estaba, en gran parte, formado en dicha época, no debió, en manera
alguna, quedar al margen de la cultura de los dólmenes, y. más estando
como está rodeado de estaciones de altura - contemporáneas y de
técnica mobiliaria equivalente - con tal profusión que, ya uno parece
que lleve el convencimiento de hallar restos prehistóricos, al subir a
cualquier cabezo: el Puntal deIs Moros, Montaspre, e/s Trencalls y les
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
Comia, p. 12.
Ll!manse, en Portugal, ontos a los dólmenes,
Bosch, Prob/emes, p. 96.
Ponsell.
Balles/er, Cero
-140-
[page-n-141]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
29
Solsides, en Náquera (1); el Sall de Ria, deSerra; el Por/ichol, Penya Roja
y el Puntal del Mungally, en Olocau (2); el Caber;o de la Casa de Camp en
Casinos; la Cdua Foradá, la Ermita de Sen! Miquel (fig. 2, lám. C) y la
Caua del Cauall, en Liria (3); la de Monfiel, en Benaguacil; (fig. 3,
rám, C) (4) la Monlanyela de Cabrera, (fig. 4, lám. C) (5) y Morredondo
en Torrente; el Por/ell, en Montserrat; el Gas/ellel de Senyera (Hg. 1,
lám. D) la Montanya de Carlos, el Punlal del'Ahuelay el Gastell, en Corbera de Alcira (fig 2, lám. D) (6); la Serreta del pas Buuap, en Tabernes
de Valldigna (fig. 4, lám. D); el Caber;ol, en Cullera (rig. 3, lám. D) (7)
el Cas/ellel de la Llama de Bechi, en la Vallesa de Mandor; el Caber; del
Puig (8) y muchos otros puntos de que tenemos noticia y no hemos visi·
tado, y más, seguramente, que yacen todavía en la obscuridad y de los
que ni noticias tenemos, que contemplan el valle valenciano, al que
s610 nos circunscribimos en este momento.
VI
LAS CIUDADES DEL LLANO
Tal conjunto de estaciones de altura, la mayor parte probablemente
militares, es natural que algo tuviesen que defender, además de que
tampoco es 1
6gico pensar que la gran extensi6n de la llanura, rica y
feraz, quedase deshabitada y que este valle, surcado por los ríos, los
canales y los lagos - de los que quedan los cauces actuales, la Albufera
yel recuerdo de la toponimia - tan apropiado para ser asiento de navegantes, ya que la naturaleza presentaba un sinnúmero de puertos
naturales, apropiados para la navegaci6n prehist6rica, quedase en
barbecho, contemplado por innumerables gentes, viviendo en inc6modos y estériles riscos.
y en efecto, este valle fué asiento de un gran pueblo navegante,
Lluch.
Nic. OIocau.
(3) Uriel.
(4) El rlo Turia y al rondo. derecha la Ermitade Monlill desde VilJamarchante.
(5) La Montaflyeta d. Cabrera, a la deu:cha y al rondo Izquierda Torrente
(Valencia).
(6) En primer t6rmino el Punta, entre Boqueta y Fontanelles; en segundo
t6rmino: izquierda. la M01lfanya de Carlos, la población al centro yel Caslell a
la derecha. Al rondo la Montl1nyeta de Sent Miquel y la Ribera del Júcar.
(7) La. Ribera baja del Júcar y al fondo la montafta de Cullera CQn las estaciones
de El CabtfOl. hacia la Izquierda, el For! en la parte alta de la derecha y el Caslell
en la vertiente de dicho lado.
(8) Véase, mas adelante, el estudio de estas estaciones.
(1)
(2)
-141-
[page-n-142]
30
NICOLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
los Sicanos, del que nos hablan los historiadores antiguos (1) aunque
de una manera parca, dándonos a entender que colonizaron en el Mediterráneo Central (2) y que pertenecian a las gentes Iberas (3) y que
estaban situados hacia la desembocadura del Júcar (4).
Los íberos llegan hasta los linderos de la historia subdivididos en
multitud de pueblos a los que todavía se les recuerda dicho origen,
mientras que los Tartesios estaban olvidados ya desde el siglo v antes
de Cristo (5) a causa, seguramente, de su destrucci6n por los Cartagineses (6), efectuada, según Schulten, en las proximidades de dicho siglo.
Los Tartesios estaban enclavados entre gentes iberas-como parece
atestiguarlo el periplo de Aviene (7) - cuyo fenómeno podía ser de(1) Véase una bibUografia bastante completa en Vicedo San Felipe (1). No
participamos de sus conclusiones al identificar el Sicana con el Serpls y situar a
sus habitantes en la reglón alcoyana.
(2) Diod. Sic., V, 6; PhiUpon, p. 102.
e::) Diod. Ha/ic. J, 22. Seguramente que tal afirmación procederá de alguna
tradición antigua que situase a los Sicanosen el solar que luego ocuparon los Iberos;
pero pudo ser también que aquellos fuesen una parte de estas gentes o que se tra·
tase de una Inrlltración de colonias extranjeras que penetrasen como cu~a entre
los Iberos.
El fen6meno del pichal, en el habla valenciana - que distingue la del valle ocu·
pado por la capital de la del resto de la reglón, y que algunos han supuesto que se
originaba en la repoblaci6n de la Reconquista, sin conseguir demostrarlo - debe
obedea:r a la Influencia de una colonización extraña de larga persistencia, tal vet,
en la prehistoria.
(4) Avieno, 479 y 480:
altolil inde se sicana civilas,
propinquo ab all/ni sic illXata Hibericis ...
(5) Schullen. Tar., ps. 109 y siguientes.
(6) Schu/ten. Tar., p. 97.
(7) Aviene, 248 a 255, 463 y 464, 473 a 476.
al Hiberus ind, manal amnis, el locos
lecundal lUIda: plurimi el ipso lerunl
dictas Hiberos, non ao illo Ilumine
quod inquidos (/10) Vasconas prae/aoi/ur.
nam quidquid amnem gentis huius adiacef
«e;duum ad axem, Hiberiam cognominant.
Pars porro 100 continel TartesIas
el Cito/cenos ......................••. , ..
.... ..••. , . •Me terminus quondall/ steW
TartesiorUm; Me Hema ci/lilas luil.
Et contra Hiberi in usqUi! P¡TllIt ¡ugulII
ius prO/l/llert propfer inlerius mOTI
{ate locuti; pTlma eorum ci/litas
/lerda surgit .. ...... . ....•..............
Habla, por lo tanto, Iberos antes y despu!s de Tartesios, estando metida entre
dichas gentes, como una ouita, esta ciudad.
lO
V¡,s. Ale. T. 11. p. L40"1 Ilgulentes.
-142-
•
[page-n-143]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
31
bido a que aquel pueblo formase parte de los Iberos o a que fuesen
gentes extrañas que, como una cuña, hubiesen invadido el territorio,
viniendo del Norte de Africa o por el mar. Schulten se ineJina a creer les
un sedimento de los Ligures y extraños, por 10 tanto, a los 1beros (1);
pero la lingtiística y la toponimia, más parecen probar que se trate
de un pueblo invasor, venido posteriormente a la existencia de los
Iberos en el territorio tartesio (2).
Los Tartesios se disputaron con los Fenicios la talasocracia durante
siglos, en los que ocurrieron, según toda probabilidad, alternativas en
el ejercicio de la hegemonía sobre los mares conocidos, por los dos pue 4
bias navegantes (3), Bosch Gi mpera no encuentra razones suficientes
para hacer retroceder en la antigüedad, a los Fenicios, más allá del
siglo VIII a. de C. (4); pero en esta época, ya las .naves de Tarsist eran
célebres desde el siglo x cuando menos (5); lo que parece significar que
los Tartesios pudieran ser anteriores y alcanzando las postrimerías de
la Edad del Bronce o una antigüedad todavía mayor (6).
Los Sicanos aparecen en los escritores antiguos un poco fabulosamente e ignorados en sus cualidades marineras, que debieron tene r,
ya que ejerCieron, seguramente, la talasocracia, en un tiempo , cuando
fundaron colonias en Sicilia y otros puntos del Mediterráneo. Thucidides (7)- dice que los Sicanos pasaron a Sicilla ahuyentados por los
Ligures, de lo que se hacen eco otros autores. Philipon (8), aunque
opinando que proceden de Asia, dice que los lberosicanos son los pri4
meros Indoeuropeos que ocuparon la Italia, apoyándose en Virgilio
y otros autores, que afirman de ellos que fueron los más antiguos habitantes del Lacio, digamos, colonizadores.
Los Iberos protohistóricos no se distinguen como navegantes, sino
que eevitan el maN (9) y ninguno de los escritores antiguos habla de
(1) Sch¡¡/ten, Tar., ps. 164 y 165.
(2) Andalucia y Murcia Interrumpen la unidad lonetlca del litoral espal'iol.
mucho mas similar en el NE. y levante, con el W. y NW. que no con el S. y SE.
Algunos topónimos, como Albuñol, Gastillerro, Muela de Montalvlch (Almerla), etc.,
son como sedimentos de la fon6t1ca ibera, anterior a la actual. que hemos supuesto
tartesia.
(3) Bo~h. Fenicia,,' Schulten. Tar.
(4) Bos.:h. F,nicia, p.348.
(5) Bo~h. Fenicia. p. 315; Schult,ln. Tar., p. II Y siguientes.
(6) Schulfen. Tar. passim. GÓme:¡;·Moreno (1) supone a los Tartesios construc.
tares de los dólmenes andaluces.
(7) Cort~s, Slcana Cl"itas.
(8) Philipon .. p. 102 Y siguientes.
(9) Schulten. Tar., p. 165.
(1)
G6",tz·MoTt'lo. p. 12 1.
-143-
[page-n-144]
32
NI COLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
ellos por sus condiciones como tales; y no son , por lo tanto, de esta época
los lberosicanos, aparte de que, en lo poco que hablan de ellos los
escritores antiguos, les dan como muy anteriores. Nada sabemos tampoco de relaciones ni de luchas que tuvieran con otros navegantes,
como Cartagineses, Griegos ni Tartesios, lo que hace suponer que los
Sicanos sea n anteriores a todos estos pue blos, y parece afirmarlo más
el contacto en que los escritores de la antigüedad, los po nen con los
Ligures, que es el pueblo que, en la Prehistoria de Occidente, aparece
como el más antiguo, entre los menos míticos.
Hay que colocar a los Sicanos entre los Ligures y los Iberotartesios,
como contemporáneos o, aun, anteriores a los fundadores de este gran
pueblo de Occidente, y por lo tanto, en la época megalítica o hacia el
fin de la misma (1).
Los Sicanos tenían su ciudad junto al río, como las antiguas SabUo(1) A comprobar la antlgUedad de los Slcanos y su condición de navegantes
viene la OdIsea, pues con motivo del episodio de la llegada de UlIses a la tierra de
los Feaclos, cita algunos nombres como el de Nausithoos y su hijo Alkil/oo, padre
de Nallsikaa,' que nos dan alguna luz sobre la naturaleza de aquellas gentes slcanas,
Nausikáa (N'ltIJ,.~dCl), hija de Alcinoo (Al.x!YIlo'l, rey de lO! Feacios, se encuentra con Ulises a la orilla del Tlo a donde esta princesa habla Ido, con sus servidores,
a lavar las ropas, y le conduce a la ciudad (1).
Los Feaclos, según la Odisea, eran marinos cuyas naves surcaban los mare:¡¡ .riI·
pidas como el ala y como el pensamiento. (2). y procedlan de la espaciosa Iberia {3l.
lo que significa que eran colonos en la tierra donde estaban.
Champault, que ha estudiado a fondo esta cuestión (4), opina que la tierra feacia
era una isla del Mediterráneo central y que era montañosa y volcánica, identificándola con Ischia y a los Feacios con los FenIcios, pero las mIsmas condiciones parece
tener Sicilla y está de acuerdo con la tradición antigua de que de Iberia fueron los
Sicanos a colonizar la antigua Siculia e \taita.
Por otra parte, Nausikda se deja descomponer en l/au y sikda, siendo 1/0// una
palabra luso. valenciana que significa mave. y sicáa, del orden del portugués alernda
(alemana), sáa (sana), etc., y aun del valenciano cá (can), y otras del mismo tipo,
puede muy bIen significar tSlcana.. ,Nave slcanat-alcui'la quizá queriendo significar .hermosa., .esbelta•. fligera. o lodo a la vez - sigue la costumbre de los pueblos
antiguos de nombrar a los hijos con frases agradables y apropiadas y que todavla
siguen modernamente otros pueblos que no se han Incorporado todavta a la civilización occidental y, en cierta manera, los apodos de nuestros pueblos rurales son
una supervivencIa de semejante consuetud.
No pretendemos explicar todos los nombres que aparecen en e l pals reacio;
pero si haremos observar que Alclnoo tiene el artIculo ibérico al y Nausithoo
(Na:J318",,~) puede descomponerse como el de su nieta en nau y sitóa, siendo el pr!_
(1)
Od(ua. V r.
(2)
Odi~a. VII. 34 y 35: Clrampa,,¡l. p. H3 y 51(.
OdiurI. VI, ~. Tr.lpll"/l. dice el texto; pero l. p y la b "
(3)
con suma fadlldad y, por lo 1iU\IO, en la grafla.
(4)
Clramp/l"tt. PtJss;m.
-
144-
substituyen ron~U .... mente
[page-n-145]
UN ¡¡H IATUS" PREHISTÓRICO
nia, Nínive, Tebas, Memfis, Tartesos ... y otras que han llegado a los
tiempos modernos (1): Lisboa, Valencia , Génova, Venecia, Londres... ;
sus astilleros y viviendas estarían al fondo de los canales, donde pudieran
poner sus naves en seco y construirlas, carenarlas y tenerlas al abrigo
en puertos donde «hubiese toda seguridad, si n necesidad de cuerdas ni
áncoras ni de amarrar las naves, yen tos que el marino pudiera quedar
tanto tiempo como desease esperando el buen vientOt, según nos dice
mero nave, como hemos dicho, y sitoo igual a steoo, como Sitana Igual a Sicana
según se ha reconocido (1 l.
S iedo puede ser s;edo, pues por la mane ra especial de pronunciar _ como se
puede comprobar en algunos pueblos del W. hIspano-este diptongo nasal 40
pudo ser grafiado por 60 en cuyo caso la palabra serIa cslcano •. sin que pueda adml~
rarnos este caso aparente de silepsis, tnave sicanol en vez de .nave slcana., pues
en nuestra toponimia tenemos numer~ casos; Roca-fort. Vlla·llonc, Peña-fort.
Quera.fumat, etc.
Una nueva prueba de nuestros asertos, la da Ullses cuando vuelto a Itaca y
preguntado quién era, responde; t - Soy de Alibant#... pero la mala suerte me llevó
aqul. contra mi voluntad, desde Slcania ...1 (2)
Alibanle (M.~~([V1:~~) tiene forma hispánica casi Idéntica a Alicante; sin que pre.
tendamos que exista paridad de significado. Además, UIISC$, griego y en su pals,
pudo presentarse a los suyos diciendo que venia de.Sicanla y que era de allá, porque
habiendo llegado del pals de los Feados, hablaba como ellos y como ellos iba
vestido, ya que arribó a sus playas desnudo completamente, debido a sus luchas
en el mar, y presentandose a Nausikáa tapado con unas ramas, esta hubo de darle
rOpas (3), para cubrir su desnudez. Estos hechos tienden a demostrar que Aliballte y
los Feacios pertenecían a las gentes sicanas. de donde decla haber llegado Uli.ses,
y finalmente, la leyenda que cuenta que el pelasgo Do!idalo, arrojado de Creta
por el rey Minos, se refugió en la corte de Coca/os, rey de los Sicanos (4), atestigua
la remota antigüedad de estos navegantes. Coca/os es también forma hlspanica,
como demuestran nuestros topónimos Coca y Cocallo y las variantes Cucalon, Cucayo. Cucos, Cucul y otros, y Cucala. apeJ!ldo valenciano de nuestra Reglón.
Algunos lectores tacharán quizá de anacrónicas nuestras deducciones topon\..
micas: pero los que nos lean dcsde antes de ahora, sabrán que, hace tiempo que
defendemos la hipótesis de que los lenguajes hispánicos estaban ya formados en la
prehistoria, no habiendo influido en ellos las lenguas cultas: griego. lalln, lenguajes
germánicos, árabe, etc .. mas que de una manera superficial y, casi nada, en el
fondo del lenguaje hablado popular y no se olvide que e~te es el de la tradición y
por lo tanto el de la primera historia.
No es esta ocasión de extendernos en mas disquisiciones Ilngülstlcas, que guardamos pa ra otro lugar.
( 1) Schllllen. Bosch" p. 25¡ Schulten. Tar .. p. 134.
( 11 BI"' l/lIu. p. 34: Sdllt/lt'l. BIIs.t:It, p. 72, notas. En l. edición prlnlllpe de l. Orll Mil
rlti".1I .p.r_ Silll'l1l 1. 03 obU,ole, 1. mayo. par'" de Jo. C'Om enudoru corrl,_
(2) Altllumy, p.4; Odú,,, XX IV, JOt '1 si,.
(3) Odiso". VI pa5s/m.
(.) P}r//(pon. p. 111.
Si"",,,_
-145 -
[page-n-146]
34
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
la Odisea, del puerto de la isla cercana de los Cyc\opes (1 l, en .cuyo
fondo corría un arroyo de límpidas aguast.
El puerto y ciudad de los Sicanos deberia distar a algunos kilómetros de la costa actual, tierra adentro, en donde estaría el fluminis dilX),·
tia (2), al fondo de un lago surcado de canales y. por lo tanto, en plena
1Ian"ra actual, a bastantes metros de profundidad, enterrados por los
millones de metros cúbicos de aluviones que los rlos del valle, y sobre
todo el Júcar. han descendido hacia el mar, durante los milenios pasados desde tal época.
Estas son, por este motivo, las estaciones arqueol6gicas más difíciles
de situar, porque de tan remotas fechas es difícil que quede ni toponimia
que sepamos interpretar. ni dato documental aprovechable, ni rastro
arqueol6gico, como el azar no haya llevado [a herramienta del trabajador del campo hacia el lugar preciso; y una prueba de tales dificultades
de acierto la tenemos en los trabajos del sabio profesor Schulten, realizados después de un erudito y concienzudo estudio preliminar (3), que
parecía conducirle de la mano al completo éxito.
Todavía no ha sonado la hora, en Occidente, de desenterrar sus ci vilizaciones prehist6ricas contemporáneas de las de los países del
Mediterráneo Oriental; hasta ahora apareci6 la parte más pobre de
nuestras culturas, o la más visible, y por lo tanto la más fácilmente
expoliable en todo tiempo: pero la magnífica civilizaci6n, la de los poderosos mineros, la de los navegantes mediadores entre la fabulosa
Oestrimnia y el Oriente remoto, la de las tradiciones milenarias, la que
refieren los mitos de Oriente, de esa, apenas sabemos las primeras palabras; pero confiamos en que no tarde en hallarse el rastro y en que,
cuando empieze a descorrerse el velo. nos encontraremos con la grata
sorpresa de que nuestra Región no ha brá ido a la zaga en su contrIbu ción a la cultura prehist6rica de la Penfnsula ibérica y del mundo
antiguo.
(2)
Odiua. IX.
A L'icno. 48 1.
(3)
nlQut 1
011g, ab huius 1IIIminfs divortio.
Schlllttn. Tar.
(1)
-146 -
[page-n-147]
UN ¡'HIATUS" PREHISTÓRICO
35
VII
LOS CASTROS PREHISTÓRICOS
En los valles no se encuentran, superficialmente, restos arqueol6gicos, pasados unos siglos de la destrucción o abandono de las cosas:
las maderas y los hierros se aprovechan y desaparecen; los sillares se
desmontan, los muros se caen, y los escombros no utilizados forman
una ondulaci6n que las aguas y el polvo atmosférico se encarga de
cubrir y los aluviones de las torrenteras cercanas de nivelar, ayudadas
por el tiempo - del que la naturaleza dispone sin tasa - y por la
mano del hombre.
Ya para encontrar restos romanos, en la superficie, es necesario
investigar en las partes altas de nuestros valles, allí donde apenas
lleg6 el riego antiguo y los aluviones son escasos; donde comienzan los
oteros y las aguas de los torrentes ha siglos que no llegaron; y para
invenir lo prerromano, hay que remontar las faldas y llegar a los cabezos; allí podemos encontrar los restos de la cultura prehist6rica de los
vivos, conocida hasta ahora. Entre el cabezo y el valle. hasta el presente, apenas se nos ha manifestado más que la muerte, con las tumbas.
La vida parece haberse concretado en lo alto, y en las cuevas.
Desde la cumbre al valle, en las faldas. en las cimas y en las cuevas,
la excavación ha puesto de manifiesto sepulturas de tipo diverso: inhumaciones e incineraciones; en las cimas. se manifiesta la vida pasada,
a flor de tierra; la mayor parte de veces, sin necesidad de excavaciones
a priori; acaso sin posible excavación. Al ascender por las faldas de los
cabezos, se nota la siembra de restos, frecuentemente, y ascendemos
con el temor de no llegar a tiempo de encont rar la estación de d6nde
proceden. porque son muchas las ocasiones en las que el arque610go
llega tarde, no encontrando ni un vestigio. ni un solo testimonio en
las alturas, porque destruido y arrasado todo por el hombre y los elementos en mutua colaboración. las aguas arrastraron los restos por el
camino de las vertientes, sepultándolos en las faldas o desfigurándolos
y deshaciéndolos en las torrenteras.
La carencia de habitación humana fuera de las alturas abruptas y
de las cuevas, acaba por llamar la atenci6n del prehistoriador que, a
medida que examina estas estaciones y las encuentra todas ellas más
o menos fortificadas, y en lugares fácilmente defendibles, acaba por
convencerse de que se halla ante un país en armas, que estaba preparado para la defensa de sus intereses y vid·ls. Además de esto, cuando
observa la abundancia de poblados, fortalezas y atalayas, sobre todo
-147 -
[page-n-148]
36
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
del pri ncipio de los metales, que existen en Levante, acaba por creer
firmemente que toda manifestación de vida está concentrada en las
alturas y no piensa que pudieran existir tambien poblaciones en el
fondo de los valles, porque a primera vista, en algunos lugares, hasta
parece que la densidad de población debió estar a favor de aquellas
remotas edades.
Ya los hermanos Siret, al estudiar la cultura almeriense, tuvieron
ocasión, más de una vez, de darse cuenta del perenne estado de guerra
de esta civilización, observando en el Lugarico ¡;iejo- por sus defensas
naturales y facticias (1) - « el miedo siempre creciente a un enemigo
...
que debía ser poderoso.,,» y haciéndoles exclamar el examen de las fortificaciones de Ifre (2): «Nadie va a construir su vivienda en la cima
de un peñasco cuando no tiene que guardarse de un mal vecino o de
un invasor lejano ...!) y otras observaciones, igualmente interesantes
a este respecto, que les hacen presentar como una de las caracterfsticas
de este pueblo (3) (L. la elección que hacían, para edificar sus case ríos,
de colinas escarpadas, defendidas en parte por la naturaleza yen parte
artificialmente por murallas de piedra trabada con tierra .•
Pero esto no es sólo una característica de la cultura del SE., sino,
más bien, de todos los poblados de la Península ibérica. en dicha época:
varían su técnica, su extensión y grado de fortif[cación y estrategia;
pero todos ellos dan la sensación de estar preparados para la defensa
contra un enemigo más o menos lejano y poderoso, y este mismo
fenómeno volvemos a encontrarlo en la llamada época ibérica, la de
los barros pintados de elevada cochura. la de los círculos concéntricos,
la de la falcala, la de los molinos discoides, la que luchó con los Carta·
gineses y perdió su personalidad con los Romanos.
Tampoco de este período se encuentran viviendas más que en las
alturas escarpadas, a veces con formIdables fortificaciones y siempre
con sus defensas. También estas estaciones están expoliadas y revueltas
desde inmemorial y sólo algún rincón olvidado se logra hallar sin saquear
ni remo ver; y entre aquellas del principio de los metales, con cerámica
basta, manufacta y cocida a baja temperatura; con objetos de cobre y
bronce y abundancia de utensilios de piedra, y estas de la Segunda Edad
del Hierro, con barros finos, torneados y cocidos a elevada temperatura.
y objetos de hierro abundantes y diversos, se ve que hay un abismo de
tiempo imposible de llenar satisfactoriamente, hasta ahora, y durante
el cual estas estaciones estuvieron. sin duda, abandonadas.
(1)
(2)
(3)
Sin!. Mil .. p. 105.
Sifl!. Mlt., p. 109.
Siflt. Met .. p.315.
-146-
[page-n-149]
UN "HIATUS" PREHISTÓRIGO
37
Hasta ahora, como hemos dicho repetidamente. la vida prehistórica
está concretada casi exclusivamente en las alturas, mostrando el estado
militar de un pueblo invadido, o en guerra civil, en dos períodos distintos de la prehistoria; la civilización de la paz, la de las llanuras, noreciente sin duda en ese interregno ignorado -entre la aurora de los
metales y lo IbériCO - nos es desconocida hasta el presente, poco menos
que en absoluto; por eso es de un alto interés el situar y descubrir una
de estas ciudades de los valles, de la civilización que podemos llamar de
los ríos, ya que junto a ellos se situaron aquellos prehistóricos, según
puede colegirse por lo poco que de los escritores antiguos nos queda,
y por lo que los mismos nombres de los antiguos antepasados nuestros
nos demuestran: Sicanos, Tartesios, Iberos, y quizás, entre otros, Ligures y Se/es (1 ).
La falta de esta hípotética civilización de las llanuras, da gran importancia al estudio de los restos de los pueblos que se encastillaron,
porque, aunque expoliados, van mostrando acá y allá cosas escapadas
Los Sicanos tomaron nombre del rlo que pasaba junlo a su ciudad:
%l/il ¡"d. u Sita"u civilas
propillquo ab a//m¡ sic lJQCafa Hlbuids (1 ¡.
Lo mismo puede decirse de los Tartesios;
................ • , .• • . " Tar/essiu$
ager his adhneref adeuilq/le caespi¡.m
(!)
Tarlessus amllis ... (2)
E Igualmente de los Iberos:
al HiberU$ il/dt mal/o/ am/llS ti 10000s
ttcul/dat unda plurimi ex ipso tuunt
diclos inquietos (VD) Vasconas p,aclabitur. . (3)
En cuanto a los Ligufls, sospechamos que este nombre provenga de L'/gor como
L' t'lJer y Ll'ibtr(4) y siendo 1901;o l' gor corno I be, _ l' ber, 110 seria extra~o que gOl
significara o fuese nombrll de do, ya que en Espai'la hay alguno que se llama as\.
Siltes es plural de Sela _Stlla, ral~ de Sevilla ao Sefllla, Probablemente, seva significaba .onlla., tIa tierra blanda de la orilla., de donde, por similitud de estado al
tacto, pasase a tsebot, - seu, en valenciano, y asl como bera o /JUQ (orilla) pro·
viene de bt1(rio) y ora (orilla) de or (rlo), también quizA sel,sell, seu, fuesen nombres
plehist6rloos de las corrientes de agua, y esta variedad de denominaciones de los
cursos de agua poco nos debe extrañar, ya que hoy tenemos, tambien, muchas
maneras de expresarlo; rio, barranco, torrente, canal, nava, cañada, arroyo, reguero,
etc. Los S.tes, pues, pudIeran, de la misma manera que los otros, lomar el nombre
de un ,lo de donde fueran originarios y en donde tendrlan su principal asiento.
tI)
'-'uj,no, 479 y 4110.
(2) Au¡,ljo. 223, 224 y 225.
(3) '-'u¡,,,o, 248, 249. 250 y 2:;1(4) Nic, ${lo "lI. p. 203.
-
J49-
[page-n-150]
NICOLÁS PRIMITIVO C6MEZ
38
a la rapiña de las pasadas edades, y descorren el velo de la prehistoria,
apenas levantado; aunque nos hagamos, de vez en vez, la ilusión de
que estamos en posesión de los hilos que nos induzcan al esclarecimiento
de la cultura de aquellos tiempos. Lejos de esto, estamos convencidos
y no 10 estará menos el que con independencia de criterio siga paso a
paso el progreso del conocimiento de la prehistoria de los metales en
nuestra península, de que apenas conocemos una pequeña parte de
los usos funerarios, y casi nada de las maneras, capacidad ni posibilidades de su civilización en los vivos.
Así como en la Edad Media habían castillos roque ros y poblaciones
encastilladas, pero al propio tiempo, también, en el llano, ciudades
populosas y ricas - Valencia, Barcelona, Sevilla y muchas otras son
buena prueba de ello - ¿por qué, en la época de los megalitos y en la
ibérica. no había de haber ocurrido lo mismo? Nada impide. técnica·
mente, que aquellas gentes que aprendieron a construir monumentos
como los dolménicos, supieran al propio tiempo construir murallas del
tipo de las inferiores de Tarragona, altas como pirámides, si era menes·
ter. para que resguardasen sus ciudades del llano. Es la misma técnica y
la misma posibilidad.
Por esto. convencidos de que lo ubérrimo de la civilización prehist6·
rica está guardado misteriosamente en el seno de los valles, en las
orillas de los ríos. en el interior de los antiguos lagos y en las cercanías
del mar, es por lo que decimos que las alturas s610 nos muestran un
aspecto de la vida belicosa de las fortalezas y de la civil de los pueblos
humildes y pastoriles, destrozada y expoliada por los hombres y barrida
por los elementos; es decir. un aspecto pobre de su cultura. conservado
de una manera más paupérrima todavía.
Nosotros nos limitaremos a dar una ojeada a unas cuantas de estas
estaciones prehist6ricas de altura de la Región levantina, que nos ser·
virán para afirmar. más rotundamente, nuestra hipótesis de un Itiatus
de abandono de estas fortalezas entre la época megalitica y la ibérica,
en cuyo interregno, no pudiendo admitir la despoblación de nuestra
Península, no cabe más que la conclusi6n de que existió, como hemos
dicho, una teivillzaci6n de las IlanuraSl, de la que apenas podemos
conjeturar su existencia, hasta el presente.
-
150-
[page-n-151]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
39
VIII
PERI ODO MEGALITICO
Hemos visto antes cómo, este periodo, según la autorizada opinión
de Obermaier - no desmentida ni modificada todavía, sino más bien
seguida y robustecida por otros (1) - perduraba desde la Edad Neolítica hasta el principio de la del Bronce, a través de todo el eneolltico;
y hemos dicho también que, en las estaciones de altura, existe una
etapa que, paralelamente, parece pe rsistir durante el mismo período
de tiempo, obse(V3Ción manifestada ya por otros (2), y a este fenómeno
de sincronismo dedicamos este capítulo.
A la sumidad de esta civilización, o sea al fin del neolítico, pertenecen el Caslro de Liceia, cerca de Barcarena (Lisboa), estudiado por
Ribeiro (3); la estación de El Castillo, al W. de Pavia, en el Alentejo
(portugal), según Correia (4); las estaciones de El Gárcel, La Gerundia.
Cuartillas, Tres Cabezos y La Pernera, en la provincia de Almería, según
los hermanos Siret (5); el Puntal deis Moros, de Náquera (Valencia) (6)
y el Pilie de les Animes, de Caldas de Malavella (Gerona), según 80sch
Gimpera (7).
A las distintas etapas, supuestas, del eneolítico. corresponden los
castros de Ofeiro de Asunto, en Obidos, según Alves Pereira (8); los de
Chibanes y Rolura, en los alrededores de Setubal (Portugal), estudiados
por Márques da Costa (9); el del Cerro de las Canteras, de Vélez Blasco
(Almería) (10); las estaciones excavadas por los Siret (11 ) en Parazuellos,
(1) Bosch. A'g., p. 156.
(2) 80sch Girnpera dice (1): .Los restos de poblados y talleres neoHtlcos dan
un material parecido al de los mcgallticos y cuevas ...•
(3) Mendts, p. 202.
(4) COTTtia, p. 11.
(5) Si,tl. Me/.
lb) Bosch. PTob/rmes, p. 96
(7) Bosch. Cal., p. 127.
(S) A P. Est.
(9) M6Tqurs.
PO) Molos.
ji 1) Si"l. Mel .• p. 59.
(1)
BDId!. Arq. p. 159.
-151 -
[page-n-152]
40
NICOLÁS PRIMITIVO CÓMEZ
Campos, Lugarico Viejo y Fuente Vermcja (1) y algunas del Valle de
Albaida estudiadas por Ballester Tormo (2): Atareó, Beniprf. ..
Pero la Edad de Oro de las estaciones de altura, al fin del Período
Megalítico, parece constituirla una época de transición entre el fin del
Eneolítico y los comienzos del Bronce; período por antonomasia llamado
argarico, por ser [a estación del Argar, en Almería - excavada por los
repetidamente nombrados hermanos $iret -la que sirve de prototipo.
por ser tan copiosa en hallazgos, y haber sido estudiada tan a fondo y
concienzudamente por los dichos prehistoria do res. A este período per·
tenecen, sin duda . la inmensa mayoría de las estaciones de altura, ya
que es rara la en que no se encuentra, en abundancia relativa, los
restos de dicha época almeriense, sobre todo la cerámica: lfre, Zapa/a.
La Roca. La Ciñuela. El Argar, Gafas, El Oficio. Fuente Alama y otras
en Almería (3); Els Comeflars al Mas de Menenle (4) y La: Moja Alfa
de SerelJes, en Alcoy (5); Els Trencalls, Les Solcides, Monlaspre, en Náquera (6) y muchísimas otras, no bien características o apenas estudiadas. solamente indicadas o todavía inéditas.
Para la clasificación de estas estaciones citadas. no nos ha movido
en general nuestra propia opinión, sino 10 que se deduce de la de sus
excavadores o de los autores que las han estudiado (7), pudiéndose
asegurar que en las estaciones de estas edades es muy difícil llegar
a una estratigrafía verídica, ya que en la mayoría de los casos, el material está revuelto de antiguo o los estratos no pueden determinarse,
o no existen en a bsoluto: y no suele haber material relacionado, de
cronología conocida, que permita fechar la estación ni menos sus di·
versas etapas.
En las estacíones de altura, se suele encontrar material de todas las
(1)
(2)
Siftt. Mó!t" p. 103.
Ballultr. Cer .. ps. J y 5.
(J) Sir,t. MtI.
(4)
PonSiI/.
(5)
Botel/a.
Lluch.
(7) Seguimos mAs bien la opinión de los excavadores, sobre todo para los po.
blados de Almerla. que 80sch Cimpera deplaza un poCQ (1). sin que pretendamos
enmendarle la plana a este prehistoriador; mAs bien se ha de entender que conce·
demos escaso valor a las 5ubdivlsiones del periodo MegalitiCQ, un tanto provisionales y un mucho prematuras, que hall de sufrir revisión a la vista de los constantes
de5cubrimientos nuevos.
(6)
III
Bouh. Ar'l. p. 1:>\1 )' 1b6.
-
152 -
[page-n-153]
UN "HIATUS" PREHISTÓRICO
41
culturas paralelas al Período Megalítico (1): cuevas, dólmenes y sepulturas no megalíticas (2); pero de una manera más escasa. más pobre.
como demostró la extensa y sistemática excavación de los hermanos
Siret, dentro del círculo cultural almeriense; fenómeno que suele repetirse en cuantos sitios ha podido comprobarse. Es decir. que los poblados son una repercusión de todas las manifestaciones funerarIas del
período, y como a parte de las cuevas - viviendas en número relativamente escaso - son la única manifestación de vida y, sus testimonios
paupérrimos, puede decirse que 10 poco que conocemos de sus manifestaciones vitales, lo es, más bien, a través de sus muertos (3).
Es dudoso que la duración de las estaciones de altura sea exactamente paralela al desarrollo de [os megalitos; parece más bien que, los
poblados más antiguos, sean posteriores a los primitivos dólmenes y
que su última etapa argárica sea posterior a su desaparición; aunque
contemporánea de la falsa cúpula y de la cista no megalltica. En este
caso tendríamos que los poblados contemporáneos de los megalitos
primitivos estarían en los llanos - ¿civilizaciones líguras? -los cuales
deberían verse obligados a encastillarse, quizá defendiéndose de un
(1) Al expre.sarnos de este modo. parece que no.sotros cplnemos que se trata
de culturas distintas dentro de: un mismo periodo, y, como tendremos ooasl6n de
ver durante el transcurso de este trabajO, no orinamos asl. sino que se trata de
distintos aspectos de una misma cultura.
Actualmente, las cerAmicas de Onda, Manises, Alacuas y CasteIJ6 de los Jerres,
por ejemplo, no son manifestaoiones de culturas distintas, sino distintas manifestaciones de una sola; la absoluta uniformidad de ciertos utensilios en grandes extensiones territoriales. en la Prehistoria, permiten pensar en centros de fabricaci6n,
única manera de explicarse una uniformidad imposible do conservar por medio de
una factura individual a distancia; 10 mismo que explica ciertas coincldenclru¡ de
tipos diversos y predominio de unos sobre otros. según la riqueza de las estaolones.
La existencia de estos centros de fabricaci6n no excluirla la de la manufactura local.
en menor escala; como las grandes fAbricas de ferreterla , cerAmicas, ele., no excluyen
hoy, en los pueblos, las herrerias, ladrlllares. alfarerlas. etc.
(2) ' ... cuando llegamos al final del eneolitico - dice Pericot (1) -las tres
culturas catalanas (megalitos. cuevas y sepulcros no megallticos) se han puesto en
con tacto y las influencias mutuas son en gran número ... " lo que supone culturas
distintas.
(3) Los Sirct (2) vienen a pensar esto cuando dicen: , ... los objetos depositados
eD las tumbas, he ah! lo que nos ha permitido llegar a conocer tan intlmamente a
estos pueblos... ,
P"icol. p. 83.
(2) SI,,,. Nri. p. 122.
(1)
- 153-
•
[page-n-154]
42
NIC01.ÁS PRIMITIVO CÓMEZ
invasor - ¿Sefes? ¿ Ofiusos? - conservando, durante algún tiempo
las construcciones dolménicas, que ya ejecutaban cuando vivían en las
llanuras y que, poco a poco, se transformaron; bajando de los riscos al
advenimiento del bronce - construyendo ya la «falsa cúpu lat y la
cista - al haber expulsado al enemigo o caer bajo el dominio de otro
¿Cretenses? ¿Sic anos?
Dificil es saber hoy, todavía. si este encastillamiento ocupó un solo
momento evolutivo - que duraría precisamente la transiciÓn de la
piedra al bronce -llenado todo él por un movimiento de colonización
y conquista de centros productores o mediadores, efectuado por pueblos
extra peninsulares, o bien si ese período de encastillam iento tuvo varias
etapas de ascenso y descenso, producidas por alternativas de independencia e invasión y colonización.
No cabe duda que existe una diferenciación de material, en las estaciones de altura, y que uno ha de ser el de la primera etapa y otro el
del final del encastillamiento; así, entre los cimientos de cabañas del
Punlal deis Moros, entre rectangulares y ovales, formados por piedras
plantadas (fig. 4, !ám. B) los de la Mola Murada de Chert; los cimientos ovales y redondos citados por Motos
en Vélez Blanco (1) con paredes de piedra,
revestida de arciUa; los casi licios, más o
menos rectangulares, del Mas de Menen/e,
de Alcoy, con muros de cantos y barro con
enlucido yesoso (Hg. 1, lám, C) y los de
la Mola Afia de Serellcs, de la misma
localidad, parece que debe existir una diferencia, no ya técnica, que esto es evidente, sino de época. Igualmente se observan
i:
el
l.••:
diferencias entre los microlitos de E/Cárcel.
Flg, V, Punta df Itecha df .ilu
supuestas puntas de flecha (2); las que
!trll nrgrmclI prutedente dd S"II
realmente 10 son, triangulares de base cóndI Rla (Sura )
cava, más o menos evo lucionadas, datadas
como de las diversas etapas del eneolítico (3), y las hermosas, pedunculadas con aletas, de Parmuelos, Campos (4), Vi/ez Blanco (5),
Alfogás (6), Sall de Ría, de Serra (fig. V) etcétera, cuyas formas permás humano o más poderoso -
'.
(1) Molos, p, 13 Y passim.
(2) Sifl:l. Met., p. 8.
(3)
(4)
(5)
(ó)
Bosch. Arq., lám. 11 y 111.
5lftl. Mel., lAm. 6,7, 10 Y 11.
Molos. Hg. 21.
BalltsJtr. Cer., ng. 8.
-154 -
[page-n-155]
UN "HIATUS" PREHISTÓR ICO
43
'1.isten al iniciarse el metal, continuando su tipo en bronce (fig. V I ) Y
aun después en hierro (lig. VII); consideranda asimismo verosímil una evolución de
unas formas a otras, efectuada con el tiempo; y lo mismo nos ocurre con las hachas,
con los cuchillos de sílex, con el nacimiento
y progreso del metal y con la evolución
cerámica, en la que los vasos toscos de formas sencillas, como el cuenco , y con ador.1
nos o con cordones, con impresiones digitales, pa rece que han de se r anteriores al
vaso campaniforme y a las incisiones caro
diales; teniéndose éstas como precedentes
a las formas argáricas, de cerámica lisa,
'
Fil· VI. Punla dt fltcha
d e mo d e1os varia d os y superf Icies pu 1id as, (?) prtH:tiltnl t dtl Ca UlIodt bronce
fe Allaen muchos casos, y sin adorno ninguno.
(Ta ( Cuen ea )
aparte de las asas, perforaciones y demás aditarnientos útiles.
_______ ____ __ __
Pero todo esto es un poco impreciso en las alturas; la mayor
parte de las veces, la clasificación
es puramente subjetiva, no existe
en los objetos, por imposibilidad
de estratificación, y nos encono
tramos en un mismo lugar objetos
que se tienen por anacrónicos y
acabamos por dudar del neolitisrno
1
de estas estaciones y de la precif
sión de la divisoria del cobre y el
bronce (1); pero hemos de rendirnos a [a evidencia de una verdad
que no puede negarse: que estamos
,
en presencia del tránsito de la
, ,
,
Edad de la piedra a la de los metaI
'.
"
':
,.
I
les, única cosa cierta que creemos
______ L _L ____ '.......' _____ 1
, ,
,
,
,
,
que puede afir marse al presente
, ,
,
,
en estos encastillamientos, de una
: :
' ,
manera bastante probable. Todo
\- '
FIl. VII. Punl, de llteha h h ierro procrfenle
lo demás se presenta aquí impreIIeI CIIS/tI¡ de Ulk1ceona (TurllOnal
ciso, por estar a merced de la ri-
l
·.
.
·
·
'.-
( 1) Los hermanos Siret (1) no crclan que el cobre era anterior al bronce, y du_
rante largo tiempo hubo participes de esta opln¡~n.
(1) Sirl!. M,¡. p. 7:17, pdsJim.
-
•
155 -
[page-n-156]
44
NICOLÁS PRIM ITIVO CÓMEZ
queza de los poblados, del estado civil o militar de los habitantes:"'
de su clase social-pastores, agricultores, mineros, pescadores, navegantes. etc. - de la expoliación sufrida, de su destrucción por los
hombres y por los elementos, y, aún, de su estado de adelantamiento
relativo; para poder llegar a apreciar el punto de la evolución donde
estaban colocados (1).
Una manera de llegar al conocimiento de estas estaciones de altura
del Período Megalítico. sería estudiar en Cataluña, en Levante. en
Andalucía, en Portugal, en el NW., el N. y aun en el Centro, este fenómeno del encastillamiento, con la misma intensidad y extensi6n que
los hermanos Siret en la provincia de Almerfa, seguros de que llegaríamos a resultados aceptables (2), aunque nunca lo suficientemente
claros, como de lograr la exhumaci6n de algunas de las ciudades del llano,
anteriores y posteriores a la subida y descenso de aquellos remotos
españoles, a los riscos y cabezos más o menos inexpugnables ..
Un cálculo hecho por los hermanos Siret (3). de la duraci6n del
poblado del Argar, última etapa de este período de los primeros metales, que estudiamos, les asigna una persistencia de ciento cincuenta
años, para una densidad de cuatrocientos habitantes; a cuyos resultados llegaron después de prolijas conjeturas, que no dejan de tener
su lógica. Si tuviésemos algunos otros cálculos de los distintos grados
del enea lítico, así como de la última etapa neolítica - primera de
estos poblados, según se opina (4) - podríamos conjeturar la duraciÓn
total de este período de defensa peninsular contra un enemigo.
(11 En muehos casos. dos estaciones pueden considerarse suoeslvlI.S, siendo
C?ntempoláneas, ¡;or su tllferente ¡:;rado de rlquela, condición social. expohación,
llcétell1.
{2¡ Hay qu!' reconocer la IlX'ritlslma labor hecha ya por el Irlslilul d' Esludls
Calafans en el Bajo Aragón y la de algunos prehistorilldorcs cn los castros galo_
l'ortugueses, limitándonos en esta clta, solamente, a las estaolones de altura.
(3) Siftl. Mil., p. 202 Y sigo
(4) 8ardaviu Ponz habla de restos paleollticos en las estaciones de altura (11.
( 1)
SIlP. EII.
-156 -
•
[page-n-157]
NICOLAS PRIMITIVO - Un «Hiatus) prehistórico.
LÁMINA 1. (A).
[page-n-158]
NICOLAS PRIMITIVO -
Un.~(cHiatus»
prehistórico.
LÁMINA 11. (8).
[page-n-159]
NICOLAS PRIMITIVO - Un «
Hiatus) prehistórico.
i
LÁMINA III. (C).
2
[page-n-160]
NICOLAS PRIMITIVO - Un
(~Hiatu&)
prehistórico.
LÁMINA IV. (D).
[page-n-161]